Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

miércoles, 4 de marzo de 2009

No todo es lo que es

En este ir y venir por las relaciones, hace aproximadamente 20 días conocí a S.
Totalmente de casualidad, cuando no estaba preparada para que ocurra y con un placer muy grande de que aún así, haya ocurrido.
Los acontecimientos con él se fueron sucediendo lentos pero en increscendo. Justo como lo necesitaba.
Hacía mucho tiempo que no estaba en pareja. Tal vez porque alguna/s relacion/es anterior/es me había/n dejado malherida. Sumado a ésto el hecho de que convivo muy agradablemente conmigo a solas, sentía que reiniciar una vez más, se me iba a hacer muy cuesta arriba. Pero apareció S. con horarios muy particulares (tal como a mí me quedaban cómodos), con un increíble buen humor que fue lo primero que me hizo abrir la puerta, una caballerocidad desconocida para esta época, una atención plena a cuanto yo decía y manifestaba... digamos que casi casi el hombre ideal. Y digo casi porque duró tan poco que ni tuve tiempo de darme cuenta que estaba haciéndole un lugar en mi mundo.
Básicamente podría decir que me permití la posibilidad porque creí estar frente a alguien que no tenía lo que yo más detesto en un hombre: la histeria.
Pensé también que todo aquel recuerdo adolescente de que todo era lo que era se estaba haciendo de nuevo presente como diciendo "no me olvides, puede ser".
Pensé también... sentí también que no corría el riesgo de las desapariciones impensadas e inentendibles. Con él no. Con él eso no pasaría.
Pero como la carroza se convierte en calabaza, S. también se convirtió en uno más de los que sí lo hacen.
El plan era de lo más tentador: pasarme a buscar por mi trabajo, pasar por casa a cambiarme (a menos que lea este blog jamás se enterará de que me había comprado un vestido lindísimo para estrenar esa noche), tal vez cenar en algún lugar lindo y terminar la noche en un hotel.
Porque hasta ese momento había habido noches pero no NOCHES.
Pero sin saber yo el por qué, encontré un mensaje en el contestador de mi casa (sí, sí, como casi la mayoría del planeta tengo teléfono móvil) en el contestador de mi casa decía, diciendo que cancelaba la salida. No entendí exactamente por qué.
Dejé un mensaje en el contestador de su casa (él es de la minoría que por motivo que no viene al caso no tenía teléfono móvil al que llamar), expresando mi sorpresa y mi desconcierto. También pidiendo un nuevo llamado para que podamos hablar directamente.
Lo que lamentable e inesperadamente, nunca sucedió.
El golpe que no esperaba del jugador que no esperaba.
Y no paro de pensar en qué puede haber sucedido.
Ese mismo día al mediodía, almorcé con T., amigo entrañable, de los que conservo de la infancia y a su pregunta de cómo estaba con esta relación, le respondí que muy contenta pero que no sabía por qué, no estaba internamente eufórica.
Ahora pienso si no estaría sintiendo algo que no estaba viendo.
La realidad es que estoy ahora desilusionada, con un desconcierto importante, un vestido hermoso sin estrenar, la dirección de un restaurante al que tenía ganas de ir, la película de Mickey Rourke que él tenía ganas de ver y que no pudimos porque el cine estaba cerrado y yo se la conseguí y la incertidumbre... la incretidumbre que es la peor de las sensaciones.
Hoy volví a dejarle otro mensaje en su contestador, un último mensaje en su contestador (no sé si aún sigue sin teléfono) diciéndole que al no tener respuesta suya, era yo la que ponía punto final a la historia.
No me gusta tener cosas inconclusas. El verbo esperar es uno de los que más detesto de nuestro vocabulario.
Me ilusionaba empezar el año con un "otro".
Tú y yo. Tuyo. Ahora, sólo mío.


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