Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

jueves, 9 de abril de 2009

Mercedes... principio y... ¿fin?

La urgencia de la mudanza, inesperada, impensada, imprevisible, voraz, invasiva, me llevó a pensar, a repensar la actualidad de mi vida.
Buenos Aires fue mi elección cuando sentí que era momento de crecer como actriz, de formarme, de entrenarme, de ver, de incorporar...
Disfrutaba de la ciudad, de su vorágine, de sus miles de opciones y entré también en su sintonía y en su ritmo vertiginoso.
Y la amé.
Y me encantaba salir a bailar (a mis veintitantos) a las dos de la madrugada y volver después de desayunar, por supuesto.
Y a mis treinta la opción era cine o teatro y luego cena o café, o cantar con amigos en el bar de Roberto y amanecer allí y salir justo a tiempo para pasar por casa, bañarme y sin más, tomar el colectivo rumbo al trabajo.
Pero a mis cuarenta, la realidad empezó a cambiar.
Mutó también con la realidad económica, no sólo con el paso del tiempo. Trabajaba en lo que me gustaba, pero el dinero era una complicación. Entonces mermaron indiscutidamente las salidas y otras se convirtieron en más hogareñas. Entonces el plan eran cenas en casa con amigos, jornadas de juegos de mesa con vino incluído, ver películas alternativamente en dvd o computadora, mateadas...
Mi casa comenzó a tirarme hacia adentro y si bien la caminata por Corrientes de noche a recorrer librerías me seguía pareciendo un plan atractivo, elegía la soledad de mi casa con mi música, mi perro, mis velas o luces bajas y una rica comida casera.
El verano pasado, algo comenzó a asomarse a mi soledad.
Recuperé las tardes de siesta (de las que hasta ahora me hice adicta) y el silencio del calor veraniego me recordó esas mismas tardes pasadas en Mercedes cuando chica y adolescente.
Empecé a imaginar esta misma casa, mi casa, emplazada en la inmensidad del campo. Y jugaba a imaginar qué se vería desde la ventana de mi habitación, a dónde saldría la puerta de entrada, qué árboles rodearían mi cocina... y un inmenso deseo de transpolación empezó a asomar.
Pero el cambio lo imaginaba para mis 50, cuando ya hubiera hecho acá todo lo que quería hacer (también pensaba en qué era lo que faltaba hacer).
Y de repente, la urgencia de la mudanza.
La desazón.
El abismo.
Pero internamente, algo me decía que así como todas mis anteriores mudanzas fueron para algo mejor, ésta también lo sería. Y odiaba mi positivismo porque no veía dónde podía estar lo bueno.
Hasta que apareció la posibilidad Mercedes.
Y ahí todo cobró sentido.
Mercedes emocionalmente significa para mí lo más verdadero, los afectos más sinceros, la época más feliz de mi vida.
Nunca estuvieron ausente de mi memoria sensorial las tardes de verano esperando al heladero donde se escuchaba solamente el pesado silencio; la tierra caliente debajo de los pies en las calles de tierra más allá de la 45; la suavidad del colchón de violetas en el fonde la casa de los abuelos, el paraíso, la parra y el olor a las uvas maduras; el mate en la puerta de calle con la silla petisa azul; los paseos en bicicleta; el aire en la mano sacada por la ventanilla del tren cuando estábamos por llegar...
Sé que algo de todo eso es recuperable.
Una de estas veces en que fui para organizar mi tema laboral, tenía que esperar a que pasara mi tío a buscarme. Y no lo dudé. Y como si el tiempo hubiese vuelto vertiginosamente atrás y me llevara sin pensarlo a aquella lejana realidad, me encontré sentada en una hamaca de la placita del hospital hamacándome y sientiéndome inmensamente feliz.
Y creo que ahí vi claramente cuál era la mejor opción para mí en esta realidad.
Mercedes es el punto de partida en mi vida.
No digo que esté cerrando ciclos (siempre dije que viviría hasta los 106) pero es un buen momento para volver a las fuentes y desarrollar todo lo que me dio Buenos Aires en la ciudad que sigue siendo pueblo para mí.
Inicio de una nueva historia.
De todas formas, conservaré algunos personajes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es lo más hermoso que he leído. Matías

Gabriela Lorusso dijo...

Gracias, Matias.
me alegra que lo disfrutes.
seguire escribiendo.