Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

martes, 24 de marzo de 2009

Esto también pasará

Por lo general, si miro mi vida en retrospectiva, los cambios, las decisiones inesperadas, los caos, las crisis... me han llevado a lugares productivos.
Gesté mi obra en medio de la internación de mi viejo, cuando no sabíamos qué iba a ser de él; me mudé a Franklin sin trabajo, con una intimación para dejar el departamento en pocos días y en medio de uno de los primeros cortes con E.; salí de Asatej sintiéndome mala persona y cuando no pasaba un sólo día en el que no volviera a casa y llorara de desazón...
Pero ahora estoy en medio de un caos externo y no tengo la misma sensación de que las cosas van a estar en orden. Debe ser porque las opciones son muchas y de las más variadas.
Se sumaron una conjunción de cosas que dan como resultado mi incertidumbre actual.
El trabajo viene complicado. Tengo, pero no cobro, entonces la sensación es de desocupación aunque en realidad no sea así.
Trato de conseguir más horas de docencia y los cambios que propone este gobierno para el sistema (el ya perverso sistema educativo que maneja el Gobierno de la Ciudad, gracias Macri!), complican cada vez más el acceso a posibles horas extras de trabajo.
Aunque en realidad, después de haber ido al acto público y no haber conseguido nada, me preguntaba para qué esperaba conseguir algo que sé que hasta dentro de más de siete meses no voy a cobrar. No sé a quién puede servirle trabajar de esta forma. Y desde la dirección de educación la respuesta es tener paciencia, tomar la situación como un ahorro. No, no lo dicen como chiste. Así funciona el estado. Esa es la normalidad.
Y como si con esto no alcanzara, en enero me dice L. que quiere vender mi departamento, o sea, su departamento.
Y la mudanza disparó una serie de interrogantes y opciones que hasta hace un par de meses ni siquiera consideraba de manera razonable.
Pero más allá del lugar donde me vaya a mudar (que se me hace complicadisímo con el sueldo que tengo sin considerar que no lo cobro), más allá de eso, están las emociones internas que generó esta decisión. Más que la decisión en sí, la forma en como L. está manejando las cosas.
Siento que me invade, que no me respeta, que nunca asumió que si bien es su casa, al estar yo pagándole un alquiler su misma casa se convierte en MI casa.
Quiere darle un juego de llaves a quien va a ocuparse de vender su casa para que pueda entrar cuando yo no estoy.
En MI casa, en MI intimidad, en MIS cosas.
Como si yo no tuviera derecho a ese mínimo respeto.
El hecho de que él asuma que es una persona de confianza, no significa que yo acepte que venga a MI casa cuando yo no estoy.
Y de verdad en lo único que puedo pensar es en la falta de respeto.
Decíase amigo.
Claro que la palabra amigo, hoy día...
No puedo unir en la misma frase la palabra amigo y la frase "no respeto por la intimidad".
Me desiluciono mucho últimamente de la gente, de los cercanos.
O los que creo cercanos.
Es verdad que por una cuestión de afecto, de admiración, de respeto, de sobrevaloración siempre estuve disponible para L., que nunca le negué nada y corrí a resolverle cuanto pude.
Pero ahora no me puedo dejar invadir de esta manera. No registra mi espacio y eso además de molestarme mucho y de enojarme, me duele.
Mañana voy a ir a su casa.
Voy a sacar palabras de lo más profundo de mi corazón para poder negarle, para exigirle respeto.
Entiendo su apuro por resolver.
Pero no comparto sus procedimientos.

NO.
NO.
NO.
NO.
NO.
Una y mil veces quiero decirle NO.
NO estoy disponible siempre.
NO puede invadirme.
NO es su casa.
NO puede ignorar mi espacio.
NO puede NO respetarme.
Ojalá no se resienta la relación........................................ (¿Cuál relación?)
Todo tiene fin.
Este de esta casa fue precipitado y sin esperarlo.
Siento desasosiego.
Y la idea de Mercedes que cada vez se hace más fuerte.
Como si en aquel lugar estuvieran las respuestas a todas mis preguntas.
Como si aquel fuera mi lugar.

