Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

sábado, 18 de diciembre de 2010

Estado actual

Técnicamente, ya estoy de vacaciones.
Me queda por ir un día a Giles pero digamos que al no haber niños de por medio, es como si fuera de paseo. Bueno, no sería la ciudad que elegiría para pasear, pero ese dato no viene a cuento.
Y están también los ensayos, claro.
Restan pocos encuentros en este año. Y eso es lo que hace que sienta que aún no estoy de vacaciones, porque tomé la firme decisión de descansar del teatro también. Lo necesito. Para re enamorarme. Para re disfrutarlo. Para que la creatividad arranque de cero, sin ojeras de cansancio.

Vacaciones, decía.
Mi plan es archi sencillo: descanso en casa.
Mi casa que hoy iba a empezar a mejorarse con la venida del jardinero y que se frustró por esta maldita lluvia.
No me gusta planificar porque cuando los planes no resultan como los imaginé me enojo, me angustio, me malhumoro.
O sea que... ¿mis vacaciones las empecé de malhumor?

Pienso mejor entonces que la lluvia parará, el jardinero vendrá, yo podré poner mi pileta en el pasto recién cortado, llenaré de flores y plantas el jardín ahora que parece que mis perras están madurando y que ya no se les da ni por hacer pozos interminables ni por arrancar todo lo que sale de la tierra, y que en esas condiciones mis vacaciones serán lo relajadas y tranquilas que las imagino y necesito.
Sí, así está mejor el pensamiento.
Después de todo, todavía falta una semana para Navidad y hay tiempo de sobra para que la casa esté en condiciones.

Ordenar afuera para ordenar adentro.
De eso se trata.
Escribiré mucho (imagino que tendré un romance con mi teclado este verano), leeré mucho también y ordenaré mi cabeza y mi corazón para empezar el nuevo año con menos tristeza y más cosas claras.

Pensé en viajar unos días para ir a ver a N.
La verdad, necesito su abrazo, sus palabras, una charla con ella de aquellas que supimos tener: interminables, profundas, íntimas, sinceras.
Pero en esta necesidad de ser fría en algunas decisiones considero que es un gasto muy grande para unos pocos días, que además se complicaba el ordenamiento de los perros y además de eso, con el plan ya en marcha de la búsqueda de mi primer citroen y la necesidad imperiosa de aprender a manejar, la ida a ver a N. iba a ser más una complicación que un disfrute.
Quedará pendiente para alguna otra oportunidad.

¿Seré capaz entonces, de generar amistades como aquella pero más cercanas, acá nomás, al alcance de la mano?
Otro desafío para estas vacaciones.

Cuenta regresiva en marcha.
Diez…
Nueve…
Ocho...

Odio la lluvia

Volver al rudo después de tanto para retomar con un pensamiento negativo.
Aunque si lo pienso bien, también tiene su lado positivo y por eso mismo, importante.

Tiempo de movilizaciones internas.
Tiempo de sentarse con el corazón en la mano y animarse a reconocer miserias y necesidades.

Hay vientos que desatan tormentas.
Hay huracanes que desnudan el alma si uno está desprevenido y no tiene un árbol a mano del cual asirse en caso de que el viento arrastre.

Siento que por la mía pasó uno de esos que destruyen hasta los pensamientos.
Y en medio de tanto descalabro, no atino a pararme a pensar qué es lo mejor y qué no. Simplemente, me dejo llevar. En algún momento, parará.

Y ahora que parece que calmó, es tiempo de recoger los pedazos y acomodar de nuevo el rompecabezas en el que se convirtió mi corazón.
Entonces… reordeno la casa, pongo colores donde hacen falta, perfumo el aire y aprovecho las vacaciones para reordenarme por dentro.

Soledades.
Elecciones.
Decisiones.
Amores y desamores… como para empezar a rearmar el rompecabezas desarmado.

Hay realidades propias con las que no estoy de acuerdo.
No sé qué hice o qué dejé de hacer para que se instalen con tanta presencia en mi cotidiano, pero estoy preparada para encararlas y modificarlas.

Hoy D. me decía que me notaba más triste, con menos chispa, más apagada.
Y sí, hay un poco de todo eso. Pero aún así, la férrea voluntad de girar lo que esté a mi alcance para ubicarlo en un lugar más a gusto, más agradable, más llevadero.

Tantas emociones conviven dentro mío en este momento que siento que me avasallan.
Navarasas.
Se revelan, se muestran.
Se mezclan, se confunden.

Y yo empiezo a aclararme, como el cielo después de tanta lluvia.

viernes, 29 de octubre de 2010

De luto

Recuerdo haber visto llorar a mi padre en dos escasas ocasiones. Y siempre con la muerte rondando cerca.
La primera, cuando internado en un sanatorio miserable, abandonado, con pasillos con ecos eternos de madrugada y yo cuidándolo, tomó conciencia de la muerte de su hermano ocurrida pocos días antes.
La segunda, ya al límite de su vida, cuando tomó conciencia de su propia cercana muerte. Y también recordó a su hermano.
En las dos estuve presente.
Como si la muerte (o la vida) me diera la posibilidad de ver que su inquebrantabilidad no era tal. Como si me dieran la oportunidad de verlo humano, débil, más hombre que padre perfecto.
Hace casi tres meses que murió.
Y yo nunca lo lloré.
Y hoy, invadida por esta muerte general, por esta muerte de todos, por esta muerte que acerca hasta a los polos más lejanos, hoy, con esta muerte país que duele en las mismísimas entrañas, hoy, pienso en mi padre y sí, lloro.
Lloro no haberlo llorado.
Lloro al pensar que si viviera sería la tercera vez de su llanto.
Lo imagino sentado en su sillón como desde hace años, viendo pasar la vida por una pantalla.
Y desde hace casi tres días él hubiera estado ahí, pero viendo pasar la muerte, conmovido por los homenajes, emocionado por las presencias, las banderas, la autoconvocación, y pensando tal vez, en su propia partida.
El viejo quería a K.
El viejo que mantuvo su silencio de voto aún con su entorno más cercano, pero que sabíamos que aunque su elección no era dicha, los ojos se le iluminaban de esperanza cuando K. aparecía, cuando K. hablaba, cuando K. prometía… y cumplía.
El viejo se murió sin poder saber que ganó su juicio contra la empresa que lo explotó durante años y que no le actualizaba su jubilación como él sabía que merecía y que K. puso en marcha la posibilidad de su revancha.
Sí, la empresa que lo explotó en sus años mozos no era otra que Clarín.
El viejo hubiera llorado esta muerte.
Y yo la lloro por él.
Y por primera vez también, lo lloro a él.

Dos muertes dolorosas.
Dos ausencias terrenas.
Dos almas que deben estar saludándose y el viejo agradeciéndole.
Y K. palmeándole la espalda.
O las alas.

lunes, 25 de octubre de 2010

Por la vuelta

Lástima saber que no te colarás por mi paisaje para compartir puestas de sol o noches estrelladas.

Y mucho más aún porque ciertas cosas permanecen intactas.
Intacto nosotros.
Intacto el deseo.
Intacto también mis palabras desmedidas y tu consabido silencio.

Intacta la necesidad, intacto el abrazo, intactos los besos, intactos los dos.

Intacto.
Que no es sin tacto.

Amor que no lo es pero se expresa.
Miradas de añoranza y besos resurgidos.
Tacto.
Contacto.

Intactos de amor.
Intactos.

martes, 19 de octubre de 2010

Cambio de equipo

Interurbanidad.

Alguien le dijo a alguien que en las escuelas de estética debemos cuidarnos de confundir el cariño con la educación.
¡¿Pero como educar sin cariño?!
Comentario difuso, suelto al aire en lugar no apropiado, y lejano a la realidad. Por lo menos a mi realidad.

Soy la nueva MED de la escuela de estética de Giles.
Y claro que me alegra, por supuesto.
Lo necesitaba, lo deseaba, lo buscaba. Algo, un poco de tranquilidad laboral.
Un pasaje por escuelas poniendo mucho de mí donde podré permanecer.
Es placer.

Pero también fue desazón, fue tristeza, fue soledad.
Porque para acceder a ese cargo debí renunciar a mi suplencia en Suipacha.
En mi querida Suipacha.

Querida desde la pequeñez de la ciudad.
Querida desde la bienvenida a brazos abiertos el primer día que aparecí en la escuela.
Querida desde la calidez de mis maravillosos compañeros.
Querida desde las salidas a las plazas a ensayar nuestros ritmos.
Querida desde los almuerzos compartidos y los mates bienvenidos.
Querida desde los festejos de cumpleaños con papas fritas y palitos (M. no imagina un cumpleaños sin estos aditivos).
Querida desde las charlas en ruta.
Querida desde la tecnología puesta al servicio de los buenos deseos.
Querida desde Belgrano y Dolores y las empanadas premiadas.
Querida desde los golpes al bombo y el policía en la plaza.
Querida… simplemente, querida.
Por mil cosas, querida.

Recuento momentos (unos y otros) y pareciera que estuve años anclada en esos corazones.
M. (la femenina y el masculino), D., S. personas personajes que aparecieron en mis días como un remanso a los vínculos desencontrados.
Personas que identifico con mis primeros pasos en la docencia formal.
Docentes maravillosos de los que aprendí mucho cada día.
Compañeros. Eso, sencillamente COMPAÑEROS. Especialmente, COMPAÑEROS.

A veces la emoción anuda las palabras en la garganta.
A veces no deja fluir la inspiración como quisiera porque agolpa de recuerdos la sensorialidad táctil y se me dificulta el contacto con el teclado.

No pude despedirme.
(Tal vez porque no se necesite despedida).
Porque van a estar por siempre en mi corazón y voy a hacer lo que pueda para que sigan también en mis días. Ya no como rutina cotidiana, ya no compartiendo flanes y palitos de hojaldre, pero sí como encuentro de amigos, de colegas, de pares.


Hoy en mi primer día en Giles almorcé sola.
En un pequeño restaurante de la ciudad. Sola.
Pensando en Suipacha, extrañando Suipacha.
Celebrando el nuevo cargo, el cargo propio… pero sola.
Con un distintivo de la nueva escuela en mi pecho.
Pero mi corazón todavía latiendo por un amor dejado a 60 km. De distancia.

A girar

Chacabuco fue TEATRO.

Con la sensación corporal de haber representado una función sensible.
Con la seguridad de que gustó.
Con la emoción en la piel, tal vez por primera vez, del disfrute a la hora del saludo.
Con la certeza de saber que Jardines… soy YO.
Con la confirmación de que vivo del teatro.
Con la alegría del después.
Con la ansiedad por que se repita.

