Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

sábado, 12 de enero de 2013

Parece que estoy de vuelta

Internet en casa. Ahora sí.

Todo parece indicar que el blog volverá a activarse.
Con tanta vida que fluye, es difícil abstenerse.

Pero también es difícil releerse con el paso de los años.

Pero Ay!!! con esta tentación de la escritura!!!

viernes, 2 de noviembre de 2012

Caballos humanos

Viaje en ruta.

En el medio del campo una imagen que quedará en mi retina.

Un caballo en el piso (muerto, deduzco) y otros cinco o seis alrededor, rodeándolo, con sus cabezas hacia su cuerpo.

Conmovedora,

                    desgarradora,

                                      terrible,

                                              impresionante,

                                                                   fuerte.

HUMANOS.

El poder del agua y la necesidad de escribir

Hace días viene diluviando. Con fuerza, con intensidad, como nunca desde que vivo en suelo mercedino. El río está cerca, pero a distancia considerable. Hoy casi puedo tocarlo sacando la mano por mi ventana. Hay peligro que se derrumben los puentes. Hay gente muy vecina con el agua morándoles la casa. No hay luz. Es noche estrellada. Salieron infinidad de sapos a cantar y aparecieron miles de luciérnagas (será la manera animal de embellecer la desgracia) El hombre se siente grande. Se siente todopoderoso. Se siente omnipotente. Yo hoy miro el río y al hombre lo encuentro ridículamente empequeñecido. Nada como la naturaleza. No me da miedo la soledad en la oscuridad. Pero hay una incertidumbre que inquieta. Se oyen voces cada tanto. A lo lejos, en la calle. Alguien que pasa. Alguien que irá a ver. Alguien que buscará ayudar también. La cera de la vela que cae avanza sobre el plato. Como el río.

viernes, 13 de abril de 2012

Repensando (Me)

La formalidad de la hoja en blanco hace que se modifiquen los pensamientos a la hora de plasmarlos.
Como si la escritura me obligara a ser correcta, a ser exacta, a ser poética.
Hace minutos caí presa de una catarata de sensaciones que salían desde lo más profundo de mi sinceridad, enfrentándome a cuestionamientos que me obligaban a repensarme en mis decisiones, y sobre todo, en la manifestación que hago sobre esas decisiones.
Pero cuando me enfrento a la hoja en blanco, a la posibilidad concreta de plasmar mis dudas o mis certezas recién descubiertas, pareciera como que las palabras se me congelan en el alma y ya nada es como era hace minutos por más que intente despiadadamente reproducir lo pensado.
Como si esa encubierta sinceridad fluyera únicamente en mi más interna soledad.

Y de esto pensaba y repensaba. Mi soledad. Mi soledad y el amor. O el desamor. O del por qué no al amor.

El verano es relectura. Indiscriminadamente (pero sólo en las apariencias), mi instinto vuelve a elegir libros de mi biblioteca.
La sensación frente a ellos de este presente es diferente esencialmente a la de aquella primera lectura. Lo descubro en las anotaciones de entonces y en las nuevas que se producen en esta actual relectura.

Y descubro algunas certezas.
La más importante: sí, quiero amor.
Quiero una historia de amor, estoy disponible para eso, estoy sanada para eso, estoy abierta a que me ocurra.
Pienso cómo llegué a este atrincheramiento.
No por negación, me respondo. Sino por ponerme a salvo. Pero tan a salvo me puse que lo hice hasta de mi propio yo, de mis propios pensamientos, de mi s propios deseos.

Y mis discursos sobre la soledad? Cuánto siento en lo profundo de mi corazón y cuánto hay de frase pre establecida, de sentimiento generalizado desde el feminismo más puro pero sin que haga verdadera mella en mis entrañas?
No sé si siento todo lo que afirmo.
No. No siento todo lo que afirmo.
Tomé una posición hace algún tiempo, tal vez en ese momento convencida de que era lo que mejor se cernía sobre lo que me estaba pasando y aferrada a ese pensamiento no dejé espacio para la modificación, para el cambio que es tan frecuente en mí en tantísimas otras cosas.

Desde estas relecturas, no azarosas evidentemente, pongo en tela de juicio mis sensaciones, pero sobre todo, mis convicciones.
Me ayudan a ver la otra cara de un sentimiento que tiene tantos matices como personas el mundo.
Para salvarme elegí ver el amor desde el punto de vista que me convenía. El que me convenía para rescatarme. Y en eso me quedé, sin darme cuenta de la cantidad infinita de posibilidades que también eran factibles de suceder si les daba el permiso para que ocurrieran.

Y entonces el inicio de una relación desde cero puede ser tomada como un desgaste, como n trabajo demasiado forzoso para querer emprenderlo de nuevo, o como la aventura que implica adentrarse en el corazón de un extraño que puede dejar de serlo si los corazones logran entenderse.
Y la felicidad que eso implica.
El tedio es una cara. La felicidad, la otra.

2012: el regreso.

Y me pasa más habitualmente de lo que deseo esto de disfrutar del placer de la escritura y de repente, sin saber por qué, abandonarlo por tiempo prolongado, siempre con el deseo de volver a hacerlo pero siguiendo inerte ante la acción.

Y como siempre me pasa también en estos casos, cuando paso revista al pasado inmediato que no llegó a ocupar páginas memorativas, me doy cuenta de la cantidad maravillosa de momentos ricos que quedaron en el tintero y vuelvo a incomprender el por qué.

No me gusta hacer balance del tiempo que se fue.
Sólo diré que fue un año de intenso aprendizaje.
Y siguen siendo carne de cañón las relaciones personales.

Cuando me instalé en la ciudad allá por el 2009, lo hice convencida de que determinadas mezquindades no cruzarían las fronteras del conurbano. Y es probable que así haya sido. Pero vengo a descubrir no sin dolor, que esta ciudad, MI ciudad está contaminada de otras tantas mezquindades complicadas, que hicieron que una vez más, me lamentara de ciertas relaciones conseguidas y defendidas.

Hay mucha gente por acá vapuleando el Arte, mezquinando al Arte.
Algo tan sanador, tan noble, que genera tanto crecimiento espiritual, contaminado por muchos "artistas" que dicen ser dueños de la verdad artística más absoluta y que no se dan la posibilidad de continuar aprendiendo por creerse ya con todo asimilado, que mezquinan intercambios, que dan por tierra todo lo realizado por el otro como si no se tratara de un par del que aprender sino de un enemigo al que hay que eliminar.

Quiero estar al margen emocional de esta situación, digo, que no me afecte, que no me duela, que no me genere sentimientos destructivos, pero la visceralidad con que siento la vida no me deja estar al margen.

Y entonces lo único que celebro es que esas personas, esos "artistas" falsos, esos personajes mal escritos, ya no estén rondando cerca, trabajando conmigo.

Se cayeron muchas máscaras este año que pasó.
Y dentro de mi aprendizaje intento saber elegir.
No puedo cumplir las expectativas de todos porque nadie trabaja en equipo y yo no tengo todas las respuestas.
Entonces lo mejor que pudo pasarme es que esas personas, esos "artistas" decidan continuar sus pasos cerca de otros como ellos, lejos de mi universo creativo que intenta realizar buenas obras sin meter la nariz en la mugre cotidiana.

Y así fue que nació "Bouquet de ausencias", una joyita de la cual me enorgullezco.
Y nacieron también las dos maravillosas puestas con el grupo Renacer y un teatro lleno y un público agradecido. Y un aprendizaje tan TAN GRANDE sobre la esencia teatral que creo que me faltan meses aún para poder procesar todo lo aprendido.

Así como alguna vez tuve que aprender a soltar ciertos amores arraigados, estoy en camino de soltar amarras lejos de las garras destructivas de estas gentes.
Y pensar sólo en crear buenas cosas.

Mi respuesta a tanta mezquindad, es más trabajo.
Y no me canso.
Juro que de eso, no me canso.

Lo que al final, nunca se publicó

"Lo viste. Seguro que vos también, alguna vez, lo viste: te hablo de ese eterno ciclista solo, tan solo, que repecha las calles por la noche.
Usa las botamangas del pantalón bien metidas en las medias y una boina calzada hasta las orejas. ¿Te fijaste? Nadie sabe, no, de dónde cuernos viene, jamás se le conoce a dónde diablos va.
De todos modos, si lo vieras pasar, miralo con mucho Amor: puede que sea otra vez…"

La bicicleta blanca
(Piazzola / Ferrer)


Sentada frente a la hoja en blanco y la posibilidad de escritura, paso revista sobre los años mercedinos de mi infancia.
A tantos años vista, cada recuerdo resulta maravilloso. Con la memoria dormida de los malos ratos, se magnifican y abarcan mi universo actual impidiendo que mi realidad más inmediata logre superar aunque sea en parte, algunos de los más remotos.
La 47 sin asfalto, las tardes de verano a la espera del paso del heladero, los mates en la puerta de la 45 con mi abuela sentada en la silla petisa, las carrozas de carnaval, las tardes bajo la parra del fondo, los vaivenes de la casa de abuelos maternos a la casa de abuelos paternos. Ahí nomás, apenas a la vuelta.
Y ahí, allá, en la casa donde no me quedaba, en la casa que sólo visitaba, ahí él.
Él.
Ese tío "medio loco" que recuerdo de niña con el pelo teñido de un naranja furioso, decían "seguro que con agua de zanja".
Ese tío que me enseñó a hacer el prode cuando no tenía idea de lo que eso significaba, pero que ponía empeño en poner las crucecitas de manera que le fuera agradable. Y que deseaba hacérselo ganar, aunque tampoco sabía bien qué era lo que eso significaba.
Ese tío del que más de uno se avergonzaba y cruzaba de vereda antes de pasar por su casa.

Todos, mientras tanto, en las veredas,
Revolcándonos de risa...



Porque por aquellos años, el ser diferente era castigado.
Y si bien no recuerdo que la poli de entonces lo haya reprimido, sí recuerdo que varios (pero varios) cambiaban el rumbo para no cruzarlo.
Porque la sociedad del entonces estaba más contaminada con los deberes seres cotidianos y la palabra "personaje" no se establecía en el orden local.
Por suerte para él, con el tiempo las cosas cambiaron y supo aprovechar su cabeza diferente, no ya de naranja pero sí de ideales.

Para no falsear a mis recuerdos, también debo admitir que hubo una época en la que no fuimos muy familia.
Él lejos y con ideas extrañas, mi padre ortodoxo y con familia tal, mis abuelos ya muertos y el nexo más endeble, las vidas que seguían caminos contrapuestos… o por lo menos, así lo parecía porque en las Navidades, Roberto estaba. En los cumpleaños, Roberto estaba. En los compromisos, Roberto estaba.
Siempre con su singularidad a cuestas (que con los años corridos ya no sorprendía en demasía) que lucía orgulloso ya sea portada en su vestimenta o manifestada en sus regalos.

Mis ojos de niña, mis ojos de adolescente retenían sus peculiaridades y las amarraba a la memoria cargando el imaginario para copiarlo después.
Y descubría que él actuaba, y descubría que él cantaba y empezaba a admirar esa extraña forma de vivir.
Y tal vez sin que él lo sepa estaba sembrando en mí la maravillosa semilla de la actuación.

