Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

miércoles, 8 de julio de 2009

Reeligiendo lo elegido

Junio, 28
Esperé dos semanas. Dos semanas que fueron casi interminables, que cada vez que sonaba el teléfono mi corazón daba un salto de aproximadamente dos metros de altura.
Pero el llamado esperado no llegó. Y lo peor fue que no llegó ni por sí ni por no. Bueno, si lo pienso bien, creo que prefiero la incertidumbre al no. No, prefiero el no.
La realidad es que estoy acá, tal como había decidido estar hace dos meses.
Sin la posibilidad San Martín, vuelvo a re armar mi vida aquí y vuelvo a reelegirla. Y a re quererla.
Entonces vuelvo a activar el tema trabajo. Viajar a diario para trabajar como actriz era una cosa, y viajar seguido para otro tipo de trabajo, es otra bien distinta.
Entonces vuelvo a querer instalarme acá permanente. Conseguir recursos para no moverme, para permanecer en definitivo.
Y volver a ensayar lo que nunca comencé pero que sigue en pié. Y también la otra.
Y dar clases.
De todas formas no dejo de fantasear con la posibilidad. El imaginarme en la Martín Coronado es un sueño que me da bronca haber acariciado sólo de lejos. Me queda el consuelo de saber que hice mi mejor intento. No podría haberlo hecho mejor, eso es lo que doy como actriz, porque si todo. El hecho de que el sí no haya llegado me duele pero no me fracasa. Pienso que por lo menos tuve la posibilidad.
¡¡¡¡Igual quería el sí!!!!
Si lo pienso desde la óptica del viaje, no sé cómo lo hubiera resuelto. Realmente hubiera sido un trastorno el viajar todos los días. No sé en qué lo hubiera hecho con los horarios que seguramente se hubieran manejado. Y si hay algo que tengo claro es que de acá no me muevo otra vez.
Este es mi lugar y lo sigo eligiendo.
Es más, ya estoy pensando en tres hectáreas para dentro de dos años.
Sé que acá también puedo consolidarme como actriz.
Claro que no es lo mismo, claro que es otra cosa, pero es lo que me da el lugar que elegí para habitar, para hacer propio, para desarrollarme, para seguir con mi vida.
Y entonces vuelvo a estar feliz de la elección y vuelvo a querer sobresalir acá de la mejor manera posible.
Y tal vez sea eso lo que no me deja deprimirme porque no llamaron. O tal vez el saber que lo hice bien.
Hoy es lunes.
Esta noche tengo reunión por unas clases y el viernes ya tengo ensayo.
Mi vida se vuelve a armar. Es lo que quería.¡Y adiós San Martín! (u ojalá hasta prontito).

Veo una gorda en el espejo

Julio, 7
Y como estoy sola en casa, no cabe otra posibilidad que admitir que esa gorda que veo, soy YO.
Hace dos meses que me mudé y llevo aumentados tres kilos. Eso en nosotras, las mujeres, es más que significativo.
Y a rigor de verdad, aumenté también la cantidad de placeres que me propicio y esto incluye por supuesto, los culinarios.
No sé si es porque la vida acá es un tanto más barata que en capital, pero siempre tengo cosas ricas para amenizar los días que antes no estaban en mi alacena.
También tengo más tiempo. Entonces el desayuno se convierte en EL desayuno, y también almuerzo y si estoy a la tarde cómo no merendar, y algún entremés…
Cuando el espejo me devuelve esa imagen… algo de mí se desestabiliza y pienso que debo hacer algo urgente. Pero acto seguido, cuando caigo en la cuenta que es una resultante placentera, de la cadena de placeres cumplimentados que trajo esta vida de campo… me miro con un poco más de cariño y hasta le guiño el ojo a esa casi extraña.