Y descubriendo, además, los beneficios de la soledad teatral.
Si este encuentro teatral, esta gira la hubiera hecho con elenco, me hubiera encerrado en el ostracismo de lo conocido y me hubiera perdido del intercambio y del conocimiento de gente maravillosa.
L a soledad de ser yo, sólo yo para todo me permitió dar con la calidez de P. que estuvo a mi lado desde que entré a camarines y permaneció conmigo hasta la despedida en la terminal a las cinco de la mañana.
Descubriéndome su mundo (y otro poco adivinado), me sentí gratamente acompañada.
Sé que tengo una casa a la cual puedo volver.
Sé que habrá próximos mates chacabuquenses.
Sé que habrá visita también a mi ciudad.

Rueda mágica la teatral…

Y en Chacabuco también sentí la profesión en su totalidad.
El director que me invitaba yéndome a recibir a la terminal, el encuentro con los actores locales, la previa de la función, la cena posterior, la habitación de hotel… en síntesis, la gira.

Giro con mi obra.
Giro con mi creación.
Giro con mi trabajo.
Giro con lo que me gusta.
Giro.
Giro.
Giro.

(Y ahora bailo de felicidad).

martes, 28 de septiembre de 2010

Y la lluvia no llegó

Segunda vez en cuarenta y tres años.
¿Premonitorio de cambio?
Tal vez.
Ojalá.

Ayer aseguraba que no creía en milagros.
Pero ayer también cambió el rumbo de los acontecimientos y la negatividad dobló por una callejuela equivocada y logré burlarle el paso.
Y hoy descanso con mi almohada en los hombros con olor a tranquilidad y semillas emocionadas.

El que no haya llovido es significativo, no puedo dejar de considerarlo.
El que mi padre no estuviera en cuerpo presente también es un dato que no puedo dejar de mencionar.
Pero que los vínculos, los escasos vínculos citadinos hayan cambiado tan significativamente es un hecho tan representativo que lejos de entristecerme me ubica en una nueva forma de mirar a los integrantes de esta ciudad que no logro comprender.

Los de siempre, los queridos, los pensados… esos estuvieron todos.
Por teléfono, claro. Pero presentes.
Los que miran la vida con el mismo par de anteojos que los que uso para manejarme cotidianamente.
Los que, cada uno a su manera y en su metié favorita, siguen los mismos molinos de viento que guían mi despertar diario.
Esos, aquellos, estos de este lugar preferencial en mi corazón, esos estuvieron todos.

Los de acá… me atrevería a decir que son una casta particular.
Un imaginario particular dentro del imaginario general.
Anoche cuando ya quedábamos menos D. me dijo algo revelador: tal vez no todos los vínculos tengan que permanecer. Tal vez algunos, varios, sólo pasen por nuestra vida momentáneamente, tal vez incluso, para cumplir una misión, para orientarnos en una búsqueda, para marcarnos un camino o incluso también, de manera equivocada.

En esta soledad elegida, en este iniciar de cero, la permanencia a veces, se me vuelve un fin en sí mismo.
Y tal vez en esa persecución, me pierdo de la objetividad de la calidad vincular.
Yo quiero que todos sean permanentes. Porque necesito alguna permanencia.
Porque estas ausencias de ahora me recuerdan la distancia física de mis permanencias lejanas.
Y a veces duele.

Cuando veía dirigir a L., cuando lo analizaba dando sus clases, cuando intentaba mirar a través de su mirada, no podía entender cómo era capaz de ver tanto en cosa tan pequeña.
Aprendí de él a mirar minuciosamente sobre el escenario.
Pero ahora creo que me concentré tanto en eso que perdí la capacidad de mi mirada cotidiana, de mi mirada en el afuera, en el mundo que me rodea a diario, en el abajo.

Anoche hablábamos también de cumpleaños como inicio de nueva etapa.
Fue un cumpleaños feliz.
Fue un cumpleaños revelador.
Fue un cumpleaños de haber estado con quien realmente debe estar.

Fantaseo siempre con cumpleaños tumultuosos, y tiendo a eso incluso cuando me siento mejor en lo pequeño. Cuando reconozco que en la tumultuosidad, no sé conducirme.
Como si las presencias fueran las únicas determinantes de cariño.

Ahora mientras escribo, llueve.
La lluvia llegó con un día de retraso.
Y si bien este es el estado que originariamente me remite a mi cumpleaños, logro asegurar que el día de sol también me sienta bien para mi festejo personal.

Muchas emociones.
Muchas revelaciones.
Muchas decisiones de acá en más.
Muchas personas a las que seguir queriendo.
Muchas otras a las que no dedicarle más tiempo.
Y no está mal.
Y no hace mal.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Olor a verano

Las estaciones y sus olores.
Cada una lo tiene y empiezo a hacerlos carne casi sin darme cuenta.
El invierno pasado, mi primero aquí, el verde inicial del campo se fue tornando de una aspereza que lastimaba. Todo seco. Lo que quedaba, seco.
La primavera intentó llenarse de colores, intenté que suceda pero sabias palabras dijeron: "o perros o jardín". Y sí, fueron perros nomás.
Verano.
Redescubrir el verano al aire libre.
El olor al pasto recién cortado que invade la casa y perdura más intensamente que mi Gurudev.
La resignificación de la siesta, casi inevitable con la temperatura trepándose a las alturas.
La pileta y el recreo de frescura para apaliar el sol intenso.
Las noches cenando a la luna y ese olor a noche, a cielo, a estrellas y a silencio.

Como antesala a la primavera que ya se asoma, aparece hoy un olor conocido.
En este invierno el pasto no dejó de estar presente y se fue estirando al cielo de manera incontrolable. Eso y yo que abandoné el placer por mi casa, por esta casa.
Pero hoy… hoy apareció el bendito olor al pasto recién cortado. Como en pleno enero. Como en las tardes insoportables de calor.
Y la casa ya se ve diferente.
No lo que mi imaginación quisiera (siguen dominando los perros) pero algo más parecido a lo transitable.
De todas formas, quiero probar con algunas plantas. A ver si logro la sobrevivencia. Deberán ser grandes, altas, como ya crecidas y desarrolladas, como si hubiesen nacido acá desde tiempos inmemoriales.

Mi sauce eléctrico está renaciendo.
Miles de brotes nuevos lo cubren. La primavera se hace ver en lo pequeño.
En mi alma aún hay varias hojas mustias.
Última noche invernal esta que está llegando.
Tal vez amanezco con corazón nuevo también yo, igual que mi sauce eléctrico.

Confesión (o el arte del corazón abierto)

En este juego de ser liberal, de no tener estructuras, me libero de las estructuras internas emocionales y digo:
Lo amo.
Lo amo y nunca dejé de hacerlo.

Si saco las caretas de lo que me conviene, de lo que es lo mejor desde la racionalidad, si desnudo mi alma de toda posibilidad de pensamiento y la dejo ahí solita, con su más interna emoción, ahí aparece también la carta de la verdad, el cachetazo de la realidad, lluvia fresca de sinceridad: lo amo.

Mi mundo estaría completo si él lo ocupara.
Mi felicidad sería aún mayor si pudiera pensarlo y convocarlo.
Si abrazando mi noche estaría su cuerpo.
Si mis proyectos tuvieran su aval.
Si mis lágrimas y mis sonrisas contaran con su hombro.

Con él y sólo por él, mi SI sería completo y sin miedos para todo.
La irreflexión total.
El SI más pasional de mi vida.
A todo.

Y las coincidencias que conmueven.
Yo que le digo algunos desvaríos y él que me confiesa haberme soñado.
Y sí, lo sé con certeza: nuestras almas siguen vibrando en la misma sintonía amorosa.

¿Por qué el hombre será tan complejo?
¿Por qué no podremos tan sólo, concretar nuestras pasiones, seguir nuestros amores, nuestros corazones, nuestros sueños más conmovedores?

¿Qué aire de campo me devela mis sensaciones y me lleva a desearlas con toda la fuerza de mi corazón?
¿Por qué callé antes?

Sigo insistiendo en que la ciudad, la gran ciudad, las luces de sus calles encandilan el alma.
Mi noche estrellada en cambio, me ilumina el corazón.

Y con él fantaseo mi casa de campo. Nuestra casa de campo.
Porque con él, sólo con él, sí querría un nuestro.
Teniendo como única posesión, su mundo.
Teniendo como única noche, su cuerpo.
Y como único norte su amor.

Podrá haber muchas letras del abecedario en mi universo cotidiano.
Pero mi E., mi mágico E. siempre será UNICO.

viernes, 17 de septiembre de 2010

Semejanzas. Semejante

En esta noche comprendo que mi F. sí se parece a mi E.
Por algo habrá sido que el abecedario los coloca juntos.

A veces creo realmente que mi vida diaria no es ordinaria.
Que mis pensamientos, mi pasión, mi decisión de vida no lo son.
Y que lo que yo no considero especial, para otros sí lo es.
Y que mis riesgos son tales.

Dice que está feliz pero que perdió alegría.
Lo que debería ser goce se le vuelve complicación.
Y no me alegra.

No sé cómo paso por la vida de los otros.
Pero sé que no es la primera vez que genero esta dicotomía.
Y no me alegra.

Pero además pienso en los desencuentros.
Una vez más, los desencuentros.
Los que podrían, no los atravieso.
Los que atravieso, no pueden.
¿Busco o me encuentran?

Debe existir una especie de patrón, de modus operandi interno y oculto cuando se eligen siempre los mismos tipos de vínculos.
Y no me alegra.

Mi vida no es ejemplar ni paradisíaca. Pero la sigo eligiendo así como está.
Pero con los vínculos… con los vínculos me pasa otra cosa.
Me está pasando otra cosa.
Quiero modificarlos. Quiero encontrar un poco de paz, de quietud, de cotidiano, de diario y ordinario.

Él me admira.
Dice que empieza a amarme con no sabe cuál tipo de amor.
Pero el estar conmigo no es lo mejor, parece.
Hay algo en mí que hace ver en los otros su adentro, su interior, su mundo pequeño.
Y por lo general, ilumino las zonas que no se quieren ver.
En las que se encuentran los deseos ocultos, las fantasías, las pasiones no desatadas… y que no se quieren desatar.
Y cuando el volcán empieza con su ebullición, uno se refugia a ponerse a salvo.
Y él también va a hacerlo en breve.

Me pidió que no lo deje.
Que no lo deje solo.
Que no me vaya todavía.

Y yo me pregunto… ¿para qué permanecer?

(Hago un stop en la escritura y pienso. Busco respuestas. No encuentro. Pasan los minutos y no encuentro).

En realidad, no sé si soy yo la que debo tener la respuesta.
No soy yo quien tiene las dudas.

