Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

miércoles, 8 de julio de 2009

Dos caras de una misma moneda

Mayo, 27
Llegué de lo más entusiasmada a lo que a teatro se refiere.
Algunos con los que había hablado, me habían dicho que me iba a ir bien, que acá faltaban muchas cosas para hacer, que no había quién las haga…
Entonces empecé presentando tres proyectos de talleres en la municipalidad… y en mi encuentro posterior con el señor secretario de cultura fue que no había presupuesto y que ya se hacía lo que yo estaba planteando.
Vi cerrada como la puerta más grande, o la principal (hasta donde yo creía).
Y me desilusioné.
Entonces me imaginé viajando eternamente a Buenos Aires porque acá no iba a poder conseguir nada de trabajo y el panorama no me gustó para nada. Si bien hay trabajos allá que no quiero dejar porque me interesan en particular, mi idea es establecerme por completo y eso implica también la base laboral.
Por supuesto el panorama actoral también me lo pintó como cargadísimo de gente. Me sorprendió, claro, pero si lo dice el secretario de cultura…
Entonces sentada en casa un día de estos, empecé a considerar la posibilidad de armar ese tan mentado monólogo al que nunca termino de darle forma como para accionar por mis propios medios un espacio en el ambiente.
Pero hace unos días también consideré la posibilidad de entrenar. Bueno, ya que había tantos actores, debía haber algún grupo de entrenamiento o por lo menos de avanzados en el que pudiera incluirme para poner un poco el cuerpo.
Me fui al teatro Talía (el San Martín de Mercedes, como me dijo después E.).
Cerrado.
Miércoles. Debí suponerlo. No estamos en Buenos Aires.
Vuelta a casa con mi bicicleta pero con la idea firme de empezar a accionar.
Contra todo pronóstico, el jueves por la tarde noche decidí volver a ir.
Jueves sí había gente, claro.
Y entonces sucedió el sueño del actor: entré al teatro para preguntar por un grupo y me terminaron ofreciendo un personaje en una obra que estrena en julio.
Acepté, de más está decirlo.
Dos personajes, uno soy yo.
No está mal para empezar.
Y charlando me cuentan los fundadores del teatro (que me vengo a enterar que tenemos un vago parentesco) que hay muchísimo para hacer, que no hay quien escriba, por ejemplo, que hay muchos proyectos, que falta mucha gente y bla bla.
Qué lejos está este señor de cultura de la realidad teatral de su ciudad, me dije.
Así que me volví a casa con un texto para empezar a trabajar, una próxima cita para ya empezar a ensayar, una charla citada también para contarme de más proyectos y cosas por hacer… otra realidad, en definitiva.
Volví sonriente, contenta, feliz.
Ahora sí, vuelvo a decir que estoy en el lugar correcto y sé que en esta MI ciudad me van a pasar cosas importantes.
¡Voy a por ellas!

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