La oportunidad deseada

Junio, 12
Tanto… es tan maravilloso…
Otra vez, San Martín.
La euforia del primer momento se fue convirtiendo gradualmente en felicidad, luego mutó en nervios, luego en incertidumbre sobre qué decisión tomar para encarar el monólogo que tenía que presentar y finalmente en trabajo. Preparé ese texto a diario, con la ayuda incalculable de I. que se bancó ir conmigo a diario al teatro para tirarme propuestas y luego ayudarme a darles forma.
Días previos a la audición… quinta de P. tomando mate, paseos en bici, una ida al monte, y siempre siempre, teatro para ensayo.
Le encontré la vuelta a lo que quería y mi única preocupación era quedarme con la sensación de que había hecho todo lo que estuviera a mi alcance.
Y eso fue lo que me pasó.
La audición fue como imaginaba.
Entraba al teatro y sabía, sentía que no era como las veces anteriores. Era el mismo espacio donde alguna vez cursé. Pero la diferencia era abismal.
No podía dejar de pensar en la situación en la que me encontraba y tampoco podía dejar de agradecer.
Quería disfrutarlo.
Me concentré en eso.
Por supuesto que hacerlo bien era la prioridad, pero sabiendo que disfrutaba también cada momentito de ese gran momento.
Sentí que me fue bien.
Eso significa que me quedé contenta con lo que hice.
No puedo saber qué era lo que esperaba ver el director (y a menos que me convoquen para trabajar no lo sabré), pero lo que sí sé es que hice lo que quería hacer, y desde mi percepción me gusté.
Ahora a esperar dos semanas. Sabiendo que fuimos muchas las que audicionamos y que sólo hay cuatro personajes femeninos.
Pero me tengo fe. Confío en mi trabajo. Por una vez en mucho tiempo, confío radicalmente en mí.
Sé que voy a lograrlo.
Deseo ese trabajo.
Va a ser mío.
Pensarlo para que suceda. Eso hago. Con todas las fuerzas del universo (y algunas promesas encima).

¿Y también el amor?

Junio, 4
Demasiada palabra, muy grande pero tal vez posible.
Hace unos días alguien me siguió cuando yo iba en bicicleta.
Me pareció guapo y le hablé.
Ese mismo alguien hace un par de días me mandó mensaje, nos vimos, vino a casa, empezamos a conocernos, nos besamos…
Con calma y cautela. Pero también en esto… ¿Por qué no?


Vuelvo a entrar a esta entrada.
Definitivamente, es demasiada palabra para la situación. Después de varios encuentros y en diferentes ámbitos, me di cuenta que ni por casualidad, es lo que busco.
Sé que lo que pretendo es mucho (en realidad, yo creo que no, pero lo que viene sucediendo me dice que es casi un imposible), pero si algo sé que no haré jamás, será conformarme.
Y con P. si bien algunas expectativas funcionaron, las más dejaron de hacerlo por lo que decido no continuar con este… conocimiento.
Complitud.
Lo que eso signifique, eso es lo que ansío.
Estuvo bueno probar. Estuvo muy bien sentirme deseada. Estuvo muy bien abrir la puerta.
Pero ahora decido cerrarla a la espera de que llegue quien se quede.
Algo más que una visita se busca.

¡El universo conspira!

Junio, 2
Dice el refrán: “cuidado con lo que deseas”.
También murmuran que cuando uno desea algo de corazón todo el universo conspira para que se pueda realizar.
Por una vez en la vida, una importante vez en la vida, compruebo que es así y estoy feliz.
Hace unos días recibí un llamado.
Una citación.
Inesperada.
Soñada pero como lejana.
Deseada con todo el corazón desde tiempos inmemoriales.
La voz del otro lado fue clara: Audición en el San Martín para un personaje puntual de una obra puntual.
¡Maravilloso!
¡Increíble!
No cabía dentro de mí misma y los gritos y los saltos fueron cuenta de ese querer salir de mí para agradecerle al mundo.
Llamados a personas que sé fehacientemente que tirarán buena onda y con quienes deseaba inmensamente compartir esa felicidad.
Buena fortuna.
Mi año, como me dijo M.
Corrí a buscar el texto que tengo que memorizar y con el cual voy a audicionar.
Personaje de Margarita en “Mucho ruido, pocas nueces” de Shakespeare.
Sé que va a ser mío.
Estoy totalmente dispuesta a que vuelva a cambiar mi vida, mi ritmo, mi trajín, mis decisiones… y no me importa nada, por ese sueño TODO.
Dije que renunciaré a mis trabajos de ahora si no puedo coincidir. Después limpiaré baños si no pasa nada más, pero por nada del mundo me pierdo esta posibilidad.
Sé que voy a conseguirlo.
Ya la felicidad es inmensa al saberme convocada, pero ahora LO QUIERO.
No quiero quedarme a mitad de camino, es mi casi única posibilidad, no creo que haya otra. Debo tomarla, debo conseguirlo, debo obtenerlo, debo BRILLAR.
Miedo también hay, claro.
Pero tengo una sensación interna que me dice que puedo. PUEDO.
¿Por qué no?
Faltan cuatro días. Eternos y a la vez, nada.
Quiero más pasadas de texto en el Talía con I. viendo y tirándome ideas.
Me sentí apoyada, más allá que se pregunta si se quedó nuevamente sin actriz para su puesta.
Quiero hacer todo, quiero legitimarme como actriz y para mí hay una única y valedera manera: actuando.
Y en el San Martín es el sueño.
Voy por él a conseguirlo.