Porque mi respuesta está a flor de labios: irse.
Ya no con el circo, pero sí de su vida.
Si no es placentero, no quiero estar.
Si quita alegría, no quiero estar.
Si no se disfruta, no quiero estar.

La noche altera las intenciones.
El lugar era ideal para pasar un momento grato.
No para develar sentimientos ocultos.

Pero su universo necesitó develarse.
Y yo escuchaba todo como saliendo de otra boca pero por segunda vez.

Me animo a seguir avanzando. Pero no sé si vale la pena.
Tal vez debería evitarlo ya que las manifestaciones son tan semejantes.
Estoy cuidando que el desarrollo no sea el mismo.
Debería evitar que el desenlace lo fuera también.

No por mí.
O tal vez, también por mí.
No le temo al dolor, pero prefiero evitarlo.
A tiempo.
Antes de que se propague y contagie el resto de los espacios comunes.
Ahí lo extrañaría más.
Ahí lo necesito.
Ahí no quiero yo que él se vaya.

No me arrepiento de haber mezclado, pero esta noche (tal vez sólo esta noche) digo: qué cagada haberlo hecho.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Viéndolos irse

Vi partir la caravana del circo.
Y un único pensamiento me atravesó: "Llévenme".
Parada, sin moverme, viéndolos irse. Pero claro, no hablé.
"Tengo tres perros que dependen de mí", pensé.
Y a consciencia, por fuerte que parezca, es la única razón que me impide seguirlos.

Corazón desarraigado.
Que este es mi lugar, sí.
Pero que también podría dejarlo en cualquier momento por ir detrás de un ideal mejor.

Seguía viendo la caravana, los camiones (¿habrán encontrado el chofer que buscaban para que los acompañe?)y por mi retina mental iban pasando miles de imágenes.
Y todas ella me remitían a una sola cosa: comprender. Comprenderme.

De modo inesperado, sorpresivamente, entendí el por qué de mi ausencia de grupos de pertenencia, de mi soledad elegida, de mis amigos eventuales, de mis amores pasajeros, de mi elección de no poseer ( ni casa, ni auto, ni tierra), el por qué de mi desapego con mis materialidades… mi desarraigo.

Si no fuera por mis perros, todo cuando me interesa cabría perfectamente en una valija. Y podría irme con el circo.

Creí que la muerte de mi padre intensificaría mi relación con mi madre.
Creí que a partir de ese momento, tendría por fin, la relación casi ideal que fantaseé tener muchas veces.
Pero comprendo con la piel un poco desgarrada que los vínculos son reales, no fantásticos.
Me imaginé exenta de su maldito comentario: "Cómo quiero estar en mi casa".
Traté de hacer hasta lo imposible (¿habrá sido ese el error?) para que se sintiera cómoda, para que quiera permanecer, para que se vuelva a conectar con una parcela del mundo.
Pero nada es suficiente.

Y luego de mucho tiempo comprendí que nada, absolutamente nada será suficiente.

Tengo tantas imperfecciones, tantas decisiones incorrectas, tantos caminos no señalados que nada, absolutamente nada será suficiente.

Y me alegra vislumbrarlo para evitar frustraciones. Más.
Y estos pensamientos y el circo que pasa y mis perros que me esperan.
Ahora sé que vuelvo por ellos.
Sólo por ellos.

Mi madre QUIERE vivir lejos de mí.
Lo razono, lo asimilo y lo acepto.

Mis espacios no cubiertos seguirán sin cubrirse.
Algún otro circo volverá y también lo veré irse.
Cíclicamente.
Hasta que me anime.
Hasta que mi soledad quepa en la valija.
Y mis perros ya no me esperen.

domingo, 5 de septiembre de 2010

La suerte de amar

Amar como ida y vuelta.
Como encuentro de alma gemela, de otra mitad, de complemento.
Hay momentos como este en el que me convenzo de que no tengo esa suerte.
Generalmente me pasa luego de charlar intensamente con alguien que sí la tiene y de determinada manera que hace que finalmente, yo termine deseando también eso para mí.
(Aunque diariamente no lo deseo)
Y entonces surge la frustración.
Los replanteos.
Las ganas de que el tiempo retroceda hasta casi perder la noción de adultez y que todo vuelva a empezar.
Y que yo transite por los caminos que no anduve y que evite los transitados.
Para ver si en la bifurcación fue en donde me equivoqué.
Porque sí, en estos momentos mis elecciones las siento como una equivocación aunque diariamente las celebre.
Otra vez, todo se me confunde.

Y no me imagino en esa otra vida pero de repente la deseo.
Y al desear otra, se me desequilibra esta.
Y todo lo que conseguí me parece que no alcanza y que está mal y que no es lo correcto.

Hoy tengo la sensación de que podría salir corriendo.
Como aquella lejana vez pensaba en Tucumán.
Y sé que estoy donde quiero.
Pero hoy… hoy todo está confundido.

jueves, 2 de septiembre de 2010

Confesión

Mi madre tiene razón cuando dice que la muerte de mi padre no modificó mi vida.
Es que no veo diferencia entre la ausencia de antes y esta ausencia de ahora.
No extraño su presencia porque desde hace tiempo atrás me la cuestionaba.
Tal vez el tiempo, me consuelo.

Pero no sé.
El vacío de ahora sigue en consecuencia al vaciamiento anterior.
Poco contacto real esporádico. De lo que es para mí universo real.

Casi sin palabras.
Como queriendo escribir obligada para desterrar la culpa.
De vez en cuando aparece la culpa.
Una culpa muy intrínseca por reconocer la ausencia de amor.
¿Tengo culpa por no amar?

Dudas.
Dudas.
Dudas.

Si escribir aclara...

En mi ritual con el agua, digo…

¡QUE HAGA CORRER!


Los malos pensamientos…
¡QUE HAGA CORRER!

Los amores contrariados…
¡QUE HAGA CORRER!

Las contracturas…
¡QUE HAGA CORRER!

El malestar en el cuerpo…
¡QUE HAGA CORRER!

Las alergias de primavera…
¡QUE HAGA CORRER!

Los temores…
¡QUE HAGA CORRER!

Los recuerdos que angustian…
¡QUE HAGA CORRER!

El dolor de espalda…
¡QUE HAGA CORRER!

Los trabajos sin dinero…
¡QUE HAGA CORRER!

Las personas negativas…
¡QUE HAGA CORRER!

Los sueños incumplidos…
¡QUE HAGA CORRER!

Los días para el olvido...
¡QUE HAGA CORRER!

Y rezo: ¡QUE SU ENERGÍA LIBERADORA PERMANEZCA EN MÍ!

Nimiedades que velan el alma

Creo que me resulta más fácil llorar o implotar por las cosas pequeñas que se van desacomodando que pos las verdaderamente importantes.
Llueve.
También llueve mi corazón, aunque no sé exactamente bien por qué.
O sí, pero es tan nimio que no me animo ni siquiera a considerarlo.

Tiene que ver con las proyecciones, con las fantasías, con los planes no resueltos.
Me gusta el vértigo dice F. y es verdad pero también me frustran las cosas que tengo muchas ganas de hacer y que por motivaciones ajenas a mí no se llevan a cabo.
Y pareciera que una pequeñez tan extrema me hace sufrir.

Tenía un plan.
No se realizó.
Y me siento desamparada en esa irrealización.

Entonces la lluvia en mi ventana se justifica.
No me imagino otro día para este corazón mío.

sábado, 28 de agosto de 2010

Abandono de hogar

Estoy acá pero es como si no estuviera.
la casa ya no está como antes.
Siento que una parte mía ya se fue. Es lo que quiero en definitiva.
Pero se vienen desencontrando las mudanzas conmigo. Y cuando parece que puedo, algo no resulta.
El pasto está largo.
El fondo es un fondo.
Lo miro y quiero cambiarlo.
Pero todo lo que hago es seguir mirándolo.
Miro enfrente y quiero cruzarme.
(Eso lo haría, pero no se puede).

Hubo un tiempo de Rivadavia parecido a éste.
Estar pero queriendo irme.
Tal vez me vaya finalmente, como de Rivadavia.
Todo después resultó mejor.

Él en mi cabeza

Toda nuestra historia fue una despedida.
Para no irnos a ningún lado.
O por lo menos, no demasiado lejos.

Porque mis pensamientos lo convocan tan a menudo!...
Hay momentos especiales donde su imagen, su recuerdo, su presencia aumenta con pasos tan firmes que pareciera que quisiera quedarse en mi corazón para siempre.
Pero mi corazón no quiere que eso pase.
Mi razón no quiere que eso pase.
Pero mi corazón insiste.

Cuando estoy triste… él aparece.
Cuando estoy feliz… él aparece.
Cuando siento deseos de un abrazo… él aparece.
Cuando deseo soledad… también es él quien aparece.
Cuando deseo mi casa en el campo… sólo él aparece.

Y yo lo convoco con mi pensamiento, y él se hace presente por teléfono. Casi instantáneamente.
Como si se sintiera convocado, como si escuchara mi corazón a la distancia, como si todavía hubiera algo que nos conecta.
Pero nunca dice lo que yo espero.

Stop.
¿Dije espero?

No, no espero. Deseo.
Eso.
Deseo.
Nunca dice lo que deseo.
Porque no espero. (¿No espero?)


La susceptibilidad, mi susceptibilidad me lo acerca.
Y todo se me confunde.

Porque sumergida en el mar de la susceptibilidad, apenas una cosa que se descoloca, todo el universo lo hace.
Y las decisiones que son maravillosas cuando mi mundo está sintonizado, se vuelven desastrosas cuando todo se me desacomoda.

Y entonces todo en mi vida vuelve a estar mal.
Las decisiones,
El trabajo,
Las elecciones,
Los SI y los NO,
Los amigos,
Los amores…

Mi padre que falleció y no lo lloré.
Las clases que se me vacían de alumnos.
El dinero que no se hace presente.
La incertidumbre de cómo seguir.
Mi tierno amor presente que no valoro su presencia.
Y él volviendo.
Él volviendo.
Para nada.
Por que sí.
Porque no sé por qué se me presencia tan poderoso cuando estoy débil.

Todo se aleja y él llega.

Pero el verdadero, el que llama, el que se presencia por teléfono y no el de mi imaginación… él, el que llama nada sabe de todo esto.
Claro que no.
Tantas despedidas… tantas veces de terminar, tanto tiempo pasado…
¿Cómo explicar que estos pensamientos son todavía recurrentes?.

¿Qué sentido tendría verbalizárselos?
Sé que sentido tendría.
Ninguno.
Es por eso que sólo son pensamientos sueltos, debilidades de un corazón confundido.
Momentos pasajeros.

