Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

miércoles, 8 de julio de 2009

El tío Roberto

Mayo, 18
Nunca creí que le podría dedicar una entrada de mi blog a él.
Hermano menor de mi padre, siempre fue el personaje al que “era mejor no acercarse demasiado”, sobre todo en la etapa en que yo era una niña. Y precisamente porque era una niña, nunca se me dijo el por qué de tal determinación, situación que perduró en el tiempo como una de esas cosas de las que mejor no se habla.
Pasó su vida dedicado a cuidar la salud quebradiza de mi abuela paterna y también a convertirse en uno de los personajes más notorios de Mercedes.
Vendía rifas en una bicicleta que llamaba mucho la atención pintada con los colores del club Mercedes, montaba su espectáculo haciendo jueguito con una pelota de fútbol en medio de la plaza y en su cabeza una pila interminable de sombreros, pintó el frente de su casa con los nombres de todos los jugadores del club… y se hizo querer por una ciudad que al momento de su muerte, le rindió más de un homenaje.
Y nosotros lejos.
Lo veíamos dos o tres veces al año.
Pasaba Navidad en casa pero después eran meses de lejanía emocional.
Recuerdo que cuando era niña lo veía con la cabeza teñida de un naranja furioso (cuando la coloración en crema todavía no había visto la luz) y no faltaba quién decía que se lo hacía con agua de zanja.
Hay un video suyo subido a la net haciéndole una “pared” a un colectivo que pasa por la calle.
Y resulta que ahora que yo vivo acá, mi apellido hace referencia directa a su nombre (mi viejo se fue a Buenos Aires en cuanto tuvo la mayoría de edad) y extrañamente, me abre puertas.
Y me fía quien nunca me vio porque soy la sobrina de Lorusso. Y me hacen precio en la compra de la bicicleta porque es el mismo bicicletero que le solucionaba todos los inconvenientes a él. Y no hay quien en cuanto sabe mi apellido me cuenta una anécdota memorable que tiene que ver con su persona.
Debe haber habido algo muy grande que nosotros por prejuicio, pre concepto o solamente porque sí no supimos ver en él.
Tal vez es ahora el tiempo en que me reconcilie con su imagen y empiece a aceptarlo como familia.
No sólo a Van Gogh lo reconocieron después de muerto.
Hay algo de eso con algunos grandes.
Seguramente mi tío Roberto también lo haya sido.
He aquí mi homenaje.

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