Una vez leí que el dinero llega cuando uno está en el lugar correcto.
Hace mucho tiempo que estoy mal parada, mal ubicada entonces.
Será hora de probar otras posibilidades.
¿Será hora de probar otras posibilidades?

No me ata un amor.
No me ata un buen trabajo.
No me ata una casa propia.
No me ata una ciudad que me enamora.
No me ata una vida social activísima.

¿Y si todo eso está para mí a 100 km. de distancia?
Pasado mañana empezaré a responder algunas preguntas.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Amor entre las piernas

O sexo con el corazón.
Porque más allá de los años de idas y vueltas, algo de eso hay.
Con E. fuimos amantes durante más de diez años.
Y aunque a él no le gustaba esa palabra (y hemos llegado a tener largas discusiones al respecto), era lo que éramos.
Pero también era cierto que había mucho amor de por medio.
Sabemos que las características del amor pueden ser de las más variadas y a veces en mayor o menos grado, nunca dudé de que lo había entre nosotros.
Hubo tiempos en que el amor iba de la mano del sexo, otros en que el sexo primaba al amor y otras en que el amor se sostenía pero el sexo no aparecía.
Cancelamos nuestra historia hace muchísimo tiempo. Años.
Nos desafectamos emocionalmente y sexualmente después.
En la actualidad, no había ni una cosa ni la otra.
Nos veíamos a veces (podían pasar períodos de ausencia tan largos como las barbas imaginarias de Dios), charlábamos con más o menos profundidad (siempre algo de nuestra intimidad, la de cada uno, la personal) queda velada, muchas cosas del otro no las conocemos y tácitamente asumimos que así sería y está bien (bueno, tuve períodos en que para mí no estaba bien), podíamos compartir unos mates o un café por ahí pero no pasaba de eso.
A fines del año pasado y sin pensarlo, se armó una cena que podía ser tildada de romántica. Con velas, vino tinto, sahumerio, besos suaves... Besos suaves que fueron el primer contacto después de mucho tiempo de distancia corporal pero que creo en ese momento, los dos lo vivimos como algo normal entre nuestros cuerpos.
A partir de ese momento, un nubarrón de deseo empezó a rondar.
Su cabeza, mi cabeza, su cuerpo, mi cuerpo...
La tormenta se acercaba con el correr del tiempo y estaba próxima la lluvia.
Y llovió.
Después de más de tres años, volvió a llover.
A cántaros, como diluvio.
Una lluvia mansa pero fuerte. Que deja respirar pero sin ahogar.
Refrescante.
De verano.
En algún lugar sentí que los cuerpos nunca dejaron de estar conectados, que siguieron afinados a pesar de los años.
Vibraban juntos, acompasados.
Música.
Fue lluvia y música.
El campo quedó de nuevo solitario.
Con la calma de la siesta de verano, el olor a los duraznos y el colchón de violetas bajo los pies.
Lindo recuerdo.
Eso.
Recuerdo.