El no verbalizar permite el juego.
Puedo imaginar cuantas veces quiero sus respuestas.
Puedo hacerle decir lo que quiera.
Como quiera.

Otra cosa sería la palabra dicha.
Sería repetir lo que ya sé y que no quiero volver a escuchar.

Serían años atrás.

Ni siquiera sé si esto es realmente lo que quiero escribir.
Pero es lo que sale.
Por algo sale.
Mejor no escribo más entonces.

Mi corazón me está traicionando.
Creo.

Borrador de una noche inolvidable

Todo se fue dando de manera mágica.
Los que se sumaban para acompañarme, mis deseos de que llegue pero de que no pase, las ganas de estar allá mientras disfrutaba el estar aún acá.
Como diría Angélique "sabía que el encuentro iba a ser especial" y me preparaba para que lo fuera.
Con una energía diferente, con unos nervios que no eran tales y con una alegría inusitada.

Descubrí la plena felicidad del subir a escena.

Desde la previa, sabiendo que debería recordar con mis entrañas cada uno de los momentos vividos.
Era una primera vez importante.
Pero a la vez relajada, disfrutada por la gente que sabía iba a estar acompañando.

Salía de casa sabiendo que me iba al encuentro de momentos especiales.
Y M. que se sumó por el camino como una salvación para ayudarme con la valija.
Y el viaje en tren con mis apoyos charlando de la nada como si tal cosa.
La llegada al teatro y toda la energía que ya por sí sólo emana ese espacio.

Y a partir de ahí…
La emoción.
Porque no hubo más que eso.
Disfrute.
Desde B. que en sus primeras armas como asistente y sonidista y apoyo y y y y y… no dejó lugar para que se me colara la preocupación.
Con E. y M. atentas hasta en mi trabajo de concentración.
La tal Olga que al final no fue a la función.

Y los invitados que empezaron a llegar y los desconocidos que también subieron.
F. con su troupe y pese a sus firmes convicciones de por qué no podía estar,
G. con la felicidad que me dio volverla a encontrar y en esa situación,
L., mi querida L. siempre presente,
y mis andamias que también hicieron fuerza,
Y el resto de los mercedinos...

Y yo disfrutando cada momento de mi soledad escénica como si no fuera la primera vez.
Y con el orgullo infinito de saber que, también por primera vez, los ojos y la atención estaban puestos solamente en mí.
Y con la tranquilidad, también de saber que estaba mostrando lo mejor de mí.

Sí, también hubo nervios e incertidumbre pero era tanto el afecto que sentía recibir de la platea que me olvidé de todo lo demás.
Si hago cuenta atrás diré sin lugar a dudas que fue una de las noches más felices teatralmente hablando.

lunes, 26 de julio de 2010

E. que no es E.

En un primer pensamiento dije: repito la historia de E.
Y si hay algo que no me perdonaría jamás es volver a revivir esa historia.

Me castigaba considerándolo pero aún así tenía ganas de intentarlo.
¡Y qué acertado habérmelo permitido!
Porque mi E. de ahora (que no es E. pero se le parece)
está muy lejos en comportamiento de mi E. pasado.

Porque sus NO fueron claros desde un primer momento
y a partir de sus NO va construyendo sus SI cotidianos.
Entonces...
hay un SI para un mensaje cariñoso,
hay un SI para considerar si estoy bien,
hay un SI para coordinar horarios para vernos,
hay un SI para hacer lo que me hace bien,
hay un SI para estar presente más allá de sus NO.

Y no necesito más que eso.
Empezamos a construir nuestros encuentros especiales.
En el palacio de Aladin.
Y entonces no hay más posibilidad que la magia.
La magia en las miradas,
la magia en las caricias,
la magia en la entrega,
la magia entre nosotros.

Emoezamos a caminar.
Volar es más acertado.
Me gusta más.
Se aplica mejor.
Me hace más feliz.

lunes, 19 de julio de 2010

Soledad compartida

Me gusta esta soledad sola.
En silencio.
En mi campo.
En mi mundo.

Pero es tan agradable cuando esa soledad se rompe momentáneamente, se quiebra, es compartida.

Visitas.
Casa abierta a los amigos.
A los recién conocidos que ya se instalan en el corazón (y ojalá para quedarse)
A los alumnos que poco a poco se van transformando en actores propios y amigos también.
A esas otras soledades que también comparten sus momentos y se abren a las charlas.
A esos huecos de afecto a los que mansamente, me voy asomando.

Lindos momentos.
Lindas charlas.
Lindos proyectos.
Lindas ideas.
Lindos afectos.
Lindos amores.

Sigo celebrando tanto cambio!...

domingo, 18 de julio de 2010

Como saliendo el sol

Lo que él tiene no es lo que yo deseo.
A lo que él necesita volver no es a lo que yo quiero llegar.

Recreo.
Salir a pasear.

Miedo de mezclar.
De perder el espacio.
De no poder "volver atrás"

Pero ganas de probar ir más allá.
De pasar más tiempo juntos.
De animarse a experimentar este sentimiento pero con la premisa siempre de que no está permitido enamorarse.

Y yo que siento que lo que sea, será bueno.
Como si tuviera un termómetro que me indica que en este espacio no hay lugar para el dolor.
Como si supiera de ante mano que solamente vamos a cuidarnos.

Dije no tropezar dos veces con la misma piedra.
Digo que voy detrás de lo que me hace bien.
¿Por qué solamente buscar lo eterno? ¿Por qué no disfrutar en el mientras tanto?
¿Por qué no dar/me la posibilidad de una nueva sensación en mi vida?

Puede que en apariencia, las condiciones sean las mismas que aquellas de alguna vez.
Pero hay una sanitud que sé que existe que aquella remota no tenía.

Somos dos adultos eligiendo un riesgo.
Un color diferente al constituido propio.
El quiere pasear por la brillantez de los míos.
Yo no quiero establecerme en el gris de sus días.
Me asomo a su mundo.
Se asoma a mi mundo.
Tal vez en el voyerismo mutuo descubramos uno en común que nos es agradable para quedarnos.
El tiempo que sea.
Que sea que haga bien.

Niebla

Confundido.
Con necesidad de aclararse.
Con necesidad de ordenarse porque sino "no va a funcionar".

Algo que pasa que no sabe lo que es ni desde cuándo pasa.

Nada concreto.
Todo claro pese a todo.

Próxima charla con pensamientos (¿o sentimientos?) organizados.

Dos cabezas que piensan mucho más que lo que las mismas bocas hablan.
Mi sensación desde él.
Su sensación desde mí.

Como si hubiera algo prohibido, algo inconveniente, algo modificador, algo desencajante.
¿Y no es todo eso?

Espero en la tranquilidad.
Y no sé por qué.
Como si en esta rueda de la no elección, del no sentirme elegida, algo estuviera a punto de modificarse.

Con esta certeza inicial de la huída ante lo que modifica
Me sentí a salvo de una confusión.
Pero si la confusión aparece… ¿significa la permanencia?
O por lo menos su posibilidad.

Nada y todo.
Dudas y certezas.
Colores y grises (que es también color)

Expectativas.
Mutuas.
(¿Mutuas?) ¿Por qué su convencimiento al respecto?
Tal vez hay algo que mi cara dice y que no logro darme cuenta todavía.
No sé con certeza cuáles son las mías.

Pero su confusión es esperanzadora.
Inesperadamente.
Gustosamente.
Cálidamente en este campo gélido.

domingo, 11 de julio de 2010

Mundos unidos

El antes y el ahora.
El allá y el acá.

Esta sensación de combinación, de juego, de encastre.
De conservar luego de rescatar un pasado que sin sospecharlo nunca estuvo perdido y este presente que me gratifica y que se abre.
Y saber que T. sabe de él.
Sabiendo desde el cuerpo, desde su mirada, desde su participación, desde su ojo crítico.
Cómplice.
En eso siento que se convirtió T.
En esta ausencia de amistades, en esta lejanía o soledad, en estas ganas de que ciertas cosas se escapen del cuerpo y se proyecten, tengo una cómplice.
Como cuando éramos chicas.
Como cuando nos contábamos historias de amor y tratábamos de que nos sucedieran.

Saber que alguien sabe mi secreto (y no precisamente por haber bebido de mi misma copa).
Saber que alguien se apersonó hasta mis sueños (y mis secretos) y formó parte.
Alguien querido, además.

El regreso a las charlas hasta la mañana siguiente.
Al mate compartido de madrugada.
A los universos desconocidos pero propios y cercanos al ser participados.
Ahora ya sabemos de qué nos hablamos.
Ahora ya sabemos de quién nos hablamos.

Y entonces, T. te digo…
Cómo voy a extrañar los espacios compartidos!!
Siempre los extraño cuando se terminan... pero digo: cómo los voy a extrañar!
Estos.
Esos.
Los adrenalìnicos por especiales.

T. me da quince días.
Y T. te digo: ojala!!

viernes, 9 de julio de 2010

Con la felicidad en el cuerpo

Volver de una función siempre fue gratificante.
Sobretodo cuando fue buena y se pudo registrar.
Y disfrutar.

Sentir el apoyo es fundamental.
El estar acompañado.
El sentir que las miradas son generosas. No porque no sean críticas, sino porque además, son cariñosas.

Otro escenario.
Otro público.
Otra obra.
Otras sensaciones.

Pero mucha, mucha gente linda acompañando.
Alumnos, amigos, conocidos, desconocidos…


Con F. como compañero que se lució y sacó más de lo que mostraba en los ensayos.
Y que por eso mismo, hizo que mi conexión con él fuera mayor.
Fui por él.
Fui con él.
Me modificó.

Voló el tiempo, como siempre que se la pasa bien.

El saludo desde mí pero con el orgullo y la tranquilidad de saber que fue digno.
Y los reconocimientos posteriores que disfruté.
La actriz quería quedarse.
Más en casa que en ningún otro lugar.
Los organizadores, agradecidos.
Dicen que dicen "Con algo así se jerarquizan".
Eso así fuimos nosotros.
Y me da tanta felicidad saberlo!...

Animal de malas costumbres

Decididamente lo estoy seduciendo.
Decididamente vuelve a ser incorrecto.

Pero me gusta gustarle.
Me gusta sorprenderlo.
Me gusta que me admire.

Evidentemente, digo desde la razón que quiero conseguir un vínculo tranquilo, una relación que me permita ser en compañía pero sin riesgo de conflicto inicial.
Desde la razón.
El cuerpo manda otra cosa.
Debe haber algo de lo prohibido, del límite, de lo incorrecto que me seduce más, mucho más que la tranquilidad que me quiero imponer.

Él me considera libre.
Yo me creo inconsciente.

