El antes y el ahora.
El allá y el acá.
Esta sensación de combinación, de juego, de encastre.
De conservar luego de rescatar un pasado que sin sospecharlo nunca estuvo perdido y este presente que me gratifica y que se abre.
Y saber que T. sabe de él.
Sabiendo desde el cuerpo, desde su mirada, desde su participación, desde su ojo crítico.
Cómplice.
En eso siento que se convirtió T.
En esta ausencia de amistades, en esta lejanía o soledad, en estas ganas de que ciertas cosas se escapen del cuerpo y se proyecten, tengo una cómplice.
Como cuando éramos chicas.
Como cuando nos contábamos historias de amor y tratábamos de que nos sucedieran.
Saber que alguien sabe mi secreto (y no precisamente por haber bebido de mi misma copa).
Saber que alguien se apersonó hasta mis sueños (y mis secretos) y formó parte.
Alguien querido, además.
El regreso a las charlas hasta la mañana siguiente.
Al mate compartido de madrugada.
A los universos desconocidos pero propios y cercanos al ser participados.
Ahora ya sabemos de qué nos hablamos.
Ahora ya sabemos de quién nos hablamos.
Y entonces, T. te digo…
Cómo voy a extrañar los espacios compartidos!!
Siempre los extraño cuando se terminan... pero digo: cómo los voy a extrañar!
Estos.
Esos.
Los adrenalìnicos por especiales.
T. me da quince días.
Y T. te digo: ojala!!
1 comentario:
Me encanto !!! que lindo lo del secreto !!
ah !! me parece que no llegamos a 15 dias !! jaja
Publicar un comentario