Mi padre con su ortodoxia, guardaba celoso el recorte del diario La Nación, donde en algún momento de nuestra historia futbolera, Maradona llegó a los tribunales mercedinos. Pero no era la foto del Diego la que coloreaba la nota, sino el mismísimo Roberto con peluca y rifle de aire comprimido imitándolo, apostado en la puerta del tribunal.
Mi padre, decía, en su ortodoxia, lo amó profundamente y en silencio. Con esos códigos varoniles de los hermanos de antaño y esa crianza obsoleta donde no se mostraba el amor.

(Esa misma rutina repetiría conmigo.
Sin acompañar mis actuaciones pero guardando celoso los recortes de los diarios, y dejando entrever unos ojos empañados, como recuerdo aquella vez, la del tribunal).

Y ahora de repente, pienso en tantas similitudes.
El germen que refería de la actuación.
Tal vez no deba bucear demasiado lejos para saber en qué rama del árbol familiar se hallaba el inicio de mi brote actoral.
Porque crecí viendo a Roberto "pescando" en la puerta, cuando la 20 tenía zanjón y los curiosos miraban.
Porque crecí viendo a Roberto calzarse su bicicleta y encarar la ciudad con una pila de sombreros. Y en esa pila de sombreros llevaba su pelota que era como su amante, como su mujer, como su compañera.
Porque crecí viéndolo al abrigo de su saco decorado con alfileres de gancho, todas ellas prolijamente colocadas y de mayor a menor, salir a recorrer su ciudad tan arraigada.
El fútbol y su Mercedes, sus dos alegrías cotidianas.

Sin más escuela que su instinto, sin más escenario que la calle, con un personaje que lo acompañaba a casa, le colgaba su vestuario en el umbral de la puerta y lo despedía ahí nomás, dejándolo vulnerable y solo cuando la puerta se cerraba.

Cuando el tiempo ya se puso inclemente, mi padre lo visitaba con frecuencia.
Con una rutina sencilla e imagino que callada, recorrían juntos el cementerio, almorzaban en el club, tomaban un café donde Respuela y se despedían hasta la próxima, como dos buenos hermanos.

Tan buenos hermanos fueron que las últimas palabras que dijo mi padre antes de que su salud se quiebre y lo deje sin aliento fueron: " será que ya es la hora que me vaya con Roberto".
Y eligió un buen día para despedirse.
Roberto vino a buscarlo el mismísimo día de su cumpleaños. Será que quería también a su hermano Angelo para acompañarlo en el festejo.
La familia ya está completa.


¡Dale, Dios!... ¡Dale, Dios!
¡Meté, flaquito corazón!
Vos sabés que ganar
No está en llegar sino en seguir…


Y yo me subo a un escenario y a otro y a otro más y siento en las entrañas que ahí arriba no estoy sola.
Tuve un maestro sin serlo, tuve un modelo sin pose.
En esta realidad mía nuevamente mercedina, descubro sin asombro por qué me gusta el tango, por qué revivo actuando y por qué la nostalgia de una época pasada se me cuela por las venas y eso me hace feliz.
Pero por sobre todas las cosas, disfruto a boca llena el orgullo que me da llevar mi apellido.
¡Vamos Lorusso, todavía!


Flaco,
No te quedes triste,
Todo no fue inútil, no pierdas la fe…
En un cometa con pedales
¡Dale que te dale!
Yo sé que has de volver...

miércoles, 27 de abril de 2011

Esto que me pasa

Siempre sentí muy instalada en mí una nostalgia profunda que ahora estoy empezando a develar.

Tengo una visión de mí misma muy diferente a la que tiene el resto de la humanidad. Por lo menos, algunos seres (importantes) de esa humanidad.

Tengo una profunda sensación de pérdida.
Y ahora vengo a descubrir que no tiene relación con el pasado, sino con el mismísimo presente.
Presente desde hace pasado, pero siempre presente.

Empiezo a ver con claridad muchas cosas.

Un tornado que pareció una brisa está dejando al aire cimientos carcomidos.
Y es así, hay que asumirlo.

viernes, 22 de abril de 2011

Rara Semana Santa

La planifiqué distinta.
Pero hay cosas que no logro conseguir y no está mal que lo reconozca.

Al final, el vínculo con mi madre me cuesta y me cuesta.
No sé por dónde hacerlo bien.
Es como que estoy siempre en falta.
Y lo sigo intentando, pero no sé si es conveniente.
Tiempo al tiempo.

No quería trabajar.
Pero a mis "chicos" del penal no pude decirles NO.
Si ellos me la hacen disfrutable.

Y hoy, organicé una nueva puesta de Jardines.
La función está prevista para el 14 de mayo en Giles. (Sí, en Giles).

Eduardo me va a hacer la asistencia.
Fede propone ideas nuevas.
Me gustan.
Me dan ganas de experimentar.
Me gusta que alguien más que no sea yo piense en mi producto.
Me gusta correrme de la dirección.

Al final, quiero convencerme de que hay vida más allá del teatro pero en mi caso, parece que no.

Copio las ganas

Jose Muscari pasó por mi vida hace tiempo y poco tiempo.
Pero dejó huellas imborrables.
Se comportó conmigo como un maestro de antaño, pese a las pocas veces que lo tuve como tal.
Después tuve el alegrón de compartir un trabajo y acceder a su mundo desde otro lugar.

Y siempre estuvo presente.
Mi cuaderno de notas teatrales tienen muchos tips surgidos de sus palabras.
Sus mails con directivas son herramienta de consulta antes de cada proyecto.

Ahora está muy mediáticamente expuesto. Y me encanta.
Me encanta que le vaya tan bien y me encanta que en la sencillez de su blog siga mostrando la sencillez de su alma.
El escribe y a mí me dan ganas de hacer lo mismo.

Su energía tan dinámica es casi imposible de igualar.
Pero no pierdo las esperanzas.

Basta de iniciales

Así nomás.
Me cansé de releer viejos escritos y no saber de quién hablaba (sobre todo las M. que siempre fueron tantas…)
Desde ahora en más, nombres completos. Si están en mi vida, están en mi blog.
Después de todo, con tantas redes sociales ya casi no queda quien no desnude su vida a los ojos de todos.
Y también para ponerle nombre completo a las realidades. Incluso a aquellas que no son gratas.
Adelante, nomás.

lunes, 4 de abril de 2011

Sensaciones II

Enojada con la burocracia del sistema educativo.
¡Si Belgrano supiera lo complicado que se volvió el acceso a la docencia…!

Salen horas.
Yo me anoto en emergencia.
Mucha burocracia que se refleja en tiempo para acceder a ellas.
Ergo, o las directoras cambian la modalidad cansadas de que nadie las tome o vienen de distritos lejanos a hacerse cargo DE ALGO QUE ME CORRESPONDE!!!!

En definitiva, perdí 12 módulos de clase.
Y los que seguiré perdiendo.
Al final… ¿será que Giles me dará más rédito que mi ciudad?

Sensaciones I (de hace un tiempo que ya es largo)

Angustia que no sé de dónde proviene.
Llanto.
La misma vida que siempre se me presenta ordenada, hoy es caótica.
Como si todo estuviese construido sobre un solo pilar que, de temblar, repercute en todo.
En todo porque no hay más que eso.
Mi vida alrededor de mi teatro.
El teatro vuelto mi única vida.
Y cuando el teatro tambalea… no hay vida.
Puro desequilibrio.
Malos días.
Los talleres que no resultaron.
El elenco que tambalea.
Las elecciones que no fueron tales.
La carroza que no me gustó.
Nada teatral está en orden.
Sí, lo inconveniente: la cárcel.
Todo desacomodado.
Y yo siguiendo sin tener con quién compartirlo.
No hay nadie a quien le interesa mi vida más que a mí.
Duele.
Duele profundo.
Hoy, mucho.

sábado, 2 de abril de 2011

Vaivenes

A veces siento que colapso y a veces todo fluye.

La mejor energía es la de los ensayos.
Mirarlos,
construirlos,
guiarlos,
confundirlos,
provocarlos...

Y si mi cabeza me estaba jugando en contra, el ensayo me vuelve al centro.

En pocos días, ensayo abierto.
En otro tanto, puesta novedosa en el Museo Migues.

Hago ruido.
Que caigan muchas nueces!!

viernes, 1 de abril de 2011

Perspectivas.

Trabajo en la cárcel.
En la unidad.
En el penal.
De cualquier forma en que lo diga, suena tremendo.
A eso tremendo que uno, sin saber cómo, se termina acostumbrando.
La primera vez que entré, que caminé esos pasillos enrejados por primera vez, sentía que de verdad, se me estrujaba el pecho.
Ahora camino acostumbrada por entre las rejas, abriendo puertas de hierro y quedándome tras los candados cerrados si no salgo a tiempo.
Cuando empecé había decidido no preguntar. Ahora, miro a los ojos a cada uno de ellos, siento sus abrazos cuando se despiden o cuando llegan, recibo sus bromas, comparto sus mates y no puedo dejar de preguntarme qué habrán hecho.
Porque uno empieza a quererlos. Más allá del lugar que los contiene, son mis actores, son mis alumnos y no importa saber qué hicieron para estar donde están.
Porque también me enseñan.
Pero sobre todo, hacen que me repiense y que repiense mi vida, mis cotidianos.
Para ellos el teatro es un BENEFICIO. Así, en mayúsculas. Un beneficio que a veces, más de uno “de la calle” no alcanza a dimensionar.
Y se exigen y me exigen y yo los miro a veces, casi sin creer lo que mis ojos alcanzan.
J. tal vez es el menos enganchado, pero tiene un compromiso moral con M. y lo va a cumplir pase lo que pase. Códigos. Que parecieran que no existen…
Y hoy, sentada al lado de J. esperando que les den entrada a sus compañeros, yo miraba el vacío. El vacío rodeado de hombres que limpian pisos, de otros que salen de aulas de estudio, de otros que esperan entrar a sus pabellones, de otros que pasan hacia su lugar de trabajo… y mi cabeza se alejaba laberíntica por pensamientos como “quién asignará los trabajos”, “por qué elegirán a uno y no a otro”, “cómo sería sus vidas antes”, “ si puede ser fácil caer”…
Y J. mirándome tal vez, pregunta qué sensación me causa estar entre ellos.
Como si leyera mi mente o mi mirada o mi corazón confundido con tanto ruido de puertas pesadas cerrando.
Con un olor particular también que no sé a qué es sino a cárcel.
Si lo pienso lo evoco.

Pero también sé que ese rato conmigo les cambia la vida. Esa vida.
Y que piensan en la salida al teatro cuando hagamos la función, y la gente que va a estar mirándolos, sus familiares acompañándolos…
Y sé que voy a ser yo quién esté con ellos en esa situación. Y me enorgullezco del lugar que ocupo.