Con los posibles que conocí, con los intentos que no prosperaron, con ninguno me comporté como me comporto ahora. A ninguno intenté seducir. Claro que tampoco ninguno me dijo lo que ahora escucho.
El ego de la actriz gana terreno.
Y me gusta mucho que me adule.
Y me gusta mucho que me admire.
Y me gusta mucho que me considere atractiva.
Y me gusta mucho que lo diga.

Colores.
Eso dice.

Él va dejando entrever que no se va a animar.
Y entonces digo NO.
Disfrutar sí, padecer no más.

Pero aún así… no sé, debe ser el mismo desafío que se vuelve tan seductor, tan atractivo.
Y él que se auto excluye pero a la vez se hace presente.
Y yo que me confundo (o me aclaro)
Y esta necesidad de sacarlo afuera, para simplemente, que pese menos.
No sé de qué me voy a hacer cargo.
De lo que sea.
Aunque no sepa qué es.

lunes, 5 de julio de 2010

Princesa Corazón

Danzando en este universo nuevo de la Princesa Corazón, me adentro en las profundidades de los cuentos infantiles.

¿Por qué son tan tristes todos?

En unas presentaciones bellísimas, con ilustraciones encantadoras, con colores brillantes… pero con un final tan terrible…


Pienso en los cuentos que me acompañaron en mi infancia.

Cenicienta.

Blancanieves.

Caperucita.

Los tres chanchitos.

Hansel y Gretel.

Dumbo.

La dama y el vagabundo.


Que todos tienen su cuota de terribilidad y que seguramente no resistirían un buen análisis psicológico, estoy de acuerdo.

Pero por lo menos todos ellos tenían un final feliz.

Ahora pareciera que ese concepto hubiera dejado de existir.


Amores que no se concretan o que cuando tienen la posibilidad de hacerlo, uno de los amantes yace muerto de tristeza.

Muñecos de madera como nuestro viejo Pinocho, pero que al ser desechado por todos y corrido por cazadores y perros se deshace en la carrera y quedan solo los vestigios de su madera.

Seres que de tan malos, comienzan comiéndose su propio perro para aumentar la ración a un niño por día.

Inimaginable tanta maldad y sucesos terribles.


Pienso… qué mundo les fabricamos a los niños.

Dónde se habla de sueños, de hadas buenas, de duendes traviesos pero generosos, capacidad de convertir en realidad todo lo lindo que somos capaces de crear.

Y la decisión está tomada a partir de esto: cambiaré todos los finales de mis cuentos en el momento en que se encuentren en mi boca.

Quiero que la esperanza, la posibilidad de, el amor… sea lo que rige el relato.

No imagino un mundo futuro con hombres que de niños sólo entendieron que la diversidad es mala cosa.

Que los finales perversos son la mejor solución.

Que si los cuentos no son terribles, son aburridos.


Modernidad peligrosa transitada.

Auxilio!


miércoles, 30 de junio de 2010

Sinfin

Buscar... encontrar... perder... volver a buscar.

Volar... caer(se).

Reinventar... reinventarse.

Soñar... destruir... recrear... renacer.

Esperar... fantasear... planificar... proyectar... Despertar.

Tocar... desvanecer... disolver... perseguir... Desistir.

Vencida ella por tercera.
¿Vencida yo?

Sigo.
Sigo.
Sigo.
Sigo.

domingo, 27 de junio de 2010

Universo conspirador

Siento que el universo se mueve.
Y me gusta.

Las cosas se reacomodan a como deben ser.
El ritmo lo impone la vida pero los acontecimientos se ordenan a este ritmo maravilloso.
Todo lo que tiene que ser, SERA.

Se acabaron las clases en el Cic.
Tenìan que acabarse.
No es lo que elijo para desarrollarme, complicadìsimo para cobrar (todavìa sigo sin poder resolverlo), algo que intentè que funcionara y que, como debìa ser, no funcionò.
Fin de la etapa.

Pero como siempre que algo se pierde, algo se gana...
nuevas clases de teatro en nuevo espacio,
dos mini funciones en el marco de una feria en una casa vieja,
una funciòn en buenos aires...

Eso es lo que elijo y parece que la actividad tambièn me està eligiendo a mì.
Coincidencia maravillosa.

Coincidencias,
deseos,
sueños...

El espacio propio es una idea seductora por demàs.
La posibilidad de concretar todas las ganas, todas las ocurrencias, todas fantasìas culturales en un mismo lugar y sin pedir permiso.
Sueño que parece estar dejàndose acariciar.

Y siento una felicidad adelantada que me animo a saborear por considerarla, despuès de muchas, finalmente la correcta.
Pienso solamente en el SI.
En ese sì que necesito para que mis sueños se realicen.
La posibilidad de HACER.


Y ya ni siquiera con el temor de extrañar mi nada. Esa nada maravillosa que abre su espacio frente a mi ventana y me muestra toda su inmensidad.
Mi nada, esa nada que me rodea, dejarà de serlo.
Desde ayer al mediodìa, un enorme cartel de venta en loteo enmarcò mi nada.
Ya mi nada serà un todo del que no quiero formar parte.

Entonces elijo con màs seguridad el espacio propio lejos de acà.
Pero genialmente cercano a lo conveniente.

Y ya sin dudarlo, mi espacio serà MI espacio.
Espacio Lorusso.
Asì, sin màs.
Porque voy a ser yo.
Yo en mi inclusiòn en la ciudad que adora mi apellido.

Y tambièn Lorusso como homenaje.
Ese homenaje que no supe hacer antes al Lorusso personaje que me precediò antes de que yo le tomara la posta.

Y tambièn a mi viejo que no comparte nada de lo que hago pero que se emociona cuando ve mi nombre en el diario.

La tìa Chana tiene la respuesta.
Por muchas muchas muchas razones deberìa decir que sì.
Convoquemos a todos los conspiradores alquìmicos para que la inspiren.

Papa y chocolate

Desde lo màs sincero de mi corazòn, esos son mis verdaderos imprescindibles.

En las revistas del corazòn y en algunas de las otras, un poco màs cultas ellas pero en el fondo igual de elementales, suelen hacer entrevistas con preguntas tan importantes como "què odias, què te gusta comer cuando estàs deprimido, què te gusta que te regalen para tu cumpleaños, còmo definirìas al amor..." y ese tipo de planteos tan poco atractivos como innecesarios.

Pero mentirìa si dijera que nunca respondì por mì esas preguntas.
No sè si como comparando respuestas o para comprobar mi nivel de creatividad (no se pueden hacer màs que para eso)
Y en ese responder, me di cuenta que nunca pero nunca, doy con la verdad de lo que pienso.
No sè si es la presiòn al tratar de ser inteligente, si es la diligencia con que imagino se responden esas preguntas o por su real insignificancia, pero nunca lo que me sale decir es lo que realmente dirìa si tuviera espacio tiempo como para analizarlo y toda la gama de mi vida en la cabeza a la hora de la respuesta.

Concretamente...
Seguramente ante la pregunta de: "¿De què no podrìas prescindir?"
uno caerìa en el lugar comùn de: el amor de mi familia, mis sueños, el hombre que amo,hasta incluso el cafè de la mañana.
Pero no creo que la inventiva de para màs.
Queremos ser inteligentes, eso no hay que olvidarlo.

Pero no.
Desde mi màs absoluta veracidad, tengo solamente (¿solamente?) dos imprescindibles.

El chocolate.
Nunca lo hubiera dudado.
Hubiera sido mi primera respuesta sin titubeos y sin siquiera pensar que podrìa haber algo màs.
Depresiòn, alegrìa, soledad, compañìa, ganas, no ganas... todo, absolutamente es buena ocasiòn para un chocolate.
No imagino un solo dìa de mi vida sin su presencia.
No lo puedo obviar, no puedo no comprarlo, no puedo no planificar quedarme sin, sobre todo desde que vivo en este lejano rincòn que no tengo posibilidad de bajar a las tres de la mañana al kiosco de la esquina para saciar el antojo repentino.
Lo mejor que pueden regalarme.
Lo mejor que puedo regalarme.
En sus màs variadas y exquisitas formas, sabores, colores, tamaños y diseños.

Perfecto.
Primer imprescindible totalmente identificado y aceptado.

La papa.
Segundo de los elegidos, que aparece en la supuesta respuesta.
Este sì sorprendiò.
No porque no sea imprescindible, que lo es, y còmo lo es, sino porque no hubiera estado a flor de labios si la pregunta hubiera sido formulada realmente.
No podrìa vivir sin papa.
Dudè en decir harina en lugar de papa, pero no, porque de ùltima ùltima, la harina puede tener algùn tipo de reemplazo o sustituto.
Ella no.
Què serìa de mi pollo, de mi sopa, de mi purè, de mi pescado, de mi misma sola papa sin ella misma.
La batata no es papa.
Ni hablar de una zanahoria o un zapallo.
Ninguna de las chicas coloridas de la verdulerìa califica en su lugar.

Simplemente ùnica.

Pero claro, en una entrevista en una de esas revistas, no se me hubiera ocurrido nombrarla.
Y definitivamente, no podrìavivir sin ella.

Seguramente, esta entrada resulte tan intrascendente como los esos mismos reportajes.
Pero yo necesitaba sincerarmente en el reconocimiento de mis imprescindibles.
Pido perdòn a lo importante.
La papa y el chocolate son mis verdaderos elegidos.
Y los demàs...(ya se sabe el final).

martes, 22 de junio de 2010

Recuerdos en acciòn - Jardines de guerra


"Peinaba sus largos cabellos y los anudaba a un moño perfecto sin mirarse nunca en el espejo. Yo la miraba extasiada. Nunca pude imitarla.
Serà que con un espejo siempre me sentì menos sola." (Angelique)










"Todo el mundo que uno constuye se puede desvanecer en un segundo".
(Angelique)













"Tu abuelo era un enamorado de Parìs. Nunca habìa viajado demasiado pero decìa que su Parìs era la ciudad màs bella de todo el continente." (Prudence)








"No hay embriaguez en la vida como la de realizar un sueño".
(Prudence)

sábado, 19 de junio de 2010

Se ve que todas nos llevàbamos bien


Los recuerdos de mi infancia escolar estàn como entre cortados y velados.
Hay situaciones muy puntuales que recuerdo con toda claridad y hay otras que por màs que intente, no logro acercar a mi memoria.
Pero lo que la mente no retiene, lo hace sin esfuerzo el corazòn.

Adaptàndome de a poco a estas nuevas formas de comunicaciòn virtuales (y sin saber dònde està el acento normal en las netbooks) paseo por el Facebook como lo hacìa por Corrientes donde seguramente acertaba con una cara conocida.
Las caras lejanas pero no olvidadas del face se sucedieron en torrentes vertiginosos.
Pero hubo un clan, una especie, una realidad, una secciòn de mi vida pasada que me atrajo enormemente reconocer y luego recordar.