viernes, 6 de marzo de 2009

Platino y vestido azul

Junin (la calle Junín) es siempre un referente de encuentros sorpresivos, casi increíbles.
Una vez fue C., que mediante una pequeña conversación nocturna resultó ser primo hermano de mi prima hermana (¿eso nos convierte en primos?)
Y ahora fue otro C., brasilero él, con el que también se inició el encuentro mediante una conversación nocturna. Pero él no resultó primo.
Con un comentario al pasar que soltó cuando pasaba caminando al lado mío pero en dirección contraria, hizo que me de vuelta a mirarlo. Era guapo. Musculoso. El típico brasilero de los sueños femeninos. Alabó mi vestido azul después.
(Tengo que convencerme que evidentemente tiene "algo" mi vestido azul).
Me acompañó un par de cuadras en la dirección en la que yo iba y sin casi pensarlo yo, calculo que sí él, me tomó del brazo y me llevó a la entrada de un edificio donde me dio un beso impresionante. (Y algunos más también).
En brazos del brasilero de los sueños.
La verdad es que no voy por la vida respondiendo besónicamente a cualquier ser humano que cruzo, pero no sé, algo en ese momento pasó.
Vino a ser como un antídoto para el pequeño veneno que S. había sembrado en mi alma.
Después de un rechazo, un hechizo. No estaba mal para apalear el mal trago.
De todas formas, cuando me pidió mi teléfono para vernos mañana, no me animé a más.
El saber que todas las opiniones no son "la opinión" me alcanzó.
A S. no le gusto pero a otros sí.
Y eso basta.
Por lo menos por ahora.


miércoles, 4 de marzo de 2009

Qué lástima

Qué lástima
que sea sólo ésto
que quede así
no sirva más
esté acabado
venga a parar en ésto.
Qué lástima que no
pudiéramos
sirviéramos
que no sepamos ya
que ya no demos más
que estemos ya tan secos.

Qué lástima
qué lástima
estar muertos
faltar
a tan hondo deber
a tan preciada cita
a un amor tan seguro.

(Qué lástima - Idea Vilariño)

Estoy enojada.
Sublevada.
Muy enojada.

Mala comunicación.
Malas interpretaciones. No interpretaciones.

En esta historia con S. siento que me salteé un capítulo, que me dormí justo en el final de la película, que miré para otro lado en el preciso momento en que tenía que hacerlo en la dirección opuesta.
Si hablamos de hablar, si la noche anterior a la desaparición habíamos generado una charla que derivó en pactos convivenciales dadas las experiencias diferentes de los dos, no entiendo por qué en mi contestador (otra vez, mi contestador) encuentro un mensaje que habla de "cosas que venían pasando".
¿No es de esas cosas de lo que uno habla cuando quiere poner pautas para que la relación se desarrolle lo mejor posible? ¿No son esas cosas las que se comentan cuando ocurren para que después no haya malos entendidos?
Cosas que venían pasando.
Me pregunto... a los 15 días de conocerse, ¿cuáles son las cosas que venían pasando que uno elige para tomar determinadas decisiones?
S. me habla de una resistencia mía a la apertura de la relación, de empujar la puerta que yo no quiero abrir.
¿Y cómo se llama el verlo hasta cualquier hora de la madrugada, el acomodar planes para poder planear con él, el hacer el esfuerzo de correrme de mi soledad e intentar funcionar en función suyo, el comprometerme a intentarlo a pesar de mis todos?
¿Esas no son también "cosas que venían pasando"?
Pensar en girar mi vida 180 grados de la noche a la mañana me resulta tan inverosímil para mí como para cualquier otro que perjure hacerlo.
¿No es valorable el intento o sólo buscamos resultados en apenas días cuando ambos cargamos con historias que nos ubican en el lugar donde estamos?
Pretender conocer a alguien de cuarenta con la vida de alguien de veinte... si eso ocurre me aburriría.
Y en esto de sacar los pies del plato (como diría un viejo amigo) también me pregunto: Si uno no abre del todo la puerta para que el otro ingrese... ¿Siempre es por uno o será también por lo que el otro no genera?
Volví a escuchar el mensaje una vez más.
Creo que en realidad lo que más me molesta es la típica: "Sos genial, pero no alcanza". ¡¡Si no alcanza no seré tan genial!! ¿Por qué nunca se dicen las cosas como son?
¿Si es tan maravilloso estar conmigo, por qué te vas?
Igual...
Borré tu mensaje.
Te borré a vos.