Porque también vuelvo a casa renovada.
Sabiendo que tengo miles de pequeñas cosas instaladas como que me corresponden, pero que a ellos se les desapareció en un abrir y cerrar de ojos.
Y pienso que no pueden tener. Nada. Nada de lo importante, nada de lo que a mí me acompaña a cada instante y que doy por sentado que es así porque sí.

Y no me importa el delito porque no convivo con el delito. Convivo con hombres y mujeres pagando una culpa. Convivo con sus sensibilidades, con sus pensamientos de la calle, con sus esperanzas, con sus días contados minuciosamente, con sus proyectos para cuando estén afuera, con sus enamoramientos… convivo con sus emociones, con sus dolores, con su parte sensible. Eso me muestran.
No sé las condenas. No sé los delitos. No sé las sentencias.

Sé que les hago un bien.
Sé que me están modificando.
Sé que la experiencia es positiva desde donde se la mire.

Y son mis chicos más responsables.
Y el 15 de julio nos mostramos en sociedad.

lunes, 21 de febrero de 2011

Barraca Gromeló - Presentados en sociedad

Acá los protagonistas de nuestra actual creación...




Madre e hijo. Sunta y Rodrigo. Personajes que se intensifican...








Milagros y Pablo.
¿Nace el amor?
¿Muere el amor?








María.
Fiel. ¿Envidiosa?











Rafael.
Presencia silenciosa.








Catalina. La madrina.
Apropiación. Expropiación.
Desde lejos, secretos.

Orgullo barraco

Nunca hablé de mi Colectivo Teatral Barraca Gromeló.
Nunca hablé de mis barracos.

Hoy sin embargo, siento la necesidad imperiosa de plasmar mi orgullo.

Caminaba a casa sintiendo una felicidad que me excedía el cuerpo.
Y registré que es la felicidad que siento cada vez que termino un ensayo.

Porque mis barracos me llenan el alma.
Porque realizan mi sueño.
Porque se entregan enteros.
Porque me respetan.
Porque apoyan mis decisiones y me ayudan a decidir.
Porque tiran del carro con fuerza titánica.
Porque se juegan a encarar sus temores.
Porque se van animando.

Porque valoran hasta los retos.
Porque desean crecer. Y me hacen crecer.
Porque se comprometen.

Porque mis barracos que (por esta vez) no tendrán sólo una letra
Me hacen feliz.

Porque

Daniela
Pepe
Yésica
Agustín
Fernanda
Federico
Mariula
Libertad
Mirta
Eduardo

Hacen que cada vez quiera más mi profesión.
Hacen que me esfuerce por darles cuanto poseo.

Pero por sobre todas las cosas, hacen que la FELICIDAD se llegue hasta mi puerta y permanezca cerca aún cuando ya se fueron.

Gracias, MIS Barracos!
Los quiero.

Significancias del destino

Quería un nombre para mi casa.
Rodeada de artesanos, uno de ellos trabaja la madera.
El nombre estaba pensado: Doña Rosita.
Vale aclarar: la casa pintada de rosa, y sí, el personaje de Lorca.

Por esas cosas, el artesano vecino jura y perjura que yo le dije otro nombre, por lo que mi casa pasó a llamarse Doña Rosa.
Así, sin la referencia a Lorca. O sea, sin la referencia a mi relación con Rosita.
Y en estas lecturas extrañas que uno se inventa me pregunto: será que tal vez estaré lejos de ser Rosita???

Y la pregunta siguiente, como bien me dijo D. es… ¿Será por rosa, el color del amor?
Y también resulta que es el color de mi signo.

Y resultará entonces que el destino sabe más que una.
Y que habrá que entregarse a lo inesperado.
T habrá que pensar, sin dudas, que hay un Alguien que sabe más que yo.
Incluso, en estas pequeñas cosas.

martes, 18 de enero de 2011

Pequeñas delicias de la vida vacacional

Al no tener como preocupación la falta de trabajo y los enfermos en el entorno familiar (cosas que sí sucedieron durante el 2010) cualquier preocupación actual se vuelve casi insignificante (gracias a Dios!!)

La búsqueda del citroën sigue en marcha aunque no ya como una preocupación sino como una ocupación constante y sonante.
Podría decir que es para casi lo único que salgo del reducto hogareño. (Tanto que hoy era mi tercera clase de yoga y ya falté).
Después… en esta época de bonanza me puede preocupar qué plantas compro para agregar a mi jardín, o de qué color pinto alguno de los pequeños muebles que estoy interviniendo o… la pequeña preocupación actual que tiene que ver con mi cambio (o no) de mi color de pelo.
Mis elecciones en este sentido siempre tuvieron que ver con una estética particular o con un determinado estilo que le quería imprimir al personaje en el cual a veces, decido convertirme.

El platinado que calzo desde hace casi tres años también fue una decisión de ese estilo.
Coincidió con el estreno de mi primera obra, con el cierre de alguna ex historia amorosa todavía dando vueltas, con el comienzo de una instancia laboral más cercana a mi vocación (por ende, la salida de un entorno laboral más prejuicioso a la hora de los cambios drásticos) y porque siempre en mi historia, todo cambio interior se ve anticipado por el cambio precedente en mi cabellera.

Pero más allá de todo eso, el platinado fue siempre una fantasía a concretar.
Un desafío a asumir.
Y cuando lo concreté me gustó tanto tanto que no lograba entender cómo había esperado tanto tiempo para llevarlo a cabo (otra cosa más).

Instalada en mi nueva ciudad, definitivamente fue un rasgo identificatorio.
(Verdaderamente, no hay nadie más aquí que lo use).
Y lo llevé orgullosa durante más de un año.
Pero es verdad, NADIE MAS LO USA.
Lo cual habla sin dudas de mi originalidad, pero también de una cierta desubicación con la precaria moda citadina.
Ya me caracterizo por mis pantalones, por mi bicicleta y sus accesorios, por mi profesión… ninguno de ellos, atributos contraproducentes.

Ahora bien… de mi cabello no puedo decir lo mismo.
Más allá de mi elenco y de mi otro grupo de adultos, debo decir que mi principal fuente de trabajo son los niños.
Claro que en todos los ámbitos en los que los encuentro por primera vez, el comentario inicial es: "seño, ¿ese pelo es suyo?". Después de darles las explicaciones pertinentes al proceso de decoloración y en algunos casos, de dejarles tocarlo (como si estuviesen frente a la mismísima barbie, y no lo digo por el físico, obviamente) el impacto pasa y se vuelve cotidiano.
Pero otras veces (y últimamente, repetidas veces) me enfrento a la terrible brutalidad de los niñitos que directamente y con desparpajo se dicen entre sí y en mi propia cara "mirá la viejita".
El cross que recibo pega fuerte y cuando los cachetazos se suceden, me dan ganas de bajarme del cuadrilátero.
Y en eso estoy.
Por bajarme.

Otras de las instancias significativas de mis vacaciones, será precisamente mañana cuando vuelva a lucir mi cabellera negra.
Ya no seré fácilmente reconocida a la distancia ni recordada luego de la primera vez vista, pero me quedaré con la tranquilidad de que esas intolerables a veces criaturas endemoniadas, no me refregarán los años por mis narices y me mirarán tal vez, como a cualquiera buena docente argentina.

domingo, 16 de enero de 2011

Voyeur

A través de mi ventana veo a una niña pequeña.
Hermosos rulos, nariz repingada, remera rosa muy coqueta, pantaloncitos de moda.
Está jugando. Con su hermana, creo.
La hermana es mayor y no se la ve tan divertida.
La niña está feliz.
Intenté fotografiarla, pero como siempre me ocurre en estos casos, mi máquina estaba sin pilas.
Se ríe.
Se divierte.
Me gustaría hacer lo que hace ella.
Claro, yo no tengo edad.

Tampoco prejuicios con el juego. Mucho menos. Trabajo con ellos.
Pero esto…
Es demasiado aunque no me vea más que la niña.

La envidio un poquito, también.
Esa libertad, ese desparpajo…
Está literalmente revolcándose en el barro.
Con barro desde los pies hasta su cabeza.
Salta, Salpica como si fuera agua, se arrodilla, la empujan, se ríe, se levanta, se tira otra vez…

Y yo la miro.
Y me sonrío.
Me gusta verla.
Igual, no creo que su madre al verla, piense lo mismo.

martes, 11 de enero de 2011

Bellísima mañana gris

El silencio humano es extremo.
En su defecto, mi oído puede captar por lo menos siete especies distintas de trinos.
La chicharra habitual anunciando la presencia de calor más allá de este frescor evidentemente pasajero; un gallo a lo lejos cantando a deshora (no creo que de verdad sólo canten al amanecer); pájaros y más pájaros de los que ignoro su nombre pero que me dan la sensación de una paz inconmensurable.
Y cuando pienso que esta realidad es mi cotidiano no puedo evitar sonreir.
No tengo que irme lejos a buscar el descanso en vacaciones.
Sigo celebrando por enésima vez mi acertado cambio de vida.

sábado, 8 de enero de 2011

Extraña soledad

Como si no fuera mía, como si me fuese ajena.
Esta noche se me presenta así de extraña, intrusa.
Y hasta se me da por pensar que mi elección solitaria, de ermitaña en la sociedad, no es una verdadera elección sino la opción más llevadera, más accesible, más resoluta.

Pero estos días son días de gente.
Son días de amigos.
¡Tengo amigos en mi nueva ciudad!

Y parece que las vacaciones, este reordenamiento de algunas cuestiones, esta meditación de mi vida que se asoma al mismo tiempo que las estrellas en el cielo diariamente, trae alteraciones (benditas ellas) en mi conducta social.
Y entonces resulta que hace cuatro días que la casa desfila gente.
M. de Sui (hay tantas M que en unos años, en unos meses no voy a tener ni idea de quién se trata), S., D. y M. (mis barracas), P. y el moscato, E. claro, aún por acá...

Y entonces esta noche, cuando la casa quedó sin amigos, sin música sonando, sin mate compartido... la soledad se apersonó indebida.
Ahora ya me acostumbro.
Desde lejos entra por la ventana una música que acompaña y ya disfruto los espacios a solas... será tal vez porque sé que mañana traerá más amigos...

Ayer y hoy, E.

Un E. desde la charla. Un E. que habla de sus miedos, de sus angustias, de su rareza en su ciudad.
Alto. Un E. QUE HABLA.
Y no me resulta extraño que suceda justo en el lugar en el que a mí se me revelaron mis sentimientos más enraizados. Esos mismos que estaban ocultos bajo el polvo de la ciudad.
Él no se encuentra geográficamente dice. Pero sí se está encontrando con su interior. Como me pasó a mí, como debía ser, parece.
Y es desde este lugar desde donde quiero conservar el vínculo. Porque es el E. que siempre quise develar y siempre a la vez, se me negó.
Y justo ahora, de casualidad (como si las casualidades existieran) viene a nacer en este aquí y ahora tan particular.
Por mí, por él, por la ciudad, por mi sentir, por mi decir, por mi elección de desapego de esa intensa soledad pasada, por ese amor tan no querido y ahora desvanecido.

miércoles, 5 de enero de 2011

En busca de confirmaciones

Sí, claro que las necesito.
Sobretodo cuando su amor (no, corrijo. Mi amor por él) estuvo anquilosado en mí por una eternidad.
Escucho Silvio Rodriguez, Serrat (que era nuestro conector), mis amigos surqueros... y en ninguna de las letras siento una identificación.
No lloro por ningún amor perdido. No extraño. No quiero que nadie esté en mi cama.