LA PRIMARIA
Uno crece.
Uno tropieza.
Uno acierta y se equivoca.

En mi escuela de monjas no aprendì mucho sobre historia argentina.
Tampoco sobre relaciones intersexos.
Tampoco sobre la libertad de elecciòn para ser feliz (habìa mandatos a cumplir para eso).

Pero habìa algo en lo que se educaba en silecio: compañerismo, camaraderìa, solidaridad, amor al otro.

Tan silencioso el trabajo que no fui consciente hasta que, despuès de casi treinta años sin vernos
TREINTA AÑOS SIN VERNOS
entendì la lecciòn.

Nos encontramos.
Nos reencontramos.
Como si nos hubièsemos ido a un largo viaje y volvièsemos al punto de partida.
Y en ese punto iniciàtico nos esperàbamos.
Unas a otras.
Sin saber si èramos A o B.
Sin importar si èramos A o B.

Y la charla fluyò mansamente con tiempos y esperas para cada una.
Y en el relato de cada una se recuperaba algo de aquello compartido.
Recuerdos comunes y de los otros.
Corazones adentrados en la màgica entrega de contar vida y desamor como si treinta años no fuesen nada.

Mujeres ahora.
Niñas ayer.
Y la constante de primeros pasos dados al unìsono que nos trajeron a un mismo y lejano destino: nuestro encuentro hoy.

En este redescubrimiento de vìnculos verdaderos,
en esta instancia de relaciones sin màscaras,
en esta etapa de volver a las fuentes...

agradezco con el alma a cada una por el inmensamente grato momento compartido.
Por la felicidad de todas
por los desamores comunes
por las ilusiones presentes
y los futuros encuentros.

S.,
G.,
T.,
A.
sepan que me hicieron un poquito màs feliz esta tarde sintièndome parte de un universo querido.

Gracias, Mazzarellas!


lunes, 17 de mayo de 2010

Sabor amargo

Teatro y ciudad.
Los dos polos que traté de unir, los dos amores.

Decepción.
Angustia.
Desasosiego.
Bronca color dolor.

De once funciones de mis Jardines, tuvimos que suspender tres.
Por falta de gente, obvio.
Y duele porque siento la soledad por sobre todas las emociones.
Porque no siento que acompañen a mi proyecto desde el mismísimo núcleo interesado que me tendría que acompañar.
Empiezo a entender algunas cosas, me empiezan a cerrar círculos, a caer fichas.
Si no fuera por S. y G. mi obra estaría absolutamente sola.
La gente que viene dice que les gusta mucho.
De las críticas que salen en los diarios dicen que son las mejores de todas las obras que se han hecho.
Pero la tristísima realidad es que ni siquiera la misma gente del propio teatro viene a las funciones.
No siento apoyo.
No siento ganas de que funcione.
No veo interés.
No veo acompañamiento.

Comentarios a sotto voce.
No invitaciones.
Apuro para bajar.
Felicitaciones por el concurso de dramaturgia porque "es más importante".

La ciudad me celebra en las páginas de sus periódicos pero me da la espalda en las funciones.
Podría consolarme o auto convencerme diciendo que a los grandes genios nunca los comprendieron.
Lástima que no me sienta genio.

Siento dolor.
Y ganas de no hacer más.
O probar otras instancias: ensayar sólo para giras, para otros pueblos, para conseguir los laureles afuera para que luego los celebren dentro (pareciera que sólo así funciona).

"Noches extrañas las que no tiene luna", dice mi Manuel Belgrano en algún momento de sus parlamentos.
Se las tomo prestadas.

Mañana está anunciado lluvia.
Mi decepción se incrementa.
Mis expectativas se pierden en el cielo nublado.
Mi dolor en el alma crece.
Mi desconcierto reina.

Y yo??

Semana abismal

Abismo.
Así se siente.
O como una soledad que no sé cómo manejar.
Con qué llenar.

Terminé de escribir la obra del bicentenario.
Fin del romance con Belgrano.

Dentro de seis días se terminan las funciones de mis jardines.
Vendrá gira, claro… pero con tiempo.

Sin escribir.
Sin funciones.
Me siento vacía.
Abismada.
Con el susto que me produce la inactividad.

No puedo pensar en no producir nada más, estamos en mayo.
La pregunta también es ¿Qué?
A sabiendas por la experiencia pasada que no funciona el drama, pero que para comedia no cuento con actores.
Que debería hacer una obra de autor muy conocido (MUY CONOCIDO) pero de pocos personajes.
Que algunos de mis alumnos podrían estar listos para actuar, pero habría que saber realmente de cuánto tiempo disponen para hacerlo.
Que quiero actuar, porque me siento en un momento que me gusto, pero si actúo quién me dirige.

Otra vez, abismo.
Por todo eso, abismo.
Me gusta escribir, me redescubro.
Pero no conviene otra ahora.
Teatro de autor.
Teatro arte.
Teatro pequeño.
Teatro no drama.
¿qué doy con todo eso?

¿Cómo se duerme esta noche?

Lo miraba y me moría de ganas que me diera un beso.
Se lo dije.
Pero después, cuando ya no estaba conmigo.
Luchando contra lo incorrecto, lo impropio, lo inadecuado.
Pero es que de un tiempo a esta parte el pasado se me volvió tan presente que me aprisiona de tan fuerte que me abraza y parece que todo se me confunde.
O se aclara.
Yo sabía que iba a venir.
Desde el jueves que lo siento en el alma.
Lo dibujaba con mi imaginación.
Lo veía sentado, mirándome.
Dice S. que cuando me aplaudía me miraba lindo y sonreía.
No lo miré.
Cuando me saco el personaje estar arriba me da vergüenza.
Tema no superado parece, este del aplauso.
Me moría por mirarlo mirándome… y no me animé.
Como no me animé a pedirle que me bese.

Lucha interior.
Cuando más quiero respetarlo,
cuando más quiero respetar sus decisiones,
su elección de vida
es cuando más que antes, mucho más que antes el cuerpo se rebela en otras sensaciones.
Lo sueño.
Lo pienso a diario.
Lo deseo.

Y me vuelvo cursi:"Todo me recuerda a ti"
Mi propia historia de amor belgraniana,
Películas que veo,
Lecturas que desempolvo,
Música que escucho…

Momento de concentración en escenario, antes de la función
Y mi corazón un remolino: sonando la música de F. y E. esperando para entrar a verme.
Pasados.
Ilusiones.
Sueños no concretados.
Amor desamorado.

E. y el saberlo amor de mi vida.
Me obligo a decir hasta hoy.
Me obligo a pensar que no es el último.
Que mi sueño de casa en el campo puede aún ser compartido.

Tal vez esta lejanía me acercó a lo verdadero.
Tal vez deba entender que E. fue AMOR.
Que fue.
AMOR.

Caminando por el arte

Si me siento a escribir de un tiempo a esta parte, es sólo para escribir de Belgrano.
Entregué mis primeros esbozos de situación con bastante de texto.
Me vino a vuelta de correo una devolución tan exhaustiva que creí que no podría retomar la idea y reescribir con esos parámetros nuevos.
Pero lo hice y salió algo que finalmente, me gustó más que aquellas primeras pinceladas.
Me voy como re enamorando con cada encuentro con el teclado.
Voy hurgando en los pensamientos de los protagonistas y me divido en la piel de uno y otro alternativamente.
Me gusta el juego.
Puedo imaginarlos de mil maneras, con historias previas de las más variadas. Claro, como dijeron en aquella reunión, sin darnos de patadas con la historia.
No hablé del tema con E., por supuesto.
Y no sé ahora si quisiera hacerlo.
La soledad, el silencio del campo, las noches frías que ya aparecieron, su recuerdo en mi casa (porque no lo dije, pero estuvo en casa)… otra vez y por momentos, siento que me confundo, que me mareo en el recuerdo y lo quiero traer al presente, que me dan ganas de apersonarlo a mi vida afectiva y hasta que se quede.
Ahora cuando claramente es todavía más imposible que antes. Por sus decisiones y por las mías.
Celebro profundamente su cambio de vida que lo aleja aún más de mi campo lejano y me alegra que esté siendo feliz.
A sabiendas que su felicidad es incompatible con la mía y deseando a veces que se acerca a mi corazón.
(¿Eso es amor?)
Ya Belgrano no se parece a E.
(Me quedo pensando en silencio varios minutos lo que acabo de escribir).
Creo empezar a entender algunas cosas.
Belgrano no elige una cosa por sobre otra.
Belgrano resigna la que más desea en pos de el beneficio de lo que desea. Para que sea feliz sin ser él quien otorgue esa felicidad.
No deja decidir, eso es claro.
Pero decide pensando el lo mejor para el otro.
Ceder con amor.
Ceder por amor.
Esa es la decisión que le quiero hacer tomar.
Lo engrandece.
Vuelve a ser héroe del corazón.
Si supiera que E. eligió de la misma manera, sería también mi héroe personal.
Ahora es sólo mi fantasía.
Punto y aparte.

Seguimos con las funciones de Jardines.
Es rara la ciudad.
Salen notas en los diarios, críticas muy buenas, la gente que va sale encantada… pero no logramos que vaya mucha gente.
Según calendario, nos quedan tres fines de semana.
Me da vértigo.
Demasiado poco.
Pero tampoco responden como para que la extendamos.
Tal vez en otros pueblos.
Tal vez los festivales a los que nos vamos a presentar.
Estoy feliz con mi reencuentro con la actuación. Me siento cómoda, relajada, segura, tranquila… pero me subleva que no vaya gente.
Dimos una función para tres personas.
Fue la mejor.
Pero es tan poco!!
Sé que la obra da para más.
Aumentamos la publicidad. Me corrijo: hicimos algo de publicidad.
Veremos este fin de semana.
Como dice aquel viejo cuento: "Esto también pasará".
Tal vez desde mañana se de vuelta la taba.
Sería un maravilloso golpe al ego.

De E. (o Belgrano)

¿La inspiración surge de la necesidad?
O por lo menos se retroalimenta de ella.

Difícil situación si se trata de escribir "porque hay que hacerlo".
Porque otro SI entró a mi mundo de dudas de la entrada anterior (Esa que iba a llamarse "¿por qué a mí no?)
El sí que faltaba y que me hace trascender incluso en los diarios locales.
Gané un concurso de dramaturgia.
De nuevo.
Gané un concurso de dramaturgia.
Suena increíble aún hasta para mí misma.
No, me corrijo. No para mí.
No sé por qué, pero en un rincón oscuro y telarañado (otra vez, esta costumbre de la invención) de mi corazón, estaba segura que iba a ser seleccionada.
No sé si por las condiciones de la participación o porque el texto de Jardines me gusta mucho (con ese participé) pero sea por lo que fuere, el día que debían confirmar los seleccionados (14 en toda la provincia) y viendo que mi teléfono no sonaba, me deprimí (a mi elegante manera de deprimirme) porque sabía que debían llamarme.
La explicación fue congruente a mi pensamiento cuando dieron los nombres seleccionados una semana más tarde y ahí sí, mi teléfono sonó para confirmarme mi corazonada acertada.