No todo es lo que es

En este ir y venir por las relaciones, hace aproximadamente 20 días conocí a S.
Totalmente de casualidad, cuando no estaba preparada para que ocurra y con un placer muy grande de que aún así, haya ocurrido.
Los acontecimientos con él se fueron sucediendo lentos pero en increscendo. Justo como lo necesitaba.
Hacía mucho tiempo que no estaba en pareja. Tal vez porque alguna/s relacion/es anterior/es me había/n dejado malherida. Sumado a ésto el hecho de que convivo muy agradablemente conmigo a solas, sentía que reiniciar una vez más, se me iba a hacer muy cuesta arriba. Pero apareció S. con horarios muy particulares (tal como a mí me quedaban cómodos), con un increíble buen humor que fue lo primero que me hizo abrir la puerta, una caballerocidad desconocida para esta época, una atención plena a cuanto yo decía y manifestaba... digamos que casi casi el hombre ideal. Y digo casi porque duró tan poco que ni tuve tiempo de darme cuenta que estaba haciéndole un lugar en mi mundo.
Básicamente podría decir que me permití la posibilidad porque creí estar frente a alguien que no tenía lo que yo más detesto en un hombre: la histeria.
Pensé también que todo aquel recuerdo adolescente de que todo era lo que era se estaba haciendo de nuevo presente como diciendo "no me olvides, puede ser".
Pensé también... sentí también que no corría el riesgo de las desapariciones impensadas e inentendibles. Con él no. Con él eso no pasaría.
Pero como la carroza se convierte en calabaza, S. también se convirtió en uno más de los que sí lo hacen.
El plan era de lo más tentador: pasarme a buscar por mi trabajo, pasar por casa a cambiarme (a menos que lea este blog jamás se enterará de que me había comprado un vestido lindísimo para estrenar esa noche), tal vez cenar en algún lugar lindo y terminar la noche en un hotel.
Porque hasta ese momento había habido noches pero no NOCHES.
Pero sin saber yo el por qué, encontré un mensaje en el contestador de mi casa (sí, sí, como casi la mayoría del planeta tengo teléfono móvil) en el contestador de mi casa decía, diciendo que cancelaba la salida. No entendí exactamente por qué.
Dejé un mensaje en el contestador de su casa (él es de la minoría que por motivo que no viene al caso no tenía teléfono móvil al que llamar), expresando mi sorpresa y mi desconcierto. También pidiendo un nuevo llamado para que podamos hablar directamente.
Lo que lamentable e inesperadamente, nunca sucedió.
El golpe que no esperaba del jugador que no esperaba.
Y no paro de pensar en qué puede haber sucedido.
Ese mismo día al mediodía, almorcé con T., amigo entrañable, de los que conservo de la infancia y a su pregunta de cómo estaba con esta relación, le respondí que muy contenta pero que no sabía por qué, no estaba internamente eufórica.
Ahora pienso si no estaría sintiendo algo que no estaba viendo.
La realidad es que estoy ahora desilusionada, con un desconcierto importante, un vestido hermoso sin estrenar, la dirección de un restaurante al que tenía ganas de ir, la película de Mickey Rourke que él tenía ganas de ver y que no pudimos porque el cine estaba cerrado y yo se la conseguí y la incertidumbre... la incretidumbre que es la peor de las sensaciones.
Hoy volví a dejarle otro mensaje en su contestador, un último mensaje en su contestador (no sé si aún sigue sin teléfono) diciéndole que al no tener respuesta suya, era yo la que ponía punto final a la historia.
No me gusta tener cosas inconclusas. El verbo esperar es uno de los que más detesto de nuestro vocabulario.
Me ilusionaba empezar el año con un "otro".
Tú y yo. Tuyo. Ahora, sólo mío.