Y celebro entonces el vaciamiento para volver a llenar.
Porque esa trasmutación que remarcaba M. (y precisamente en mi cama, nada menos) tiene que ver con esta posibilidad recién descubierta: sí, quiero llenar.

Y entonces las canciones se disfrutan desde la poética puramente.
¡Y qué bellas las redescubro!
Puedo volcarme otra vez al romanticismo musical empalagoso, porque... NO LASTIMA!!!!

Ay, qué bellas mis vacaciones...

martes, 4 de enero de 2011

Búsqueda desesperada

En algo así como un poco más de un mes, pretendo volver a mi trabajo en Giles manejando mi propio auto.
Pero la realidad es que todavía no sé manejar y menos aún, puedo dar con el auto que quiero.
Desde la época en que L. estaba en mi vida, fantaseé con que mi primer auto sería un citroën.
Por estética, por gauchito, por que sí, siempre quise comenzar mi etapa de manejo al volante de una rana.
Todavía en Mercedes se pueden ver muchos y variados.
También son bastante los que están en venta, pero con mi mecánico exigente y especialista que me orienta, todavía no logré dar con ninguno a mi medida.
Si no tiene rota la caja está picado el chasis o no tiene limpiaparabrisas o la tercera no entra.
Y entre análisis y comentarios me voy adentrando en este desconocido mundo de los fierros y sus terminologías.
Mañana voy a ver uno a Gowland.
Ojalá la ida valga la pena. Tengo ganas ya de disfrutarlo. Tengo ganas en realidad de conseguirlo!!!

Bel far niente

La belleza de no hacer nada.
Y se me da tan bien...
Me cuadra de mil maravillas la ausencia total de horarios.
Ya no uso reloj. Apenas si me guio por el sol como para tener una mínima idea de en qué momento del día estoy. O para no llegar tarde a las pequeñas compras cotidianas.
Después... cuando quiero duermo, cuando quiero escribo, cuando quiero leo, cuando quiero como, cuando quiero tomo sol...
La grandiosa posibilidad de ver salir todas las estrellas. Me siento cuando entra la noche en mi reposera y con camperita (sí, pese a las temperaturas casi infernales, en mi nochecita campo necesito camperita para estar a la intemperie) y los ojos se me van al cielo hasta que lo veo en su negrura absoluta y bañado de estrellas.
En silencio, disfrutando... no sé si eso es meditar, estar en contacto con Dios, con la naturaleza o con el universo... pero es una sensación tan maravillosa...
Y considerando que mi plan de vacaciones no contaba con grandes movimientos sino tan sólo descansar y repensar... esa instancia me condensa encuentros con mis realidades y mi corazón se pone en sintonía, se ordena.
En ese orden debo decir que creo finalmente, haber erradicado a E. de mis emociones.
"Dirás que ya era hora y con razón" reza un poema del gran Benedetti.
Era tan simple como comprender que el hecho de no estar en el presente no significa que no haya sido importante.
Y frente a mis dudas de que esto sea verdad, tengo la prueba irrefutable de que no pude abrir mi cuerpo a su presencia. ¿Será entonces indudable que está cerrado el corazón?
Reescribo: será entonces indudable que está cerrado el corazón.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Estado actual

Técnicamente, ya estoy de vacaciones.
Me queda por ir un día a Giles pero digamos que al no haber niños de por medio, es como si fuera de paseo. Bueno, no sería la ciudad que elegiría para pasear, pero ese dato no viene a cuento.
Y están también los ensayos, claro.
Restan pocos encuentros en este año. Y eso es lo que hace que sienta que aún no estoy de vacaciones, porque tomé la firme decisión de descansar del teatro también. Lo necesito. Para re enamorarme. Para re disfrutarlo. Para que la creatividad arranque de cero, sin ojeras de cansancio.

Vacaciones, decía.
Mi plan es archi sencillo: descanso en casa.
Mi casa que hoy iba a empezar a mejorarse con la venida del jardinero y que se frustró por esta maldita lluvia.
No me gusta planificar porque cuando los planes no resultan como los imaginé me enojo, me angustio, me malhumoro.
O sea que... ¿mis vacaciones las empecé de malhumor?

Pienso mejor entonces que la lluvia parará, el jardinero vendrá, yo podré poner mi pileta en el pasto recién cortado, llenaré de flores y plantas el jardín ahora que parece que mis perras están madurando y que ya no se les da ni por hacer pozos interminables ni por arrancar todo lo que sale de la tierra, y que en esas condiciones mis vacaciones serán lo relajadas y tranquilas que las imagino y necesito.
Sí, así está mejor el pensamiento.
Después de todo, todavía falta una semana para Navidad y hay tiempo de sobra para que la casa esté en condiciones.

Ordenar afuera para ordenar adentro.
De eso se trata.
Escribiré mucho (imagino que tendré un romance con mi teclado este verano), leeré mucho también y ordenaré mi cabeza y mi corazón para empezar el nuevo año con menos tristeza y más cosas claras.

Pensé en viajar unos días para ir a ver a N.
La verdad, necesito su abrazo, sus palabras, una charla con ella de aquellas que supimos tener: interminables, profundas, íntimas, sinceras.
Pero en esta necesidad de ser fría en algunas decisiones considero que es un gasto muy grande para unos pocos días, que además se complicaba el ordenamiento de los perros y además de eso, con el plan ya en marcha de la búsqueda de mi primer citroen y la necesidad imperiosa de aprender a manejar, la ida a ver a N. iba a ser más una complicación que un disfrute.
Quedará pendiente para alguna otra oportunidad.

¿Seré capaz entonces, de generar amistades como aquella pero más cercanas, acá nomás, al alcance de la mano?
Otro desafío para estas vacaciones.

Cuenta regresiva en marcha.
Diez…
Nueve…
Ocho...

Odio la lluvia

Volver al rudo después de tanto para retomar con un pensamiento negativo.
Aunque si lo pienso bien, también tiene su lado positivo y por eso mismo, importante.

Tiempo de movilizaciones internas.
Tiempo de sentarse con el corazón en la mano y animarse a reconocer miserias y necesidades.

Hay vientos que desatan tormentas.
Hay huracanes que desnudan el alma si uno está desprevenido y no tiene un árbol a mano del cual asirse en caso de que el viento arrastre.

Siento que por la mía pasó uno de esos que destruyen hasta los pensamientos.
Y en medio de tanto descalabro, no atino a pararme a pensar qué es lo mejor y qué no. Simplemente, me dejo llevar. En algún momento, parará.

Y ahora que parece que calmó, es tiempo de recoger los pedazos y acomodar de nuevo el rompecabezas en el que se convirtió mi corazón.
Entonces… reordeno la casa, pongo colores donde hacen falta, perfumo el aire y aprovecho las vacaciones para reordenarme por dentro.

Soledades.
Elecciones.
Decisiones.
Amores y desamores… como para empezar a rearmar el rompecabezas desarmado.

Hay realidades propias con las que no estoy de acuerdo.
No sé qué hice o qué dejé de hacer para que se instalen con tanta presencia en mi cotidiano, pero estoy preparada para encararlas y modificarlas.

Hoy D. me decía que me notaba más triste, con menos chispa, más apagada.
Y sí, hay un poco de todo eso. Pero aún así, la férrea voluntad de girar lo que esté a mi alcance para ubicarlo en un lugar más a gusto, más agradable, más llevadero.

Tantas emociones conviven dentro mío en este momento que siento que me avasallan.
Navarasas.
Se revelan, se muestran.
Se mezclan, se confunden.

Y yo empiezo a aclararme, como el cielo después de tanta lluvia.

viernes, 29 de octubre de 2010

De luto

Recuerdo haber visto llorar a mi padre en dos escasas ocasiones. Y siempre con la muerte rondando cerca.
La primera, cuando internado en un sanatorio miserable, abandonado, con pasillos con ecos eternos de madrugada y yo cuidándolo, tomó conciencia de la muerte de su hermano ocurrida pocos días antes.
La segunda, ya al límite de su vida, cuando tomó conciencia de su propia cercana muerte. Y también recordó a su hermano.
En las dos estuve presente.
Como si la muerte (o la vida) me diera la posibilidad de ver que su inquebrantabilidad no era tal. Como si me dieran la oportunidad de verlo humano, débil, más hombre que padre perfecto.
Hace casi tres meses que murió.
Y yo nunca lo lloré.
Y hoy, invadida por esta muerte general, por esta muerte de todos, por esta muerte que acerca hasta a los polos más lejanos, hoy, con esta muerte país que duele en las mismísimas entrañas, hoy, pienso en mi padre y sí, lloro.
Lloro no haberlo llorado.
Lloro al pensar que si viviera sería la tercera vez de su llanto.
Lo imagino sentado en su sillón como desde hace años, viendo pasar la vida por una pantalla.
Y desde hace casi tres días él hubiera estado ahí, pero viendo pasar la muerte, conmovido por los homenajes, emocionado por las presencias, las banderas, la autoconvocación, y pensando tal vez, en su propia partida.
El viejo quería a K.
El viejo que mantuvo su silencio de voto aún con su entorno más cercano, pero que sabíamos que aunque su elección no era dicha, los ojos se le iluminaban de esperanza cuando K. aparecía, cuando K. hablaba, cuando K. prometía… y cumplía.
El viejo se murió sin poder saber que ganó su juicio contra la empresa que lo explotó durante años y que no le actualizaba su jubilación como él sabía que merecía y que K. puso en marcha la posibilidad de su revancha.
Sí, la empresa que lo explotó en sus años mozos no era otra que Clarín.
El viejo hubiera llorado esta muerte.
Y yo la lloro por él.
Y por primera vez también, lo lloro a él.

Dos muertes dolorosas.
Dos ausencias terrenas.
Dos almas que deben estar saludándose y el viejo agradeciéndole.
Y K. palmeándole la espalda.
O las alas.

lunes, 25 de octubre de 2010

Por la vuelta

Lástima saber que no te colarás por mi paisaje para compartir puestas de sol o noches estrelladas.

Y mucho más aún porque ciertas cosas permanecen intactas.
Intacto nosotros.
Intacto el deseo.
Intacto también mis palabras desmedidas y tu consabido silencio.

Intacta la necesidad, intacto el abrazo, intactos los besos, intactos los dos.

Intacto.
Que no es sin tacto.

Amor que no lo es pero se expresa.
Miradas de añoranza y besos resurgidos.
Tacto.
Contacto.

Intactos de amor.
Intactos.

martes, 19 de octubre de 2010

Cambio de equipo

Interurbanidad.

Alguien le dijo a alguien que en las escuelas de estética debemos cuidarnos de confundir el cariño con la educación.
¡¿Pero como educar sin cariño?!
Comentario difuso, suelto al aire en lugar no apropiado, y lejano a la realidad. Por lo menos a mi realidad.