Y ahora me encuentro en la situación de estar "estudiando" material para poder después, generar un texto teatral.
Me gusta la situación, la disfruto pero también me da vértigo la posibilidad de que no surjan las palabras, que la idea que imagino gestar no venga a mí, que este "tener que" sea más complicado que placentero.

Pero también creo que las palabras surgen de la profunda conexión con lo que quiero contar, o por lo menos así sucedió las veces anteriores.
Y si algo estoy teniendo es conexión con el material que elegí.
Pensar en escribir un texto "histórico" suena tan atractivo como desconcertante.
Humanizar lo inhumanizable, por lo menos, por la forma en que nos acercamos a estos temas en nuestra temprana edad escolar.
Y ante el riesgo, elegí un tema que me convoca… (¿por distante?)
No. Distante no.
Conocido y arraigado en la piel y en el corazón.
Heridas que no cierran (ahora parecería que fuera beneficioso que todavía no hayan cicatrizado. Tal vez sirvan de inspiración).
Historia de amor, decía.
Correspondida, sí pero no con final feliz.
Nuestros próceres también sufrieron de estos males y es extraño descubrirlo.
Protagonista: Manuel Belgrano.
Un Belgrano tan humano como desconocido.
Con una historia de amor profunda, sincera, importante, pero por la que vaya a saberse el por qué, finalmente no se jugó.
Hice un paréntesis en la lectura del material para ver si podía dilucidar la decisión de la ausencia, de su NO final.
Tratando de entender al hombre.

Y claro, la asociación fue inmediata.
A mi hombre aquel, cercano a mi vida y a mis afectos, no pude encontrarle el punto de comprensión ni quise hacerlo.
Ahora con mucha distancia, me encuentro con un prócer, un ídolo, un héroe con una actitud tan cercana a la de mi E.
Y no pude dejar de pensar (y hasta de decirle) que ahora más que nunca me vendría muy bien una charla con él.
Imagino que la realidad puede por un momento, acercar la ficción, acompañarla, inspirarla.

Imagino una charla con él hablando de sus NO pasados, de sus justificativos, de sus certezas que nunca supe pero ya no desde el amor y el involucrarse sino desde la distancia. Pero más que la distancia en tiempo, la distancia personal. Hablando de él y de mí pero sin conformar un nosotros (no es eso lo que interesa, aunque no estaría de más saber algunas cuitas).
Tratando de entender a Belgrano a través de E.
Suena gracioso el pensarlo y mucho más el escribirlo. Pero fue una asociación tan intrínseca como natural.

Otra vez el amor infeliz. (¿Hay amor infeliz?)
Ya en Jardines el tema en MI personaje (¡qué lindo suena MI personaje!) es ese tipo de amor.
Como preámbulo de este personaje. Como si aquel fuera la antesala del que tiene que ser ahora. Y también los une la decisión militar, o el deber ser antes que el amor. Sin saberlo vislumbré en Didier pinceladas de Belgrano. Pero aún así, no logro comprenderlos.
¿E. será la solución?

Cambios, giros, modificaciones, progresos…

Sigo asombrándome de la paradoja que parece regir mi cambio.
En la ciudad de ritmo lento, los acontecimientos se suceden vertiginosos.
O fluye como debe ser, hacia el destino correspondiente.
Se abren puertas, se cierran ventanas (que son más bien como heridas), se gestan proyectos que luego pueden llevarse a cabo, se crean vínculos, se espera sin desesperación, se confía, se cree, se agradece en definitiva tan acertada decisión.

Hay deseos que una no se anima a gritar por no ir en contra del mundo, o en contra de cómo el mundo va acomodando el suceder de los acontecimientos, pero seguramente tienen más voluntad que la voluntad misma y hacen fuerza hasta explotar y ver la luz en el momento en que deben hacerlo, tal vez con una sabiduría más acertada que la que yo misma podría imprimirles.

El sábado próximo estreno mi obra.
ESTRENO mi obra, digo bien.
Porque hay un abismo entre lo que era y lo que es.
Desde los detalles más mínimos, pasando por significancias importantes hasta llegar al motor que la mueve o la sostiene.
Otra vez, "cuidado con lo que deseas".
Me preguntaba cuándo iba a escribir un personaje que me gustara pero para mí.
Tuve un intento de un gran monólogo que está más cercano a una novela y que quedó abandonado en algún rincón de mi computadora esperando la hora de salir de nuevo a escena.
Rescatada del abandono antes de que se convirtiera en un alma en pena, Angélique llevará puesta a partir del sábado, mi piel.
Después de años de sentir ausencia, ahora llega todo junto.
Y mis Jardines los creé, los dirigí y los actuaré.
Y vuelvo a descubrir el placer de la actuación, del estar presente, sintiendo madurado el concepto, ya no sólo transmitiéndolo sino aplicándolo, haciéndolo carne.
Trabajo en mi concentración y cuando creo haberla logrado, miro desde Gabriela y me siento feliz de ser de nuevo actriz.
Y puedo jugar en escena que es lo que más me mantiene alerta porque sé con tranquilidad que S. está conmigo abiertamente receptiva para estas pequeñas travesuras y pruebas.
Y el ensayo se vuelve placentero y ya quiero que llegue el momento, quiero el estreno cercano, quiero mostrar, quiero disfrutar ante la mirada de los demás.
Y no llego corriendo a ese día como me pasó tantas veces!!
Y lo disfruto.

Y casi en el mismo instante en que me decidía a escribir una entrada que se llamara "¿por qué a mí no?", suena mi teléfono con la respuesta de un casting.
Me preguntaba el por qué de esta compulsión a exponerse cuando existe una debilidad interior para aceptar la negativa.
Para qué competir si duele tanto perder.
Por que a lo que a mí respecta, se me vuelve imposible el no fantasear, el darme por perdedora y entonces imagino mundos de victoria, llenos de resultados positivos, de premios ganados, de trabajos otorgados…
Y la realidad que no lo confirma hace que la caída sea por lo menos, estrepitosa.
El casting del San Martín que no fue.
El trabajo al que me postulo y que no llaman.
Exponerse.
Pretender.
Desear.
Y los NO que hacen rodar ilusiones por tierra.

Pero apareció un SI que me alegra.
Por el sólo hecho del SI y porque es actuación.
Y lo contradictorio de mi primera oportunidad en cine una vez salida de Buenos Aires (No es allá que estas cosas suceden?)

Y también acá me suceden los alumnos.
Porque es acá donde hay algo que decir.

(¿Y me animo a dejar cavilaciones inconclusas que quedarán flotando en el éter porque evidentemente, no seguí el hilo conductor del pensamiento y ahora ya no puedo retomarlo?
Sí, mejor que así suceda. Ya vendrán ocurrencias más cercanas. No sé retomar ideas lejanas. Vaya yo a saber en qué mundos andaba rodando mi cabeza por estos días en que comencé a escribir esta entrada).

¿Por qué titilan las estrellas?

¿Es que se están por apagar o me guiñan el ojo?


(Bueno, un desliz romántico nocturno).

Escuela de verano

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!


Uffff... Que buena catarsis!
Esta mañana me felicitaron por el trabajo que estoy haciendo en la escuela.
Mañana a la obra van muchas "autoridades": consejeros escolares, el coordinador de las escuelas de verano, la inspectora… todo porque somos (soy) la única escuela de esta modalidad (una hora y media) que está trabajando con los chicos (además del comedor).
Y quieren participar de nuestro cierre.
Me enorgullece (creo que está de más decirlo, pero por qué no mimarme).
Y sí, es cierto. Estoy (estamos) trabajando bien y lindo.
Comprometido, como me dijeron.

Los pibes lo merecen.
La escuela lo merece.
Mi satisfacción con el laburo lo merece.


Ya casi al filo de esta primera etapa.
Mañana, último día de la escuelita de Gowland.
Y me emociona el final como si hiciera muchísimo tiempo que trabajo ahí.
Preparamos una pequeña obra de teatro sobre piratas, magos, brujas, duendes y un tesoro escondido.
Pero lo más importante de la obra es que entendieron perfectamente el mensaje: TODO ES POSIBLE.

Y para mí, ellos fueron el tesoro escondido.

Empecé con tanta incertidumbre esta etapa de Directora, tantos miedos desde el desconocimiento, pero resultó una maravillosa mezcla entre trabajo solidario, clases de teatro y un poco de producción y papelerío.
Y todo deja un saborcito tan dulzón en la boca...
La pedaleada para llegar, me gustó.
El vínculo que se empezó a gestar con A. me gusta.
La hora y media que compartíamos todos juntos que volaba.
El almuerzo con ellos pidiéndome que me siente al lado de tal o cual.
Yo comiendo lo que comían ellos.
YO COMIENDO LO QUE COMÍAN ELLOS (No es nada contra las cocineras de los comedores escolares, así todo, es la primera vez que me animo a comer a diario lo mismo mismo mismo que los chicos)
Las normas que fuimos estableciendo y que se fueron instalando. ¡¡¡¡Y Cumpliendo!!!!
Las más rebeldes que terminaron trayendo flores todos los días de la última semana.
Esos maravillosos ojos de asombro que se abrieron inconmensurables cuando vieron los juguetes que teníamos para ellos.
Los López y su perra que también llevaban (y alguna que otra vez, la olvidaban)
Cada cabeza de clan familiar y el tupper que dejaban en la cocina para la comida que sobrara.
La "guerra de los cuentos".
Las preguntas con letras.

¡¡¡Y todo todo que les venía bien!!!

Experiencia asombrosa,
extraordinaria,
estupenda,
inesperada,
impresionante,
Emocionante…

Que me completa y me hace feliz.
(Ahora quiero que me alcance también para el alquiler)

miércoles, 24 de febrero de 2010

Consejo escolar

En mi última visita al Consejo Escolar, me pidieron si podía escribir unas líneas hablando de mi relación con el Consejo desde la Dirección de la escuela de Gowland.
Como algo que me resulta grato (esta metié de la escritura), las palabras surgieron.
Descontracturadas.
Con un toque de emoción.
Desacartonadas.
Informales, tal como escribo.