Era viejo, nomás

Mayo, 26
Algunos piensan que este arranque mío mercedino es sólo eso, un arranque.
Muchos no saben de mis deseos internos y mi conexión con este lugar.

En algún momento de mi vida, cuando era adolescente e incluso joven, escribía poesía.
Creo que fue contado con el dedo (o sea E.) quien alguna vez tuvo acceso a estos escritos.
Y creo que ya que desnudo mi alma contando mis cuitas, no será para mí terrible transcribir un poema de aquellos.
Entonces… uno que escribí el 6 de noviembre de 1998 y que se llama “Pueblo alma” (y que por supuesto, habla de Mercedes)

Viajo en el tren de las seis y cuarto
A reencontrarme con lo que soy
El día despunta, brillante el trigo
Campos de lino que buscan sol
Me van llorando tu verso viejo
Quema el recuerdo mi corazón

Y huele a azahares tu plaza del centro
Despierta olvidos tu catedral
Levanta polvo tu cementerio
De almas queridas que ya no están

Cruzo con años tus vías muertas
Perros sin dueño en la estación
Dulzor templado sobre tus calles
Que fui yo misma jugando al sol

Recorro el río que traga audaces
Casas vencidas, silencio y paz
El bar Respuela, los paraísos
Toda mi infancia me ve pasar
Cárcel que guarda sueños malevos
Que siempre fueron y aún serán

Pueblo tan mío, de mi crianza
Cómo alejarme, nunca me fui
Tu sangre lleva mis cuatro abuelos
Mis carnavales, niña feliz
Y todo un tiempo de cuentos de hadas
Que si lo busco, aún sigue aquí.

Dos caras de una misma moneda

Mayo, 27
Llegué de lo más entusiasmada a lo que a teatro se refiere.
Algunos con los que había hablado, me habían dicho que me iba a ir bien, que acá faltaban muchas cosas para hacer, que no había quién las haga…
Entonces empecé presentando tres proyectos de talleres en la municipalidad… y en mi encuentro posterior con el señor secretario de cultura fue que no había presupuesto y que ya se hacía lo que yo estaba planteando.
Vi cerrada como la puerta más grande, o la principal (hasta donde yo creía).
Y me desilusioné.
Entonces me imaginé viajando eternamente a Buenos Aires porque acá no iba a poder conseguir nada de trabajo y el panorama no me gustó para nada. Si bien hay trabajos allá que no quiero dejar porque me interesan en particular, mi idea es establecerme por completo y eso implica también la base laboral.
Por supuesto el panorama actoral también me lo pintó como cargadísimo de gente. Me sorprendió, claro, pero si lo dice el secretario de cultura…
Entonces sentada en casa un día de estos, empecé a considerar la posibilidad de armar ese tan mentado monólogo al que nunca termino de darle forma como para accionar por mis propios medios un espacio en el ambiente.
Pero hace unos días también consideré la posibilidad de entrenar. Bueno, ya que había tantos actores, debía haber algún grupo de entrenamiento o por lo menos de avanzados en el que pudiera incluirme para poner un poco el cuerpo.
Me fui al teatro Talía (el San Martín de Mercedes, como me dijo después E.).
Cerrado.
Miércoles. Debí suponerlo. No estamos en Buenos Aires.
Vuelta a casa con mi bicicleta pero con la idea firme de empezar a accionar.
Contra todo pronóstico, el jueves por la tarde noche decidí volver a ir.
Jueves sí había gente, claro.
Y entonces sucedió el sueño del actor: entré al teatro para preguntar por un grupo y me terminaron ofreciendo un personaje en una obra que estrena en julio.
Acepté, de más está decirlo.
Dos personajes, uno soy yo.
No está mal para empezar.
Y charlando me cuentan los fundadores del teatro (que me vengo a enterar que tenemos un vago parentesco) que hay muchísimo para hacer, que no hay quien escriba, por ejemplo, que hay muchos proyectos, que falta mucha gente y bla bla.
Qué lejos está este señor de cultura de la realidad teatral de su ciudad, me dije.
Así que me volví a casa con un texto para empezar a trabajar, una próxima cita para ya empezar a ensayar, una charla citada también para contarme de más proyectos y cosas por hacer… otra realidad, en definitiva.
Volví sonriente, contenta, feliz.
Ahora sí, vuelvo a decir que estoy en el lugar correcto y sé que en esta MI ciudad me van a pasar cosas importantes.
¡Voy a por ellas!