Soy la nueva MED de la escuela de estética de Giles.
Y claro que me alegra, por supuesto.
Lo necesitaba, lo deseaba, lo buscaba. Algo, un poco de tranquilidad laboral.
Un pasaje por escuelas poniendo mucho de mí donde podré permanecer.
Es placer.

Pero también fue desazón, fue tristeza, fue soledad.
Porque para acceder a ese cargo debí renunciar a mi suplencia en Suipacha.
En mi querida Suipacha.

Querida desde la pequeñez de la ciudad.
Querida desde la bienvenida a brazos abiertos el primer día que aparecí en la escuela.
Querida desde la calidez de mis maravillosos compañeros.
Querida desde las salidas a las plazas a ensayar nuestros ritmos.
Querida desde los almuerzos compartidos y los mates bienvenidos.
Querida desde los festejos de cumpleaños con papas fritas y palitos (M. no imagina un cumpleaños sin estos aditivos).
Querida desde las charlas en ruta.
Querida desde la tecnología puesta al servicio de los buenos deseos.
Querida desde Belgrano y Dolores y las empanadas premiadas.
Querida desde los golpes al bombo y el policía en la plaza.
Querida… simplemente, querida.
Por mil cosas, querida.

Recuento momentos (unos y otros) y pareciera que estuve años anclada en esos corazones.
M. (la femenina y el masculino), D., S. personas personajes que aparecieron en mis días como un remanso a los vínculos desencontrados.
Personas que identifico con mis primeros pasos en la docencia formal.
Docentes maravillosos de los que aprendí mucho cada día.
Compañeros. Eso, sencillamente COMPAÑEROS. Especialmente, COMPAÑEROS.

A veces la emoción anuda las palabras en la garganta.
A veces no deja fluir la inspiración como quisiera porque agolpa de recuerdos la sensorialidad táctil y se me dificulta el contacto con el teclado.

No pude despedirme.
(Tal vez porque no se necesite despedida).
Porque van a estar por siempre en mi corazón y voy a hacer lo que pueda para que sigan también en mis días. Ya no como rutina cotidiana, ya no compartiendo flanes y palitos de hojaldre, pero sí como encuentro de amigos, de colegas, de pares.


Hoy en mi primer día en Giles almorcé sola.
En un pequeño restaurante de la ciudad. Sola.
Pensando en Suipacha, extrañando Suipacha.
Celebrando el nuevo cargo, el cargo propio… pero sola.
Con un distintivo de la nueva escuela en mi pecho.
Pero mi corazón todavía latiendo por un amor dejado a 60 km. De distancia.

A girar

Chacabuco fue TEATRO.

Con la sensación corporal de haber representado una función sensible.
Con la seguridad de que gustó.
Con la emoción en la piel, tal vez por primera vez, del disfrute a la hora del saludo.
Con la certeza de saber que Jardines… soy YO.
Con la confirmación de que vivo del teatro.
Con la alegría del después.
Con la ansiedad por que se repita.

Y descubriendo, además, los beneficios de la soledad teatral.
Si este encuentro teatral, esta gira la hubiera hecho con elenco, me hubiera encerrado en el ostracismo de lo conocido y me hubiera perdido del intercambio y del conocimiento de gente maravillosa.
L a soledad de ser yo, sólo yo para todo me permitió dar con la calidez de P. que estuvo a mi lado desde que entré a camarines y permaneció conmigo hasta la despedida en la terminal a las cinco de la mañana.
Descubriéndome su mundo (y otro poco adivinado), me sentí gratamente acompañada.
Sé que tengo una casa a la cual puedo volver.
Sé que habrá próximos mates chacabuquenses.
Sé que habrá visita también a mi ciudad.

Rueda mágica la teatral…

Y en Chacabuco también sentí la profesión en su totalidad.
El director que me invitaba yéndome a recibir a la terminal, el encuentro con los actores locales, la previa de la función, la cena posterior, la habitación de hotel… en síntesis, la gira.

Giro con mi obra.
Giro con mi creación.
Giro con mi trabajo.
Giro con lo que me gusta.
Giro.
Giro.
Giro.

(Y ahora bailo de felicidad).

martes, 28 de septiembre de 2010

Y la lluvia no llegó

Segunda vez en cuarenta y tres años.
¿Premonitorio de cambio?
Tal vez.
Ojalá.

Ayer aseguraba que no creía en milagros.
Pero ayer también cambió el rumbo de los acontecimientos y la negatividad dobló por una callejuela equivocada y logré burlarle el paso.
Y hoy descanso con mi almohada en los hombros con olor a tranquilidad y semillas emocionadas.

El que no haya llovido es significativo, no puedo dejar de considerarlo.
El que mi padre no estuviera en cuerpo presente también es un dato que no puedo dejar de mencionar.
Pero que los vínculos, los escasos vínculos citadinos hayan cambiado tan significativamente es un hecho tan representativo que lejos de entristecerme me ubica en una nueva forma de mirar a los integrantes de esta ciudad que no logro comprender.

Los de siempre, los queridos, los pensados… esos estuvieron todos.
Por teléfono, claro. Pero presentes.
Los que miran la vida con el mismo par de anteojos que los que uso para manejarme cotidianamente.
Los que, cada uno a su manera y en su metié favorita, siguen los mismos molinos de viento que guían mi despertar diario.
Esos, aquellos, estos de este lugar preferencial en mi corazón, esos estuvieron todos.

Los de acá… me atrevería a decir que son una casta particular.
Un imaginario particular dentro del imaginario general.
Anoche cuando ya quedábamos menos D. me dijo algo revelador: tal vez no todos los vínculos tengan que permanecer. Tal vez algunos, varios, sólo pasen por nuestra vida momentáneamente, tal vez incluso, para cumplir una misión, para orientarnos en una búsqueda, para marcarnos un camino o incluso también, de manera equivocada.

En esta soledad elegida, en este iniciar de cero, la permanencia a veces, se me vuelve un fin en sí mismo.
Y tal vez en esa persecución, me pierdo de la objetividad de la calidad vincular.
Yo quiero que todos sean permanentes. Porque necesito alguna permanencia.
Porque estas ausencias de ahora me recuerdan la distancia física de mis permanencias lejanas.
Y a veces duele.

Cuando veía dirigir a L., cuando lo analizaba dando sus clases, cuando intentaba mirar a través de su mirada, no podía entender cómo era capaz de ver tanto en cosa tan pequeña.
Aprendí de él a mirar minuciosamente sobre el escenario.
Pero ahora creo que me concentré tanto en eso que perdí la capacidad de mi mirada cotidiana, de mi mirada en el afuera, en el mundo que me rodea a diario, en el abajo.

Anoche hablábamos también de cumpleaños como inicio de nueva etapa.
Fue un cumpleaños feliz.
Fue un cumpleaños revelador.
Fue un cumpleaños de haber estado con quien realmente debe estar.

Fantaseo siempre con cumpleaños tumultuosos, y tiendo a eso incluso cuando me siento mejor en lo pequeño. Cuando reconozco que en la tumultuosidad, no sé conducirme.
Como si las presencias fueran las únicas determinantes de cariño.

Ahora mientras escribo, llueve.
La lluvia llegó con un día de retraso.
Y si bien este es el estado que originariamente me remite a mi cumpleaños, logro asegurar que el día de sol también me sienta bien para mi festejo personal.

Muchas emociones.
Muchas revelaciones.
Muchas decisiones de acá en más.
Muchas personas a las que seguir queriendo.
Muchas otras a las que no dedicarle más tiempo.
Y no está mal.
Y no hace mal.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Olor a verano

Las estaciones y sus olores.
Cada una lo tiene y empiezo a hacerlos carne casi sin darme cuenta.
El invierno pasado, mi primero aquí, el verde inicial del campo se fue tornando de una aspereza que lastimaba. Todo seco. Lo que quedaba, seco.
La primavera intentó llenarse de colores, intenté que suceda pero sabias palabras dijeron: "o perros o jardín". Y sí, fueron perros nomás.
Verano.
Redescubrir el verano al aire libre.
El olor al pasto recién cortado que invade la casa y perdura más intensamente que mi Gurudev.
La resignificación de la siesta, casi inevitable con la temperatura trepándose a las alturas.
La pileta y el recreo de frescura para apaliar el sol intenso.
Las noches cenando a la luna y ese olor a noche, a cielo, a estrellas y a silencio.

Como antesala a la primavera que ya se asoma, aparece hoy un olor conocido.
En este invierno el pasto no dejó de estar presente y se fue estirando al cielo de manera incontrolable. Eso y yo que abandoné el placer por mi casa, por esta casa.
Pero hoy… hoy apareció el bendito olor al pasto recién cortado. Como en pleno enero. Como en las tardes insoportables de calor.
Y la casa ya se ve diferente.
No lo que mi imaginación quisiera (siguen dominando los perros) pero algo más parecido a lo transitable.
De todas formas, quiero probar con algunas plantas. A ver si logro la sobrevivencia. Deberán ser grandes, altas, como ya crecidas y desarrolladas, como si hubiesen nacido acá desde tiempos inmemoriales.

Mi sauce eléctrico está renaciendo.
Miles de brotes nuevos lo cubren. La primavera se hace ver en lo pequeño.
En mi alma aún hay varias hojas mustias.
Última noche invernal esta que está llegando.
Tal vez amanezco con corazón nuevo también yo, igual que mi sauce eléctrico.

Confesión (o el arte del corazón abierto)

En este juego de ser liberal, de no tener estructuras, me libero de las estructuras internas emocionales y digo:
Lo amo.
Lo amo y nunca dejé de hacerlo.

Si saco las caretas de lo que me conviene, de lo que es lo mejor desde la racionalidad, si desnudo mi alma de toda posibilidad de pensamiento y la dejo ahí solita, con su más interna emoción, ahí aparece también la carta de la verdad, el cachetazo de la realidad, lluvia fresca de sinceridad: lo amo.

Mi mundo estaría completo si él lo ocupara.
Mi felicidad sería aún mayor si pudiera pensarlo y convocarlo.
Si abrazando mi noche estaría su cuerpo.
Si mis proyectos tuvieran su aval.
Si mis lágrimas y mis sonrisas contaran con su hombro.

Con él y sólo por él, mi SI sería completo y sin miedos para todo.
La irreflexión total.
El SI más pasional de mi vida.
A todo.

Y las coincidencias que conmueven.
Yo que le digo algunos desvaríos y él que me confiesa haberme soñado.
Y sí, lo sé con certeza: nuestras almas siguen vibrando en la misma sintonía amorosa.

¿Por qué el hombre será tan complejo?
¿Por qué no podremos tan sólo, concretar nuestras pasiones, seguir nuestros amores, nuestros corazones, nuestros sueños más conmovedores?

¿Qué aire de campo me devela mis sensaciones y me lleva a desearlas con toda la fuerza de mi corazón?
¿Por qué callé antes?

Sigo insistiendo en que la ciudad, la gran ciudad, las luces de sus calles encandilan el alma.
Mi noche estrellada en cambio, me ilumina el corazón.