Como si tal cosa, digamos.
Pero me encontré con que trascendieron.
Y me llamó el presidente del Consejo para agradecerme las palabras.
Y me pidieron publicarla.

No era la idea, por supuesto.
Era un borrador.
Pero ya que aparecerán en algún semanario mercedino, acá van también.


Hace poco pensaba en mi docencia como acto solidario.
El estar en los lugares en que más se necesita alguien que lleve lo que sea: una clase de teatro, un plato de comida, un juguete, un momento de juego o simplemente, el estar.
Estar ahí.

Escuela de verano.
Mi primera experiencia.
(Atravieso primeras experiencias en muchas cosas, hace apenas unos meses que vivo aquí).
Escuela Nro. 20 de Gowland.
(¿La elegí o me eligió?)
Sin saberlo yo de antemano, aunque pudiéndolo suponer, cumplía mis expectativas de ser algo más que una mera escuela donde enseñar.
Primer día y me encuentro con tres inconvenientes: el primero y principal: me informan que la escuela no tiene agua desde el mes de Junio.
Mi cabeza hizo esta ecuación: escuela de verano, de VERANO sin agua… algo no iba a funcionar.
Segundo inconveniente: no tenía materiales para trabajar. Nada. (Y un proyecto a seguir socio-educativo)
Tercer inconveniente: el candado de la puerta de entrada a la escuela a veces, se traba y no funciona.

Mi obsesión expeditiva por resolver, me llevó a estar parada en la recepción del Consejo Escolar.
Siendo absolutamente sincera, sabía bastante poco para qué servía el Consejo Escolar.
(Trabajé en docencia en Capital y como allí es todo tan burocrático, el consejo escolar (si existe como tal) nunca fue una opción viable)
Pero estaba en su hall, esperando que alguien pudiera asesorarme en cómo resolver.
No salía de mi asombro cuando vi que había un grupo de consejeros, que me recibieron y no sólo me orientaron, sino que me resolvieron.
Y no fue un trámite burocrático de los interminables.
No hubo trámite burocrático.
Apenas una nota escrita detallando la situación y la diligencia para resolver TODO.
En la primera semana. Y en su totalidad.

Esto es que al día siguiente de iniciada la escuela, la bomba de agua estaba funcionando, y los chicos tenían materiales (lápices de colores, lápices negros, hojas y afiches) en los que trabajar, y el candado que finalmente se trabó y no volvió a abrir fue reemplazado por uno nuevo.
Escuela nueva.
Y cuando faltó comida con un llamado telefónico tuvimos reposición de comida.
Y también los chicos tienen una bolsa de ropa para repartirles y unos juguetes por los que están trabajando fervientemente para ganárselos.
Consejo Escolar.
El diccionario lo define como: órgano que tiene por misión orientar y facilitar la solución de problemas de carácter educativo.
Yo digo que es un grupo de gente maravillosa que está completamente involucrada en la resolución de cuanto sea factible y que hacen que la tarea educativa sea mucho más simple, mucho más agradable y mucho más extraordinaria de lo que ya es por sí misma.

Tiendo a idealizar.
Pero esto fue así, tal como lo escribo.
Ideal.
Y bueno, algunos sueños son posibles.

¿Por qué titilan las estrellas?

¿Es que se están por apagar o me guiñan el ojo?

(Bueno, un desliz romántico nocturno).

Escuela de verano

¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Amo el teatro!!!!!!!!!!


Uffff... Que buena catarsis!
Esta mañana me felicitaron por el trabajo que estoy haciendo en la escuela.
Mañana a la obra van muchas "autoridades": consejeros escolares, el coordinador de las escuelas de verano, la inspectora… todo porque somos (soy) la única escuela de esta modalidad (una hora y media) que está trabajando con los chicos (además del comedor).
Y quieren participar de nuestro cierre.
Me enorgullece (creo que está de más decirlo, pero por qué no mimarme).
Y sí, es cierto. Estoy (estamos) trabajando bien y lindo.
Comprometido, como me dijeron.

Los pibes lo merecen.
La escuela lo merece.
Mi satisfacción con el laburo lo merece.

Ya casi al filo de esta primera etapa.
Mañana, último día de la escuelita de Gowland.
Y me emociona el final como si hiciera muchísimo tiempo que trabajo ahí.
Preparamos una pequeña obra de teatro sobre piratas, magos, brujas, duendes y un tesoro escondido.
Pero lo más importante de la obra es que entendieron perfectamente el mensaje: TODO ES POSIBLE.

Y para mí, ellos fueron el tesoro escondido.

Empecé con tanta incertidumbre esta etapa de Directora, tantos miedos desde el desconocimiento, pero resultó una maravillosa mezcla entre trabajo solidario, clases de teatro y un poco de producción y papelerío.
Y todo deja un saborcito tan dulzón en la boca...
La pedaleada para llegar, me gustó.
El vínculo que se empezó a gestar con A. me gusta.
La hora y media que compartíamos todos juntos que volaba.
El almuerzo con ellos pidiéndome que me siente al lado de tal o cual.
Yo comiendo lo que comían ellos.
YO COMIENDO LO QUE COMÍAN ELLOS (No es nada contra las cocineras de los comedores escolares, así todo, es la primera vez que me animo a comer a diario lo mismo mismo mismo que los chicos)
Las normas que fuimos estableciendo y que se fueron instalando. ¡¡¡¡Y Cumpliendo!!!!
Las más rebeldes que terminaron trayendo flores todos los días de la última semana.
Esos maravillosos ojos de asombro que se abrieron inconmensurables cuando vieron los juguetes que teníamos para ellos.
Los López y su perra que también llevaban (y alguna que otra vez, la olvidaban)
Cada cabeza de clan familiar y el tupper que dejaban en la cocina para la comida que sobrara.
La "guerra de los cuentos".
Las preguntas con letras.

¡¡¡Y todo todo que les venía bien!!!

Experiencia asombrosa,
extraordinaria,
estupenda,
inesperada,
impresionante,
Emocionante…

Que me completa y me hace feliz.
(Ahora quiero que me alcance también para el alquiler)

miércoles, 27 de enero de 2010

Decir NO

Desde chica me fue problemático.
NO a una amiguita que quería jugar conmigo pero que a mí no me gustaba.
No a comer el churrasco con tomate antes de ir a la escuela.
NO a estudiar inglés a mi temprana edad de siete años.
NO a ese chico que quería besarme para enseñarme cómo se hacía.
NO a estudiar otra cosa que no sea teatro.

Ese primer hombre que quería ser mi novio y como yo estaba enamorada de otro (de quien fue mi primer novio), no sabía como decir NO a sus largas cartas con letras de canciones y muñecas de patas largas de las que tanto nos reíamos con T. encerrados en mi habitación mientras él esperaba en el living de casa.

NO a irme de un trabajo que no me gustaba y me hacía sentir tan mal.
NO a que el plan de sábado a la noche fuera ir a bailar aunque ya no me sentía con edad para eso.NO a ese otro hombre que esperaba en el umbral de mi puerta de madrugada cuando yo llegaba de salir con otro. Y entraba.
NO a todo lo rico que me tentaba cuando intentaba hacer una dieta.

Siempre había una excusa para que los NO se transformaran en SI. A pesar mío, por supuesto.
Una excusa que me hacía ceder pero que después me hacía también arrepentirme de no haber dicho lo que tenía ganas.

NO a un personaje que no me gustaba. Pero lo importante era actuar.
NO a atender el portero eléctrico a la una de la mañana a sabiendas que, atenderlo, era el peor error que podía cometer en ese momento.
NO a renunciar a una historia amorosa que me estaba destruyendo.

Excusas y más excusas.
Lo terrible es que ninguna lograba convencerme del todo.
Pero aún así, cedía.

Con el paso del tiempo, creo saber con más claridad (o más experiencia) qué es lo que quiero para mi vida y qué no.
Aún así, todavía tengo que lidiar con algunos NO que no logro pronunciar.

Y el tema "hombres" parece ser el más relacionado con estos NO no dichos.
Cuando conocí a R. me pareció un tipo agradable.
Después de haber salido un par de veces juntos, sabía a ciencia cierta que había cosas que no me gustaban, pero de seguir el vínculo diría un SI más allá de que no fuera un SI redondo.
Pasaron algunas cosas en medio, hubo una distancia, un atisbo de reconciliación y un intento de volver a intentar.

Sábado.
Mensaje de texto preguntándome qué haría.
Le cuento mi plan, lo incluyo y la respuesta es clara: NO.
Pensé que era broma, le dije que lo esperaba a tal hora, pero la respuesta había sido verdadera: NO.

Una semana con mensajes.
Pasa por casa una tardecita y charlamos de su negativa.
La respuesta, contundente: el tenía un plan, me llamaba para invitarme pero al no estar yo disponible, se dispuso a efectuar su plan. Sin mí. (Esto es, le importaba el plan, no yo).
Acto seguido, me invita a un plan para ese día que no me interesaba. NO ME INTERESABA.
Dije que sí.
Fuimos a casa de I., amiga suya, conocida mía con la que no hay una energía grata.
El tiempo que pasamos en su casa se me hizo eterno.
Debo haber pronunciado algo así como cuatro palabras. Sí, yo, cuatro palabras.
Después el plan siguió y repuntó un poco, pero yo me seguía preguntando por qué había aceptado.
La respuesta no era un acertijo: tratar de que funcione algo que yo sabía que no funcionaría. (Y no puede funcionar, le pega a MIS perros para sacárselos de encima. Y juro que no son cargosos).

Vuelta a casa.
Intento un mínimo acercamiento a pesar mío (algo así como un abrazo por lo menos) a lo que casi no tuve respuesta.
Se va.

Dos semanas sin noticias.
Mensaje de texto: que si estaba en casa pasaba.
Digo que sí queriendo decir NO.
Vuelve a pasar por casa.
Lo invito a cenar.
(¿¿¿¿¿POR QUE SI YO NO QUERIA??????)
No sólo que no me ayuda a llevar ni un plato, es más, ni siquiera a abrir el vino, sino que desparrama su kilaje en almohadones en el patio y no se mueve.
Me siento adolescente nuevamente.
Y me pregunto qué hago con un hombre desparramado en mi piso hablando de cosas que no me importan un domingo a la noche.

Y pienso cuánto tiene que ver el querer agradarle a alguien, el querer compartir esta instancia con alguien.
Pero pienso también que ya es hora de decir que NO.
NO a este hombre del que hay mucho que no me gusta.

Quiero por una vez, NO rescatar lo positivo, sino mirar muy bien y con ojos bien grandes lo negativo.
Quiero decirle NO a eso que no me gusta.
Ya es tiempo de empezar.

Ya que ésta es ciudad de cambios
intentaré que sea también ciudad de NOes dichos a tiempo.