Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

miércoles, 27 de enero de 2010

Amores perros

Ciudad de perros.
Barrio de perros.
Casa de perros.

En eso parece haberse convertido por estos días mi casa.
Porque más allá de los tres míos, no dejan de aparecer otros y todos con un mismo rumbo: mi puerta.
Hoy me superaron.

Con mi nueva compañera de escuela, A., ayer volvimos por colectora después del trabajo porque el barro nos complicó el camino de ida.
Hubiera sido mejor embarrarse.
En algún lugar del trayecto, unos cachorros a punto de cruzar la ruta-autopista.
Sólo un alma imperturbable podría no haberse apiadado.
Cuando nos acercamos, algunos salieron disparados a lugar seguro.
Otra se quedó como esperando brazos.
Y dio con los míos.

La traje al barrio.
No a casa.
Por más que quiera (que hoy digo "no quiero"), no puedo cargar con uno más.
El barrio es perrero.
Es generoso con ellos.
Sabía que iba a estar bien. De hecho, siempre mejor a que le arranque su vida un auto a toda velocidad.

La puse en lugar seguro, le di de comer, y me vine a casa.
Ella en acto desesperado de seguirme, se escapó.
La busqué, no la encontré.
Culpa de por medio a sabiendas de que no le iba a ir mal.

Hoy volví de la escuela, y casi sentada en la puerta de casa, estaba ella.
El reconocimiento fue instantáneo.
"Vos sos la que me salvaste".

Me alegré, claro.
Mucha agua, un poco de comida (siempre afuera) y a dormir mi siesta en paz.

No contaba con que, al querer salir en bicicleta, ella iba a querer lo mismo.
Me siguió unas cuadras corriendo atrás hasta que mi debilidad hizo que la suba al canasto y la lleve conmigo.
El daño estaba hecho.
(¿Cómo dar marcha atrás ahora?)

A la vuelta no lograba que se me despegara.
Y como por arte de magia, todo se volvió pesadilla.
Ella arañándome para que no la deje en la puerta.
Bandido saltándome para que le de su comida.
El Negro queriendo entrar a casa y mordiendo a la cachorra.
Lola empujando mi puerta para meterse adentro también.
Y Mancha que cada día se anima más.
Y los míos.

Y colapsé.
Y quise que desaparezcan todos los perros.
Y quise que no me quieran.
Que se vayan.
Que no vuelvan.
Que me dejen.

¡¡¡¡Yo quería estar a salvo de ellos!!!!

Y salí con agua para que se vayan.
Y entré a casa y no asomé más la nariz.
Y me arrepentí del acto humanitario.

Ahora paz.
Pero sé que ella está afuera.
Y no sé cómo resolver.

Miro mis piernas y están totalmente arañadas.
Amor.
Necesidad.
Dependencia.
Compañía.

No sé cuál es el ida y vuelta que reúne humanos y perros.
Sea cual fuere, hoy me superó.

Sé que mañana voy a volver a quererlos.
Pero necesitaba esta catarsis desde el cansancio.
Y sí,
Hay amores que matan.

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