Todo mío... hasta la mugre

Mayo, 20
Siempre me gustaron las antigüedades, las cosas viejas, las casas viejas…
Es la primera vez que estreno.
Y es rara la sensación.
Una casa nueva implica un montón de otras cosas que en una casa “común” no pasan.
Y me encuentro con desperfectos que tienen que ver con la construcción y que yo soy la que me doy cuenta (y las padezco) porque nadie antes habitó la casa.
Y tampoco nadie usó la cocina.
Y nadie se bañó en la ducha.
Y nadie prendió las luces.
Y nadie barrió el patio.
Y nadie sacó los cardos.
Y nadie tuvo perros.
Y nadie amó.
Y nadie extrañó.
Y nadie esperó.
Y nadie soñó.
Y nadie decoró.

Y tampoco nadie ensució.
Es una sensación diferente saber que cuanta mugre que limpie es mía.
Una se anima más con la mugre propia.
Y entonces enjuagar un trapo de piso (que siempre me pareció un asco) me lo sigue pareciendo pero sé que cuanta mugre toquen mis manos, es sólo mía.
Y entonces no parece tan asqueroso.

El tío Roberto

Mayo, 18
Nunca creí que le podría dedicar una entrada de mi blog a él.
Hermano menor de mi padre, siempre fue el personaje al que “era mejor no acercarse demasiado”, sobre todo en la etapa en que yo era una niña. Y precisamente porque era una niña, nunca se me dijo el por qué de tal determinación, situación que perduró en el tiempo como una de esas cosas de las que mejor no se habla.
Pasó su vida dedicado a cuidar la salud quebradiza de mi abuela paterna y también a convertirse en uno de los personajes más notorios de Mercedes.
Vendía rifas en una bicicleta que llamaba mucho la atención pintada con los colores del club Mercedes, montaba su espectáculo haciendo jueguito con una pelota de fútbol en medio de la plaza y en su cabeza una pila interminable de sombreros, pintó el frente de su casa con los nombres de todos los jugadores del club… y se hizo querer por una ciudad que al momento de su muerte, le rindió más de un homenaje.
Y nosotros lejos.
Lo veíamos dos o tres veces al año.
Pasaba Navidad en casa pero después eran meses de lejanía emocional.
Recuerdo que cuando era niña lo veía con la cabeza teñida de un naranja furioso (cuando la coloración en crema todavía no había visto la luz) y no faltaba quién decía que se lo hacía con agua de zanja.
Hay un video suyo subido a la net haciéndole una “pared” a un colectivo que pasa por la calle.
Y resulta que ahora que yo vivo acá, mi apellido hace referencia directa a su nombre (mi viejo se fue a Buenos Aires en cuanto tuvo la mayoría de edad) y extrañamente, me abre puertas.
Y me fía quien nunca me vio porque soy la sobrina de Lorusso. Y me hacen precio en la compra de la bicicleta porque es el mismo bicicletero que le solucionaba todos los inconvenientes a él. Y no hay quien en cuanto sabe mi apellido me cuenta una anécdota memorable que tiene que ver con su persona.
Debe haber habido algo muy grande que nosotros por prejuicio, pre concepto o solamente porque sí no supimos ver en él.
Tal vez es ahora el tiempo en que me reconcilie con su imagen y empiece a aceptarlo como familia.
No sólo a Van Gogh lo reconocieron después de muerto.
Hay algo de eso con algunos grandes.
Seguramente mi tío Roberto también lo haya sido.
He aquí mi homenaje.