Y con él fantaseo mi casa de campo. Nuestra casa de campo.
Porque con él, sólo con él, sí querría un nuestro.
Teniendo como única posesión, su mundo.
Teniendo como única noche, su cuerpo.
Y como único norte su amor.

Podrá haber muchas letras del abecedario en mi universo cotidiano.
Pero mi E., mi mágico E. siempre será UNICO.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Semejanzas. Semejante

En esta noche comprendo que mi F. sí se parece a mi E.
Por algo habrá sido que el abecedario los coloca juntos.

A veces creo realmente que mi vida diaria no es ordinaria.
Que mis pensamientos, mi pasión, mi decisión de vida no lo son.
Y que lo que yo no considero especial, para otros sí lo es.
Y que mis riesgos son tales.

Dice que está feliz pero que perdió alegría.
Lo que debería ser goce se le vuelve complicación.
Y no me alegra.

No sé cómo paso por la vida de los otros.
Pero sé que no es la primera vez que genero esta dicotomía.
Y no me alegra.

Pero además pienso en los desencuentros.
Una vez más, los desencuentros.
Los que podrían, no los atravieso.
Los que atravieso, no pueden.
¿Busco o me encuentran?

Debe existir una especie de patrón, de modus operandi interno y oculto cuando se eligen siempre los mismos tipos de vínculos.
Y no me alegra.

Mi vida no es ejemplar ni paradisíaca. Pero la sigo eligiendo así como está.
Pero con los vínculos… con los vínculos me pasa otra cosa.
Me está pasando otra cosa.
Quiero modificarlos. Quiero encontrar un poco de paz, de quietud, de cotidiano, de diario y ordinario.

Él me admira.
Dice que empieza a amarme con no sabe cuál tipo de amor.
Pero el estar conmigo no es lo mejor, parece.
Hay algo en mí que hace ver en los otros su adentro, su interior, su mundo pequeño.
Y por lo general, ilumino las zonas que no se quieren ver.
En las que se encuentran los deseos ocultos, las fantasías, las pasiones no desatadas… y que no se quieren desatar.
Y cuando el volcán empieza con su ebullición, uno se refugia a ponerse a salvo.
Y él también va a hacerlo en breve.

Me pidió que no lo deje.
Que no lo deje solo.
Que no me vaya todavía.

Y yo me pregunto… ¿para qué permanecer?

(Hago un stop en la escritura y pienso. Busco respuestas. No encuentro. Pasan los minutos y no encuentro).

En realidad, no sé si soy yo la que debo tener la respuesta.
No soy yo quien tiene las dudas.

Porque mi respuesta está a flor de labios: irse.
Ya no con el circo, pero sí de su vida.
Si no es placentero, no quiero estar.
Si quita alegría, no quiero estar.
Si no se disfruta, no quiero estar.

La noche altera las intenciones.
El lugar era ideal para pasar un momento grato.
No para develar sentimientos ocultos.

Pero su universo necesitó develarse.
Y yo escuchaba todo como saliendo de otra boca pero por segunda vez.

Me animo a seguir avanzando. Pero no sé si vale la pena.
Tal vez debería evitarlo ya que las manifestaciones son tan semejantes.
Estoy cuidando que el desarrollo no sea el mismo.
Debería evitar que el desenlace lo fuera también.

No por mí.
O tal vez, también por mí.
No le temo al dolor, pero prefiero evitarlo.
A tiempo.
Antes de que se propague y contagie el resto de los espacios comunes.
Ahí lo extrañaría más.
Ahí lo necesito.
Ahí no quiero yo que él se vaya.

No me arrepiento de haber mezclado, pero esta noche (tal vez sólo esta noche) digo: qué cagada haberlo hecho.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Viéndolos irse

Vi partir la caravana del circo.
Y un único pensamiento me atravesó: "Llévenme".
Parada, sin moverme, viéndolos irse. Pero claro, no hablé.
"Tengo tres perros que dependen de mí", pensé.
Y a consciencia, por fuerte que parezca, es la única razón que me impide seguirlos.

Corazón desarraigado.
Que este es mi lugar, sí.
Pero que también podría dejarlo en cualquier momento por ir detrás de un ideal mejor.

Seguía viendo la caravana, los camiones (¿habrán encontrado el chofer que buscaban para que los acompañe?)y por mi retina mental iban pasando miles de imágenes.
Y todas ella me remitían a una sola cosa: comprender. Comprenderme.

De modo inesperado, sorpresivamente, entendí el por qué de mi ausencia de grupos de pertenencia, de mi soledad elegida, de mis amigos eventuales, de mis amores pasajeros, de mi elección de no poseer ( ni casa, ni auto, ni tierra), el por qué de mi desapego con mis materialidades… mi desarraigo.

Si no fuera por mis perros, todo cuando me interesa cabría perfectamente en una valija. Y podría irme con el circo.

Creí que la muerte de mi padre intensificaría mi relación con mi madre.
Creí que a partir de ese momento, tendría por fin, la relación casi ideal que fantaseé tener muchas veces.
Pero comprendo con la piel un poco desgarrada que los vínculos son reales, no fantásticos.
Me imaginé exenta de su maldito comentario: "Cómo quiero estar en mi casa".
Traté de hacer hasta lo imposible (¿habrá sido ese el error?) para que se sintiera cómoda, para que quiera permanecer, para que se vuelva a conectar con una parcela del mundo.
Pero nada es suficiente.

Y luego de mucho tiempo comprendí que nada, absolutamente nada será suficiente.

Tengo tantas imperfecciones, tantas decisiones incorrectas, tantos caminos no señalados que nada, absolutamente nada será suficiente.

Y me alegra vislumbrarlo para evitar frustraciones. Más.
Y estos pensamientos y el circo que pasa y mis perros que me esperan.
Ahora sé que vuelvo por ellos.
Sólo por ellos.

Mi madre QUIERE vivir lejos de mí.
Lo razono, lo asimilo y lo acepto.

Mis espacios no cubiertos seguirán sin cubrirse.
Algún otro circo volverá y también lo veré irse.
Cíclicamente.
Hasta que me anime.
Hasta que mi soledad quepa en la valija.
Y mis perros ya no me esperen.

domingo, 5 de septiembre de 2010

La suerte de amar

Amar como ida y vuelta.
Como encuentro de alma gemela, de otra mitad, de complemento.
Hay momentos como este en el que me convenzo de que no tengo esa suerte.
Generalmente me pasa luego de charlar intensamente con alguien que sí la tiene y de determinada manera que hace que finalmente, yo termine deseando también eso para mí.
(Aunque diariamente no lo deseo)
Y entonces surge la frustración.
Los replanteos.
Las ganas de que el tiempo retroceda hasta casi perder la noción de adultez y que todo vuelva a empezar.
Y que yo transite por los caminos que no anduve y que evite los transitados.
Para ver si en la bifurcación fue en donde me equivoqué.
Porque sí, en estos momentos mis elecciones las siento como una equivocación aunque diariamente las celebre.
Otra vez, todo se me confunde.

Y no me imagino en esa otra vida pero de repente la deseo.
Y al desear otra, se me desequilibra esta.
Y todo lo que conseguí me parece que no alcanza y que está mal y que no es lo correcto.

Hoy tengo la sensación de que podría salir corriendo.
Como aquella lejana vez pensaba en Tucumán.
Y sé que estoy donde quiero.
Pero hoy… hoy todo está confundido.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Confesión

Mi madre tiene razón cuando dice que la muerte de mi padre no modificó mi vida.
Es que no veo diferencia entre la ausencia de antes y esta ausencia de ahora.
No extraño su presencia porque desde hace tiempo atrás me la cuestionaba.
Tal vez el tiempo, me consuelo.

Pero no sé.
El vacío de ahora sigue en consecuencia al vaciamiento anterior.
Poco contacto real esporádico. De lo que es para mí universo real.

Casi sin palabras.
Como queriendo escribir obligada para desterrar la culpa.
De vez en cuando aparece la culpa.
Una culpa muy intrínseca por reconocer la ausencia de amor.
¿Tengo culpa por no amar?

Dudas.
Dudas.
Dudas.

Si escribir aclara...

En mi ritual con el agua, digo…

¡QUE HAGA CORRER!


Los malos pensamientos…
¡QUE HAGA CORRER!

Los amores contrariados…
¡QUE HAGA CORRER!

Las contracturas…
¡QUE HAGA CORRER!

El malestar en el cuerpo…
¡QUE HAGA CORRER!

Las alergias de primavera…
¡QUE HAGA CORRER!

Los temores…
¡QUE HAGA CORRER!

Los recuerdos que angustian…
¡QUE HAGA CORRER!

El dolor de espalda…
¡QUE HAGA CORRER!

Los trabajos sin dinero…
¡QUE HAGA CORRER!

Las personas negativas…
¡QUE HAGA CORRER!

Los sueños incumplidos…
¡QUE HAGA CORRER!

Los días para el olvido...
¡QUE HAGA CORRER!

Y rezo: ¡QUE SU ENERGÍA LIBERADORA PERMANEZCA EN MÍ!

Nimiedades que velan el alma

Creo que me resulta más fácil llorar o implotar por las cosas pequeñas que se van desacomodando que pos las verdaderamente importantes.
Llueve.
También llueve mi corazón, aunque no sé exactamente bien por qué.
O sí, pero es tan nimio que no me animo ni siquiera a considerarlo.

Tiene que ver con las proyecciones, con las fantasías, con los planes no resueltos.
Me gusta el vértigo dice F. y es verdad pero también me frustran las cosas que tengo muchas ganas de hacer y que por motivaciones ajenas a mí no se llevan a cabo.
Y pareciera que una pequeñez tan extrema me hace sufrir.

Tenía un plan.
No se realizó.
Y me siento desamparada en esa irrealización.

Entonces la lluvia en mi ventana se justifica.
No me imagino otro día para este corazón mío.

sábado, 28 de agosto de 2010

Abandono de hogar

Estoy acá pero es como si no estuviera.
la casa ya no está como antes.
Siento que una parte mía ya se fue. Es lo que quiero en definitiva.
Pero se vienen desencontrando las mudanzas conmigo. Y cuando parece que puedo, algo no resulta.
El pasto está largo.
El fondo es un fondo.
Lo miro y quiero cambiarlo.
Pero todo lo que hago es seguir mirándolo.
Miro enfrente y quiero cruzarme.
(Eso lo haría, pero no se puede).

Hubo un tiempo de Rivadavia parecido a éste.
Estar pero queriendo irme.
Tal vez me vaya finalmente, como de Rivadavia.
Todo después resultó mejor.

Él en mi cabeza

Toda nuestra historia fue una despedida.
Para no irnos a ningún lado.
O por lo menos, no demasiado lejos.

Porque mis pensamientos lo convocan tan a menudo!...
Hay momentos especiales donde su imagen, su recuerdo, su presencia aumenta con pasos tan firmes que pareciera que quisiera quedarse en mi corazón para siempre.
Pero mi corazón no quiere que eso pase.
Mi razón no quiere que eso pase.
Pero mi corazón insiste.

