Deseo desde el corazón

Deseo desde el corazón... Que nunca les falte un sueño por el que luchar, un proyecto que realizar, algo que aprender, un lugar donde ir y alguien a quien querer.
Y recuerden: lo imposible solo tarda un poco más...

miércoles, 27 de enero de 2010

Cielos mercedinos

La fotografía como arte, como medio de expresión, de registro, siempre fue una cuenta pendiente.
Siempre fue algo en lo que, llegado el momento, iba a querer incursionar.
Aunque de chica le tuve algo así como aversión.
A mi padre le encantaba sacarme fotos y en aquella época él era tan puntilloso como yo ahora (o más).
Contaba con una cámara que para la época también, era una joyita minuciosa y entonces tenía que acomodarse para
cielo nublado,
nublado claro,
nublado oscuro,
sol radiante,
sol normal,
sol tenue
y bla bla.
Y mientras mi padre elegía el mejor lugar, miraba el cielo y buscaba el botoncito adecuado... Yo me aburría.
No es raro encontrar fotos mías de niña en las que estoy "con trompa".
Era todo un emprendimiento posar para mi papá. Y me aburría más de lo que lo disfrutaba.
Y que el mentón más arriba, que el perfil más a la derecha, que el brazo no entra en cuadro, y la lista era interminable.

Años más tarde y como suele suceder, el mismísimo hobbie paternal que me molestaba, ahora me susurra al oído cada vez con mayor frecuencia.
Claro. Tengo motivos de sobra.
La naturaleza me invade y hace florecer también mis ganas de registrarla.

Pero hay algo en particular que redescubro en estos territorios: las variedades celestiales.
El cielo es algo tan maravilloso…
Desde blanquísmas nubes perfectas, las de algodón que dibujaba en los cuadernos, hasta cielos oscuros tormentosos pero con una gama de colores tan variada como impensada.
Y los rosas que se mezclan con los celestes y los grises más claros o los azules intensos.

Y formas.
Muchas formas.
Y quiero registrarlos.
Y quiero dedicarme a hacer una serie solamente de cielos.
Cielos mercedinos.
Como si fuera un cielo especial que "allá" no se ve.

Sigo sumando cosas maravillosas del cambio.

Sí, la soledad también se siente un poco más.
Pero ese es otro cantar, o por lo menos tema para otra entrada.

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