Etapa Mercedes


Etapa cero o el empaque - Mayo, 3

A veces uno imagina con quién puede contar en esos momentos y otras veces no.
Pero hay algunos que son los pilares fortísimos de siempre.
Mi mamá (y acá no pongo inicial, se merece que la nombre), que más allá de cualquier cosa, hace lo imposible, pero lo imposible de veras para estar cuando yo necesito lo que sea.
Me apoya, me acompaña, me ayuda, me inspira… me critica mucho también, peleamos también pero así se construye el vínculo maravilloso.
Con su amiga de caminos D., entre las dos hicieron el trabajo más duro, firmes las dos y queriéndolo de corazón.
Mi infaltable amigo G., que con sus mates acompañó la tarea (algunos hombres no son muy hábiles para este tipo de cuestiones). Pero siempre ahí, acompañando como sea.
La voluntariosa M., que además de comprarme varias cosas en la feria que improvisé con las cosas que no iba a traer, me organizó la ropa de manera increíble, se podría dedicar sin duda a esta metié porque resuelve con una rapidez y una calidad que son admirables.
Y la pequeña B., que con su compañero de amor también se llevaron algunas cosas de casa para armar la suya nueva.
Y S., siempre S. con su tiempo acotado por ella misma, pero infaltable. Y siempre con ricas galletitas.
Viernes noche pasaron también F. con su novio y mi reencontrado D., pasamos un momento de mucha risa, para despedir la casa con vino y alegría.
Era importante para mí hacerlo de ese modo. Me daba mucha felicidad emprender esa partida.
Hubo también algunas ausencias notorias, por decirlo de algún modo, o esas que uno no imagina y que a partir de estas situaciones se mira diferente algunos vínculos. Por lo menos yo lo hago.
G., que siempre estaba en casa cuando necesitaba algo y estando tan cerca que asusta, no tuvo ni un mínimo de tiempo para despedirse de mí. Y no me vengan con que no podía con la despedida porque no lo creo bajo ningún aspecto.
Después se soluciona la ausencia con mensaje de texto, una modalidad que no termino de admitir y que por supuesto no respondo, porque no lo siento.
M., que también suele no estar cuando yo quisiera, por supuesto tampoco estuvo.
A ella sí le respondí el mensaje que también mandó simplemente… porque sí, tampoco es por algo en particular. No es una amiga que extrañe cuando no está cerca porque como dije, suele no estar, pero no sé… para algunas cosas estuvo presente y rescato eso para seguir el contacto.
Y como esas gratas sorpresas de la vida, imposible no anotar la enorme colaboración de M., amiga de la infancia con quien, pese a los años que no tuvimos contacto, retomamos el vínculo casi sin resquebrajamientos. Ella y su pareja, estuvieron el sábado conmigo para ser los primeros en pisar el suelo de mi nueva casa, no sólo a ayudarme a traer mis plantas (que pese a todos los recaudos no lograron sobrevivir más que dos) sino también para darme una mano, inmensa mano con la limpieza de mi casa nueva, para que todo esté impecable para el día de la mudanza. Obviamente amenizamos con mate, salame y queso casero y golosísimos churros con chocolate en la ruta viniendo.
Y para el lunes por la mañana la casa estaba completamente desnuda. De muebles, de presencias y de recuerdos. Tenía todas mis expectativas en esta casa, en esta nueva casa en la que sabía de antemano que me iba a sentir tan a gusto.



Etapa uno o el desembarque - Mayo, 4

Y llegar fue tan conmovedor…
Porque fue saberme en un cambio de vida casi radical diría.
La lejanía del centro, la calle de tierra, la ausencia de internet, cable, colectivos…
Todo modificó mi realidad.
¡Y desde el primer momento me sentí tan en casa!...
Con el TL. Siempre acompañando y resolviendo. Creo que a él también le cambié un poco la vida.
Desde que llegué tiene muchísimas cosas por hacer. Me acompaña, cena conmigo todas las noches, me resuelve, me compra, me lleva, me busca… y pone el lomo como nadie.
De a poco se fue armando la casa. Decidiendo otra vez donde iba qué.
Y con el correr de los días la casa tomaba color y forma.


Etapa dos o Bienvenida - Mayo, 5

Tengo nueva perra.
A fuerza de insistir, a fuerza de que la echaba y volvía, a fuerza de mover la cola y comprar, se quedó.
Ahora es una guardiana extrema. Defiende lo que es suyo, lo que la rescató de la calle.
Igual, vuelve a la calle. Igual, acá todos los perros son de la calle. Hasta los de las casas. Son como las pandillas del barrio. E Igor también lo sintió así y dejó de ser el perro de la cama para convertirse cada día un poquito más en un PERRO. Ahora juega con Bienvenida (así se llama mi perra) y corre y se divierte y hasta excediendo mi credibilidad, come alimento balanceado. Se contagian las mañas. Ellos también re aprenden.