Cuando estoy triste… él aparece.
Cuando estoy feliz… él aparece.
Cuando siento deseos de un abrazo… él aparece.
Cuando deseo soledad… también es él quien aparece.
Cuando deseo mi casa en el campo… sólo él aparece.

Y yo lo convoco con mi pensamiento, y él se hace presente por teléfono. Casi instantáneamente.
Como si se sintiera convocado, como si escuchara mi corazón a la distancia, como si todavía hubiera algo que nos conecta.
Pero nunca dice lo que yo espero.

Stop.
¿Dije espero?

No, no espero. Deseo.
Eso.
Deseo.
Nunca dice lo que deseo.
Porque no espero. (¿No espero?)


La susceptibilidad, mi susceptibilidad me lo acerca.
Y todo se me confunde.

Porque sumergida en el mar de la susceptibilidad, apenas una cosa que se descoloca, todo el universo lo hace.
Y las decisiones que son maravillosas cuando mi mundo está sintonizado, se vuelven desastrosas cuando todo se me desacomoda.

Y entonces todo en mi vida vuelve a estar mal.
Las decisiones,
El trabajo,
Las elecciones,
Los SI y los NO,
Los amigos,
Los amores…

Mi padre que falleció y no lo lloré.
Las clases que se me vacían de alumnos.
El dinero que no se hace presente.
La incertidumbre de cómo seguir.
Mi tierno amor presente que no valoro su presencia.
Y él volviendo.
Él volviendo.
Para nada.
Por que sí.
Porque no sé por qué se me presencia tan poderoso cuando estoy débil.

Todo se aleja y él llega.

Pero el verdadero, el que llama, el que se presencia por teléfono y no el de mi imaginación… él, el que llama nada sabe de todo esto.
Claro que no.
Tantas despedidas… tantas veces de terminar, tanto tiempo pasado…
¿Cómo explicar que estos pensamientos son todavía recurrentes?.

¿Qué sentido tendría verbalizárselos?
Sé que sentido tendría.
Ninguno.
Es por eso que sólo son pensamientos sueltos, debilidades de un corazón confundido.
Momentos pasajeros.

El no verbalizar permite el juego.
Puedo imaginar cuantas veces quiero sus respuestas.
Puedo hacerle decir lo que quiera.
Como quiera.

Otra cosa sería la palabra dicha.
Sería repetir lo que ya sé y que no quiero volver a escuchar.

Serían años atrás.

Ni siquiera sé si esto es realmente lo que quiero escribir.
Pero es lo que sale.
Por algo sale.
Mejor no escribo más entonces.

Mi corazón me está traicionando.
Creo.

Borrador de una noche inolvidable

Todo se fue dando de manera mágica.
Los que se sumaban para acompañarme, mis deseos de que llegue pero de que no pase, las ganas de estar allá mientras disfrutaba el estar aún acá.
Como diría Angélique "sabía que el encuentro iba a ser especial" y me preparaba para que lo fuera.
Con una energía diferente, con unos nervios que no eran tales y con una alegría inusitada.

Descubrí la plena felicidad del subir a escena.

Desde la previa, sabiendo que debería recordar con mis entrañas cada uno de los momentos vividos.
Era una primera vez importante.
Pero a la vez relajada, disfrutada por la gente que sabía iba a estar acompañando.

Salía de casa sabiendo que me iba al encuentro de momentos especiales.
Y M. que se sumó por el camino como una salvación para ayudarme con la valija.
Y el viaje en tren con mis apoyos charlando de la nada como si tal cosa.
La llegada al teatro y toda la energía que ya por sí sólo emana ese espacio.

Y a partir de ahí…
La emoción.
Porque no hubo más que eso.
Disfrute.
Desde B. que en sus primeras armas como asistente y sonidista y apoyo y y y y y… no dejó lugar para que se me colara la preocupación.
Con E. y M. atentas hasta en mi trabajo de concentración.
La tal Olga que al final no fue a la función.

Y los invitados que empezaron a llegar y los desconocidos que también subieron.
F. con su troupe y pese a sus firmes convicciones de por qué no podía estar,
G. con la felicidad que me dio volverla a encontrar y en esa situación,
L., mi querida L. siempre presente,
y mis andamias que también hicieron fuerza,
Y el resto de los mercedinos...

Y yo disfrutando cada momento de mi soledad escénica como si no fuera la primera vez.
Y con el orgullo infinito de saber que, también por primera vez, los ojos y la atención estaban puestos solamente en mí.
Y con la tranquilidad, también de saber que estaba mostrando lo mejor de mí.

Sí, también hubo nervios e incertidumbre pero era tanto el afecto que sentía recibir de la platea que me olvidé de todo lo demás.
Si hago cuenta atrás diré sin lugar a dudas que fue una de las noches más felices teatralmente hablando.

lunes, 26 de julio de 2010

E. que no es E.

En un primer pensamiento dije: repito la historia de E.
Y si hay algo que no me perdonaría jamás es volver a revivir esa historia.

Me castigaba considerándolo pero aún así tenía ganas de intentarlo.
¡Y qué acertado habérmelo permitido!
Porque mi E. de ahora (que no es E. pero se le parece)
está muy lejos en comportamiento de mi E. pasado.

Porque sus NO fueron claros desde un primer momento
y a partir de sus NO va construyendo sus SI cotidianos.
Entonces...
hay un SI para un mensaje cariñoso,
hay un SI para considerar si estoy bien,
hay un SI para coordinar horarios para vernos,
hay un SI para hacer lo que me hace bien,
hay un SI para estar presente más allá de sus NO.

Y no necesito más que eso.
Empezamos a construir nuestros encuentros especiales.
En el palacio de Aladin.
Y entonces no hay más posibilidad que la magia.
La magia en las miradas,
la magia en las caricias,
la magia en la entrega,
la magia entre nosotros.

Emoezamos a caminar.
Volar es más acertado.
Me gusta más.
Se aplica mejor.
Me hace más feliz.

lunes, 19 de julio de 2010

Soledad compartida

Me gusta esta soledad sola.
En silencio.
En mi campo.
En mi mundo.

Pero es tan agradable cuando esa soledad se rompe momentáneamente, se quiebra, es compartida.

Visitas.
Casa abierta a los amigos.
A los recién conocidos que ya se instalan en el corazón (y ojalá para quedarse)
A los alumnos que poco a poco se van transformando en actores propios y amigos también.
A esas otras soledades que también comparten sus momentos y se abren a las charlas.
A esos huecos de afecto a los que mansamente, me voy asomando.

Lindos momentos.
Lindas charlas.
Lindos proyectos.
Lindas ideas.
Lindos afectos.
Lindos amores.

Sigo celebrando tanto cambio!...

domingo, 18 de julio de 2010

Como saliendo el sol

Lo que él tiene no es lo que yo deseo.
A lo que él necesita volver no es a lo que yo quiero llegar.

Recreo.
Salir a pasear.

Miedo de mezclar.
De perder el espacio.
De no poder "volver atrás"

Pero ganas de probar ir más allá.
De pasar más tiempo juntos.
De animarse a experimentar este sentimiento pero con la premisa siempre de que no está permitido enamorarse.

Y yo que siento que lo que sea, será bueno.
Como si tuviera un termómetro que me indica que en este espacio no hay lugar para el dolor.
Como si supiera de ante mano que solamente vamos a cuidarnos.

Dije no tropezar dos veces con la misma piedra.
Digo que voy detrás de lo que me hace bien.
¿Por qué solamente buscar lo eterno? ¿Por qué no disfrutar en el mientras tanto?
¿Por qué no dar/me la posibilidad de una nueva sensación en mi vida?

Puede que en apariencia, las condiciones sean las mismas que aquellas de alguna vez.
Pero hay una sanitud que sé que existe que aquella remota no tenía.

Somos dos adultos eligiendo un riesgo.
Un color diferente al constituido propio.
El quiere pasear por la brillantez de los míos.
Yo no quiero establecerme en el gris de sus días.
Me asomo a su mundo.
Se asoma a mi mundo.
Tal vez en el voyerismo mutuo descubramos uno en común que nos es agradable para quedarnos.
El tiempo que sea.
Que sea que haga bien.

Niebla

Confundido.
Con necesidad de aclararse.
Con necesidad de ordenarse porque sino "no va a funcionar".

Algo que pasa que no sabe lo que es ni desde cuándo pasa.

Nada concreto.
Todo claro pese a todo.

Próxima charla con pensamientos (¿o sentimientos?) organizados.

Dos cabezas que piensan mucho más que lo que las mismas bocas hablan.
Mi sensación desde él.
Su sensación desde mí.

Como si hubiera algo prohibido, algo inconveniente, algo modificador, algo desencajante.
¿Y no es todo eso?

Espero en la tranquilidad.
Y no sé por qué.
Como si en esta rueda de la no elección, del no sentirme elegida, algo estuviera a punto de modificarse.

Con esta certeza inicial de la huída ante lo que modifica
Me sentí a salvo de una confusión.
Pero si la confusión aparece… ¿significa la permanencia?
O por lo menos su posibilidad.

Nada y todo.
Dudas y certezas.
Colores y grises (que es también color)

Expectativas.
Mutuas.
(¿Mutuas?) ¿Por qué su convencimiento al respecto?
Tal vez hay algo que mi cara dice y que no logro darme cuenta todavía.
No sé con certeza cuáles son las mías.

Pero su confusión es esperanzadora.
Inesperadamente.
Gustosamente.
Cálidamente en este campo gélido.

domingo, 11 de julio de 2010

Mundos unidos

El antes y el ahora.
El allá y el acá.

Esta sensación de combinación, de juego, de encastre.
De conservar luego de rescatar un pasado que sin sospecharlo nunca estuvo perdido y este presente que me gratifica y que se abre.
Y saber que T. sabe de él.
Sabiendo desde el cuerpo, desde su mirada, desde su participación, desde su ojo crítico.
Cómplice.
En eso siento que se convirtió T.
En esta ausencia de amistades, en esta lejanía o soledad, en estas ganas de que ciertas cosas se escapen del cuerpo y se proyecten, tengo una cómplice.
Como cuando éramos chicas.
Como cuando nos contábamos historias de amor y tratábamos de que nos sucedieran.

Saber que alguien sabe mi secreto (y no precisamente por haber bebido de mi misma copa).
Saber que alguien se apersonó hasta mis sueños (y mis secretos) y formó parte.
Alguien querido, además.

El regreso a las charlas hasta la mañana siguiente.
Al mate compartido de madrugada.
A los universos desconocidos pero propios y cercanos al ser participados.
Ahora ya sabemos de qué nos hablamos.
Ahora ya sabemos de quién nos hablamos.

Y entonces, T. te digo…
Cómo voy a extrañar los espacios compartidos!!
Siempre los extraño cuando se terminan... pero digo: cómo los voy a extrañar!
Estos.
Esos.
Los adrenalìnicos por especiales.

T. me da quince días.
Y T. te digo: ojala!!

viernes, 9 de julio de 2010

Con la felicidad en el cuerpo

Volver de una función siempre fue gratificante.
Sobretodo cuando fue buena y se pudo registrar.
Y disfrutar.