Fragilidad

Cuando me volví adulta (aunque no sepa exactamente en qué momento ocurrió eso) las relaciones comenzaron a parecerme cada vez más complicadas.
Tengo recuerdos del mundo de mi adolescencia mucho más simples de lo que después se transformó el mundo en el que me sumergí.
En aquella época todo era lo que era. El chico que te quería te lo decía y significaba eso y nada más que eso. Tus padres eran sólo tus padres y debías amarlos por esa misma razón. Tu vocación era lo que más te gustaba y no te cuestionabas si era lo más conveniente en materia de redituabilidad o no. Tus amigos eran incondicionales y no podías dar un paso sin el consenso general y sin que ellos se enteraran casi al mismo tiempo en que estabas decidiendo dar ese paso.
Después todo se me complejizó.
Y entonces el amor se convirtió en una ruta con señales confusas donde después de un "te quiero" podía venir la propuesta de matrimonio, el pedido de sólo sexo o la desaparición al día siguiente sin siquiera saber los motivos.
Donde mis padres se conviertieron en una institución mucho más cerrada y de la que no logro entender el funcionamiento, y ya no sé si son mi modelo a seguir o a esquivar, si tengo que seguir queriéndolos porque sí o existen otras posibilidades mucho más amplias de afecto.
Mis amigos empezaron a estar en mi vida por etapas. Y entonces conservé amigos de aquella rosa adolescencia (pocos, poquísmos), hubo amigos del profesorado que quedaron en la estación Profesorado y nunca más estuvieron presentes más allá de que en noches de campamento desnudáramos las almas y a veces también los cuerpos, luego fueron los amigos que se generaban en cada proyecto teatral con una intensa comunicación cotidiana donde no había tapujos para contar nada de nada y que luego de las últimas funciones... eran también sus últimas funciones.
Tal vez fui yo la que no supe conservar estos vínculos o tal vez es la forma en que necesito que esten en mi vida.
No siempre me gusta que esto sea así.
No siempre me gustan las decisiones que tomo.
Muchas veces extraño gente que fue importante y que a esta altura, no sé en qué lugar del mundo están anclados.
De todas formas hay un par de esos entrañables, de esos con los que, desde la adultez repetimos rituales adolescentes. Y me gusta que estén en mi vida todavía. Y en un lugar del alma me sigo sintiendo adolescente cuando los veo.
Aunque como en aquella época, todavía siga tomando malas decisiones.

Capítulo cero

Escribo desde los 11 años.
Al principio iniciaba con el típico : "Querido diario". Posteriormente se transformó en sólo "Diario", pasando por el encabezado con fecha para devenir en una especie de cadena metonímica que con suerte tenía la fecha al pie de la página.
Creo que esto será lo mismo pero digitalizado.
Todavía tengo ganas de escribir en mis cuadernos tipo libro que elegía minuciosamente cada vez que uno de ellos se terminaba. Es más, en mi mesa de luz tengo uno esperando con un montón de hojas en blanco y una lapicera de tinta destinada también para ese fín.
No dejé de ser romántica, pero me di cuenta de que con el teclado escribo mucho más rápido y por ese motivo me dan más ganas de hacerlo.
Ahora bien... la pregunta del millón antes de sentarme a armar el blog fue: ¿Me animaré a contar todo? No porque mi vida sea escabrosa o arriesgada, pero también es real que algunos secretos hay.
Y me di cuenta que hay varias opciones: puedo narrar las cosas tal cual son, puedo transformarlas en una historia de ficción y no por eso faltar a la verdad o puedo escribir obviando algunos detalles. Ya veré cómo voy resolviendo.
También me preguntaba qué dirían mis amigos si vieran sus nombres en mis páginas. Pero eso fue más fácil de resolver: sólo escribiré la inicial de cada uno de ellos para no poner en compromiso a alguien que no tiene ganas de mostrarse como yo.
¿Tengo ganas de mostrarme?
Imagino que la respuesta más rápida sería una afirmación de momento que estoy exponiendo mi mundo en estas pequeñas páginas.
Pero creo que no voy a tener la respuesta certera hasta que avance en este camino. No descarto la posibilidad de volver sobre mis pasos y dar marcha atrás.
Por ahora elijo avanzar. Rumbo incierto. Paso firme. Veré a dónde llego.