Etapa tres o la vida al aire libre - Mayo, 10

Mis ratos de descanso entre acomodar una cosa y limpiar otra, los paso sentada en mi sillón de mimbre al sol en la puerta de casa viendo la inmensidad del campo que tengo delante.
¡Y me da tanto placer!...
También ando en bicicleta, que será mi medio de transporte de acá en más.
Calle de tierra, golpeteos de sillín, el aire en la cara, el sol pegando de refilón y la sensación de plenitud.
A veces quiero que ésta sea mi vida para siempre. Me cuesta volver a Buenos Aires. Bueno, a Capital, pero acá a la capital se la llama sencillamente Buenos Aires. Como lejanía, como viaje a encarar, como no cotidiano.
Y dentro de este mundillo casi rural… Chiquita.
La segunda perra agregada.
Y acá cierro las posibilidades de adopción.
Me conmovió.
Tenía cuando llegó, una mirada tan triste que me costaba mirarla.
Ojos abatidos, como cansados de la vida y tan chiquita…
Y como donde comen dos comen tres…
También hay veterinarios que si saben que son de la calle te dan una mano, no resultó difícil la decisión.
Ella es más cariñosa, como más agradecida.
Y también guardiana. A su medida pequeña. Pero dejémosla que crezca un poco y que adquiera las calorías suficientes. Ya empieza a jugar un poco más que antes y también insiste mucho en entrar a casa. Tienen una cucha grande para las dos. Esa es su casa en mi casa.
Y la sensación es que ahora tengo una vida.
Ahora pareciera que en Capital viví apurada, con la vida que podía tener más allá de si era la que quería tener o no.
Ahora me siento mucho más feliz.
Mucho más completa.
Mucho más en mi lugar.
Se van a extrañar por supuesto la frecuencia de algunas caras. Pero también sé que las que más me importan estarán habitando también este espacio con visitas y existe siempre la posibilidad de los nuevos encuentros, que acá pareciera que son más posibles ya que más íntimos.
Son días felices.
Me gusta poder registrarlos.


Etapa cuatro o Lágrimas en la ruta - Mayo, 15

Se suceden a veces esos días en que el corazón se revela y una no sabe cuál es la verdadera causa de esa manifestación.
Ayer por la tarde comencé el taller para hemofílicos. Satisfacción enorme (ya hablaré de mi relación actual con la docencia), días de esos de lluvia como a mí me gustan (mi primera lluvia intensa en mi casa nueva)… nada hacía prever las lágrimas que después se suscitaron.
Ya la ida había sido más complicada de lo que hubiera querido y terminé tomando un taxi en Once para no llegar tarde. Empecé a padecer los desaciertos del Sarmiento.
A la vuelta entonces, estaba con suficiente tiempo para llegar a tomar el tren en Moreno que me traería de regreso a casa.
Una desinteligencia en la información, que este tren sale primero, que no, que el otro… terminé corriendo el que creía que llegaría sin problemas… pero que no llegó.
Y entonces me encontré sola en Moreno, con la lluvia, el viento, el frío, nadie, absolutamente nadie que tuviera una respuesta clara y concreta de mi tren, pero lo que realmente era seguro, era que ya se había ido y yo no lo había alcanzado.
Corro entonces a la supuesta parada del 57 (que en realidad nunca encontré), se me va delante de mis narices el que venía a Mercedes, y entonces en un semáforo y ya casi desesperada, me subo como llevada por demonios al que iba a Luján. Allí podrían ir a buscarme.
La impotencia, la bronca, el que nadie sepa nada y por supuesto el que nadie se haga cargo de nada, hicieron que sin poder controlarlas, saltaran a borbotones las lágrimas de mis ojos.

De todas formas, de alguna manera luego con el correr de la ruta me fui calmando, pero las horas pasaban y yo tenía un solo deseo intenso: ESTAR EN MI CASA.
Me da impotencia el tiempo que se pierde en viaje, no resisto esa sensación de estar en una parada de colectivo de noche (siempre es de noche este sentimiento), con el tiempo que pasa y el bondi que no llega.

Y como la odisea debía ser larga y la ansiedad debía acumularse un poco más (tendré que aprender sobre esto todavía pareciera), TL. llegó a buscarme a Luján y exactamente en el peaje de Olivera, ahí nomás en la nariz del muchacho que nos daba el ticket, el auto dijo “no quiero más” y ahí se quedó hasta que no sé qué hizo que vuelva a arrancar.
Vuelta larga, vuelta interminable.
Vuelta que aumenta mis ganas de ya tener mis trabajos más establecidos acá para no pasar por esto.
Veo por la ventana el campo.
Hoy también hace frío pero hay sol.
Voy a salir en la bici.
Ahora mis compras son en bici.
Como antes.
Como cuando pertenecía acá.