Sentir el apoyo es fundamental.
El estar acompañado.
El sentir que las miradas son generosas. No porque no sean críticas, sino porque además, son cariñosas.

Otro escenario.
Otro público.
Otra obra.
Otras sensaciones.

Pero mucha, mucha gente linda acompañando.
Alumnos, amigos, conocidos, desconocidos…


Con F. como compañero que se lució y sacó más de lo que mostraba en los ensayos.
Y que por eso mismo, hizo que mi conexión con él fuera mayor.
Fui por él.
Fui con él.
Me modificó.

Voló el tiempo, como siempre que se la pasa bien.

El saludo desde mí pero con el orgullo y la tranquilidad de saber que fue digno.
Y los reconocimientos posteriores que disfruté.
La actriz quería quedarse.
Más en casa que en ningún otro lugar.
Los organizadores, agradecidos.
Dicen que dicen "Con algo así se jerarquizan".
Eso así fuimos nosotros.
Y me da tanta felicidad saberlo!...

Animal de malas costumbres

Decididamente lo estoy seduciendo.
Decididamente vuelve a ser incorrecto.

Pero me gusta gustarle.
Me gusta sorprenderlo.
Me gusta que me admire.

Evidentemente, digo desde la razón que quiero conseguir un vínculo tranquilo, una relación que me permita ser en compañía pero sin riesgo de conflicto inicial.
Desde la razón.
El cuerpo manda otra cosa.
Debe haber algo de lo prohibido, del límite, de lo incorrecto que me seduce más, mucho más que la tranquilidad que me quiero imponer.

Él me considera libre.
Yo me creo inconsciente.

Con los posibles que conocí, con los intentos que no prosperaron, con ninguno me comporté como me comporto ahora. A ninguno intenté seducir. Claro que tampoco ninguno me dijo lo que ahora escucho.
El ego de la actriz gana terreno.
Y me gusta mucho que me adule.
Y me gusta mucho que me admire.
Y me gusta mucho que me considere atractiva.
Y me gusta mucho que lo diga.

Colores.
Eso dice.

Él va dejando entrever que no se va a animar.
Y entonces digo NO.
Disfrutar sí, padecer no más.

Pero aún así… no sé, debe ser el mismo desafío que se vuelve tan seductor, tan atractivo.
Y él que se auto excluye pero a la vez se hace presente.
Y yo que me confundo (o me aclaro)
Y esta necesidad de sacarlo afuera, para simplemente, que pese menos.
No sé de qué me voy a hacer cargo.
De lo que sea.
Aunque no sepa qué es.

lunes, 5 de julio de 2010

Princesa Corazón

Danzando en este universo nuevo de la Princesa Corazón, me adentro en las profundidades de los cuentos infantiles.

¿Por qué son tan tristes todos?

En unas presentaciones bellísimas, con ilustraciones encantadoras, con colores brillantes… pero con un final tan terrible…


Pienso en los cuentos que me acompañaron en mi infancia.

Cenicienta.

Blancanieves.

Caperucita.

Los tres chanchitos.

Hansel y Gretel.

Dumbo.

La dama y el vagabundo.


Que todos tienen su cuota de terribilidad y que seguramente no resistirían un buen análisis psicológico, estoy de acuerdo.

Pero por lo menos todos ellos tenían un final feliz.

Ahora pareciera que ese concepto hubiera dejado de existir.


Amores que no se concretan o que cuando tienen la posibilidad de hacerlo, uno de los amantes yace muerto de tristeza.

Muñecos de madera como nuestro viejo Pinocho, pero que al ser desechado por todos y corrido por cazadores y perros se deshace en la carrera y quedan solo los vestigios de su madera.

Seres que de tan malos, comienzan comiéndose su propio perro para aumentar la ración a un niño por día.

Inimaginable tanta maldad y sucesos terribles.


Pienso… qué mundo les fabricamos a los niños.

Dónde se habla de sueños, de hadas buenas, de duendes traviesos pero generosos, capacidad de convertir en realidad todo lo lindo que somos capaces de crear.

Y la decisión está tomada a partir de esto: cambiaré todos los finales de mis cuentos en el momento en que se encuentren en mi boca.

Quiero que la esperanza, la posibilidad de, el amor… sea lo que rige el relato.

No imagino un mundo futuro con hombres que de niños sólo entendieron que la diversidad es mala cosa.

Que los finales perversos son la mejor solución.

Que si los cuentos no son terribles, son aburridos.


Modernidad peligrosa transitada.

Auxilio!


miércoles, 30 de junio de 2010

Sinfin

Buscar... encontrar... perder... volver a buscar.

Volar... caer(se).

Reinventar... reinventarse.

Soñar... destruir... recrear... renacer.

Esperar... fantasear... planificar... proyectar... Despertar.

Tocar... desvanecer... disolver... perseguir... Desistir.

Vencida ella por tercera.
¿Vencida yo?

Sigo.
Sigo.
Sigo.
Sigo.

domingo, 27 de junio de 2010

Universo conspirador

Siento que el universo se mueve.
Y me gusta.

Las cosas se reacomodan a como deben ser.
El ritmo lo impone la vida pero los acontecimientos se ordenan a este ritmo maravilloso.
Todo lo que tiene que ser, SERA.

Se acabaron las clases en el Cic.
Tenìan que acabarse.
No es lo que elijo para desarrollarme, complicadìsimo para cobrar (todavìa sigo sin poder resolverlo), algo que intentè que funcionara y que, como debìa ser, no funcionò.
Fin de la etapa.

Pero como siempre que algo se pierde, algo se gana...
nuevas clases de teatro en nuevo espacio,
dos mini funciones en el marco de una feria en una casa vieja,
una funciòn en buenos aires...

Eso es lo que elijo y parece que la actividad tambièn me està eligiendo a mì.
Coincidencia maravillosa.

Coincidencias,
deseos,
sueños...

El espacio propio es una idea seductora por demàs.
La posibilidad de concretar todas las ganas, todas las ocurrencias, todas fantasìas culturales en un mismo lugar y sin pedir permiso.
Sueño que parece estar dejàndose acariciar.

Y siento una felicidad adelantada que me animo a saborear por considerarla, despuès de muchas, finalmente la correcta.
Pienso solamente en el SI.
En ese sì que necesito para que mis sueños se realicen.
La posibilidad de HACER.


Y ya ni siquiera con el temor de extrañar mi nada. Esa nada maravillosa que abre su espacio frente a mi ventana y me muestra toda su inmensidad.
Mi nada, esa nada que me rodea, dejarà de serlo.
Desde ayer al mediodìa, un enorme cartel de venta en loteo enmarcò mi nada.
Ya mi nada serà un todo del que no quiero formar parte.

Entonces elijo con màs seguridad el espacio propio lejos de acà.
Pero genialmente cercano a lo conveniente.

Y ya sin dudarlo, mi espacio serà MI espacio.
Espacio Lorusso.
Asì, sin màs.
Porque voy a ser yo.
Yo en mi inclusiòn en la ciudad que adora mi apellido.

Y tambièn Lorusso como homenaje.
Ese homenaje que no supe hacer antes al Lorusso personaje que me precediò antes de que yo le tomara la posta.

Y tambièn a mi viejo que no comparte nada de lo que hago pero que se emociona cuando ve mi nombre en el diario.

La tìa Chana tiene la respuesta.
Por muchas muchas muchas razones deberìa decir que sì.
Convoquemos a todos los conspiradores alquìmicos para que la inspiren.

Papa y chocolate

Desde lo màs sincero de mi corazòn, esos son mis verdaderos imprescindibles.

En las revistas del corazòn y en algunas de las otras, un poco màs cultas ellas pero en el fondo igual de elementales, suelen hacer entrevistas con preguntas tan importantes como "què odias, què te gusta comer cuando estàs deprimido, què te gusta que te regalen para tu cumpleaños, còmo definirìas al amor..." y ese tipo de planteos tan poco atractivos como innecesarios.

Pero mentirìa si dijera que nunca respondì por mì esas preguntas.
No sè si como comparando respuestas o para comprobar mi nivel de creatividad (no se pueden hacer màs que para eso)
Y en ese responder, me di cuenta que nunca pero nunca, doy con la verdad de lo que pienso.
No sè si es la presiòn al tratar de ser inteligente, si es la diligencia con que imagino se responden esas preguntas o por su real insignificancia, pero nunca lo que me sale decir es lo que realmente dirìa si tuviera espacio tiempo como para analizarlo y toda la gama de mi vida en la cabeza a la hora de la respuesta.

Concretamente...
Seguramente ante la pregunta de: "¿De què no podrìas prescindir?"
uno caerìa en el lugar comùn de: el amor de mi familia, mis sueños, el hombre que amo,hasta incluso el cafè de la mañana.
Pero no creo que la inventiva de para màs.
Queremos ser inteligentes, eso no hay que olvidarlo.

Pero no.
Desde mi màs absoluta veracidad, tengo solamente (¿solamente?) dos imprescindibles.

El chocolate.
Nunca lo hubiera dudado.
Hubiera sido mi primera respuesta sin titubeos y sin siquiera pensar que podrìa haber algo màs.
Depresiòn, alegrìa, soledad, compañìa, ganas, no ganas... todo, absolutamente es buena ocasiòn para un chocolate.
No imagino un solo dìa de mi vida sin su presencia.
No lo puedo obviar, no puedo no comprarlo, no puedo no planificar quedarme sin, sobre todo desde que vivo en este lejano rincòn que no tengo posibilidad de bajar a las tres de la mañana al kiosco de la esquina para saciar el antojo repentino.
Lo mejor que pueden regalarme.
Lo mejor que puedo regalarme.
En sus màs variadas y exquisitas formas, sabores, colores, tamaños y diseños.

Perfecto.
Primer imprescindible totalmente identificado y aceptado.

La papa.
Segundo de los elegidos, que aparece en la supuesta respuesta.
Este sì sorprendiò.
No porque no sea imprescindible, que lo es, y còmo lo es, sino porque no hubiera estado a flor de labios si la pregunta hubiera sido formulada realmente.
No podrìa vivir sin papa.
Dudè en decir harina en lugar de papa, pero no, porque de ùltima ùltima, la harina puede tener algùn tipo de reemplazo o sustituto.
Ella no.
Què serìa de mi pollo, de mi sopa, de mi purè, de mi pescado, de mi misma sola papa sin ella misma.
La batata no es papa.
Ni hablar de una zanahoria o un zapallo.
Ninguna de las chicas coloridas de la verdulerìa califica en su lugar.

Simplemente ùnica.

Pero claro, en una entrevista en una de esas revistas, no se me hubiera ocurrido nombrarla.
Y definitivamente, no podrìavivir sin ella.

Seguramente, esta entrada resulte tan intrascendente como los esos mismos reportajes.
Pero yo necesitaba sincerarmente en el reconocimiento de mis imprescindibles.
Pido perdòn a lo importante.
La papa y el chocolate son mis verdaderos elegidos.
Y los demàs...(ya se sabe el final).